“Compa, ¿cómo va esa caminata?”, bromeaba un joven de remera roja que transitaba sólo unos pasos más delante de otro que hacía esfuerzos para pisar el suelo en el ingreso al Santuario de la Virgen de Lourdes en Alta Gracia. Cada año, miles de peregrinos se acercan caminando, a caballo y ahora se sumó una nueva modalidad de pelotones de ciclistas o compañeros en rollers. No faltaron los “runners” que aprovecharon el corte sobre la autovía 5 para llegar a destino sin automóviles que les molestaran el paso.

A principios del siglo XX Guillermina Achával Rodríguez y Delfina Bunge de Gálvez, dos vecinas bonaerenses, donaron una réplica de la gruta de la Virgen de Lourdes de Los Pirineos en Francia y tierras para la realización del reconocido Santuario en Alta Gracia.

Probablemente, no imaginaron que esa imagen despertaría la fe miles de personas que cada año recorren los 35 kilómetros que separan a Córdoba Capital de la ciudad del Tajamar para agradecer, pedir o cumplir promesas. Cabe señalar que, cada 11 de febrero se celebra el día de la Virgen de Lourdes la denominada “Patrona de los enfermos”.

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El jefe de la departamental Santa María, David Ferreyra, señaló que aún no hay números finales sobre la cantidad de visitantes. “Este año la gente llega y se va. Así viene sucediendo desde las 21 horas del sábado 10, ya que muchos llegaron en bicicletas o rollers y después se fueron”, detalló. Cerca de las 12 esperan otro movimiento de caminantes que suelen quedarse a la orilla del arroyo y esperar la última misa de las 18 para los enfermos.

“No llegamos más”, grita una mujer como si fuera un desahogo para que escuchen sus amigas que van un poco más adelante. Las otras, ríen. A esa altura del camino la fila para acercarse a la Virgen de Lourdes ronda las tres cuadras.

Cerca de las 7 se observan grupos de jóvenes que “alegres” pero “cansados” van volviendo por el camino pedregoso y serrano. La mayoría de los promesantes va a acompañados por grupos por cualquier eventualidad.

Con un cartelito que dice “peregrinos”, Ana María y Romina relatan que hicieron el trayecto junto a un grupo de jesuitas. “Fuimos a misa. Nos bendijeron el viaje. Llegué hasta Los Cedros y después ellos me trajeron. Ellos te buscaban cuando te cansabas”, detalló Ana María. Además, Romina indicó que les proveían de agua y comida. Aunque estaban agotadas, ambas celebraron la organización y poder llegar al lugar.

En la fila vestidos de Gauchos, Luis Antonio señaló que la jornada ha sido linda, pero que vinieron a caballo. “Tuvimos que parar varias veces para que no se canse el chico (de 13 años). No llovió y viajamos de noche”, precisó. Iban a pedir por un sobrino enfermo.

Voluntad y servicio

La Gruta cuenta con “servidores”, es decir, personas que cumplen distintos roles para colaborar en la misa, con los caminantes, entre otras actividades. Marta es servidora desde hace 25 años, explicó que “este año hay muchísimos sacerdotes que han venido a colaborar y muchísimos jóvenes”. Para ella, la Virgen es “como su madre” y destacó que está feliz de ayudar.

En esta oportunidad, como en ocasiones anteriores, el trabajo debió realizarse en conjunto entre el personal de la Gruta, Defensa Civil, Municipalidad de Alta Gracia, la Policía de la departamental Santa María, entre otros. Cada 11 de febrero, la cantidad de peregrinos supera los 30 mil.

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Además, en esta oportunidad, se suma el fin de semana largo, por lo que debieron coordinar actividades para evitar campamentos a la vera del arroyo, por ejemplo.

Selfies y promesas

Un hombre caminaba de rodillas sobre el suelo pedregoso. Ese tipo de promesas no suelen inusuales en esta peregrinación. Estaban también los que se arrastraban sobre su espalda por el piso y los que realizaban grandes esfuerzos para llegar a la imagen y cumplir esas promesas.

También, se podían ver los grupos de vecinos, en su mayoría de Córdoba Capital que caminaban con su hijos pequeños o bebés en brazos en la calurosa y húmeda jornada del domingo. Al costado del camino, varios esperaban tirados sobre el suelo o durmiendo sobre la mochila.

En contraste, otros caminantes sacaban selfies durante el trayecto. Algunos al ingresar, otros cuando llegaban a la Virgen. En este especio, conviven diferentes realidades. Juanjo de Mendiolaza junto con otro grupo de mujeres y hombres se sacaba una fotografía en la vuelta del camino, al lado de un cartel que habla de Gruta.

“Este es el segundo año que lo hacemos (por la caminata). Salimos a las 10 de la noche de la rotonda de Villa El Libertador y llegamos a las 7.40″, relataron. La familia, la salud, y el trabajo fueron algunos de sus pedidos.

“¿La fe mueve montañas?” suelen preguntar. Probablemente es algo que no se pueda comprobar, en Alta Gracia la fe mueve miles de peregrinos cada 11 de febrero para pedir, agradecer o cumplir promesas.

Fuente: La Voz del Interior