Sebastián Dovis asume que forma parte de una generación –tiene 41 años- a la que los padres le aconsejaban irse a estudiar a Córdoba, recibirse y desarrollar su vida profesional allí o en otro lugar que no sea San Francisco. Y eso fue lo que hizo por varios años hasta volver a su ciudad, previo a hacer un gran aporte en materia universitaria.

Dovis, diseñador industrial especializado en gestión de innovación y vinculación tecnológica, fue uno de los profesionales que participó del armado del programa de la carrera Diseño Industrial entre los años 2012 y 2013, que en 2014 llegó a las aulas, de manera pública y gratuita, del Centro Regional de Estudios Superiores de San Francisco (CRES), a través del Instituto de Ciencias Básicas y Aplicadas de la Universidad Nacional de Villa María.

“Mis viejos me decían quedate en Córdoba donde están las oportunidades y no vuelvas a una ciudad chata como esta. No lo hacían con maldad, sino con el pensamiento de una vida mejor para sus hijos y yo me comí ese discurso, además porque Córdoba te deslumbra, es un mundo de oportunidades y lo pensé mucho tiempo así”, reconoce Dovis en una entrevista con El Periódico.

Hoy, el diseñador industrial –al frente de un flamante Centro de Innovación y Diseño (CID)- se encuentra radicado en San Francisco, es docente del CRES y asegura que fue un “desafío ambicioso” traer la que sigue considerándose como “carrera del futuro”, que año tras año se consolida y genera una rápida salida laboral.

- ¿Qué se buscó al momento de armar el plan de estudio para Diseño Industrial?

- El 90 por ciento de las facultades que tienen Diseño Industrial son de Arquitectura, con planes de estudio muy estructurados. En este caso buscamos darle identidad propia a la carrera, porque los objetos de diseño industrial no son casas chiquitas. La persona, la interacción, la vinculación con otros objetos, lo cultural, la seguridad… son muchos detalles y se debe poner una lupa muy importante para diseñar un producto. Siempre buscamos despegarnos un poco de esa tradición de los planes de arquitectura a algo más aggiornado al quehacer nuestro en el medio productivo y social. Cuando surge lo de la Universidad Nacional de Villa María, de traer la carrera a San Francisco, me pareció muy pertinente y uno de los motivos centrales, más allá de la influencia en la zona, es que tiene un sector industrial y comercial fuerte.

“Estamos en un momento ideal de maduración y profesionalización de las pymes”

- ¿Cuál era el perfil de egresado que pensaban?

- Tenía relación con tener una mirada 360º, que la persona que se gradúe en Diseño Industrial tenga la posibilidad de encarar un proyecto tecnológico, agrupando y equilibrando en la respuesta la mayor cantidad de variables: producción, seguridad, normativa, logística, cuestiones ambientales, de satisfacción; tener esa mirada para que cuando conformáramos los productos industriales exista esa lógica. El Diseño Industrial tiene una mirada integradora y no tanto ese tecnicismo de desarrollar un producto solo pensando en cómo producir.

- ¿Se puede armar una carrera en base a lo que es una ciudad?

- Sí, totalmente. Se tuvo en cuenta la influencia de la UTN con la ingeniería, que las empresas de la ciudad y la región cuentan con profesionales que manejan muy bien cuestiones técnicas de los productos y que era necesario que puedan contar con otros profesionales que desarrollen con una mirada bastante más amplia.

- ¿Por ejemplo?

- Tenés que pensar el diseño desde el primer momento que conseguís el producto, no decir ‘tengo la electrónica y ahora busco quién me ayuda para que sea lindo’. Hay que tener en cuenta quién lo produce, cómo, quién lo utiliza. Es como decir que al momento de hacer un auto sólo hay que resolver el motor y ponerle una carcasa arriba para que ande y quede lindo. Hay un equilibrio en el diseño y tiene que ver con un trabajo interdisciplinario. Entonces hay que preparar a una persona que pueda interaccionar con otros profesionales para dar respuestas más adecuadas en la industria local y esa fue una mirada atinada.

- Se nota desde afuera una buena relación entre la universidad y las empresas, lo que promueve un rápido acceso al mercado laboral de los egresados de esta carrera: ¿es correcta la mirada?

- Es así. Estando en Córdoba se gradúan más de 200 o 300 chicos, es otra escala más grande porque acá son más de diez y eso lo hace sencillo. De lo contrario, ¿cómo hacés ubicar a tantos alumnos? Cuando hablamos del perfil me pareció esto de la escala, la posibilidad de llegar y el tiempo lo corroboró, de que quienes están estudiando en años avanzados puedan vincularse con el sector industrial y comercial para realizar prácticas y formar ese perfil. Hay que entender que el perfil de la carrera tiende a ser generalista, no estamos especializados en maquinaria agrícola, productos médicos o mobiliarios; tenemos una metodología que puede ser perfectamente aplicable a cualquier sector y cada estudiante debe ir perfilando qué le va a interesar o ir visualizar las oportunidades. Te retroalimentás cuando llevás a los estudiantes avanzados a una empresa y empiezan a entender cómo ésta considera al diseño dentro de su estructura. Se ajusta constantemente el contenido en función que le sea útil al futuro graduado.

- ¿Cómo sale al mercado laboral ese graduado?

- Con un panorama real del sector productivo e institucional de San Francisco y zona, muy actualizado. Eso está permitiendo, primero que los graduados estén trabajando, y segundo que las empresas busquen cada vez más estudiantes para que realicen prácticas profesionales y pasantías. Es una carrera que tiende a cuestiones actuales y pensando escenarios futuros y sobre todas las cosas es una profesión que se nutre de los últimos avances tecnológicos, de las últimas formas de producir. Tiene una flexibilidad y una amplia visión y focalización por lo que es apasionante, no te aburrís, tenés que estar constantemente actualizado y ser muy propositivo e innovar.

“Estamos en un momento ideal de maduración y profesionalización de las pymes”

- Que se consolide una carrera lleva todo un trabajo serio detrás, sin dudas.

- Se consolida porque tiene impacto social. No es tener una carrera por tener porque en ese caso qué hacés con la equis cantidad de graduados. No se puede solo apuntar que se gradúen los estudiantes y después decir ‘ya está, lo que pase de ahora en más no es problema mío’. Eso no está bueno y más en una universidad pública. Además hay que reconocer que estamos en un momento ideal de maduración y profesionalización de las pymes, trabajamos con segundas y terceras generaciones, quienes las dirigen tienen estudios universitarios, son empresas con profesionales en distintas áreas, es una industria muy distinta la de hoy.

- ¿Es notorio el cambio a cuando te tocó irte a otro lado a estudiar?

- Fui de esa generación que mis viejos me decían andate a Córdoba donde están las oportunidades y no vuelvas a una ciudad que es chata. Me lo comí a ese discurso. Fui también parte de ese destierro que te produce la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), me fui en 1998 y volví en 2016. El tema del desarraigo muchas veces las universidades no lo tienen en cuenta, no lo consideran, tampoco la posibilidad de construir un puente para que quien busca estudiar tenga la posibilidad de volver a su lugar. En eso siempre fui crítico, la UNC trabaja poco ese tema.

- ¿Por qué decidiste volver “al pago”?

- Mi mujer es de San Francisco (Nota: tienen tres hijos) y nos planteamos volver. No soy de los que reniegan porque ‘allá te conoce todo el mundo’, a mí me alegra, no quiero ser uno más o pasar desapercibido. Lo fuimos pensando, justo mi hija más grande entraba al primario. Sin planes especulativos nos fuimos, yo sigo teniendo un estudio de diseño en Córdoba al que sigo vinculado. Viajo a Santa Fe a dar clases y soy docente en San Francisco. La decisión fue volver a la raíz, a la calidad de vida que tuvimos de chicos y hoy lo celebro porque mis hijos la tienen, con sus abuelos, sus primos, los hijos de los amigos de los padres. Yo eso lo disfruté de chico y quería que ellos vivan de la misma manera.