Cuando ya el sol empieza a retirarse y la noche aparece de a poco, un grupo de chicos en el norte de la ciudad entran a clases en el edificio del Ipet N° 264 Teodoro Asteggiano. Por distintas circunstancias dejaron el sistema educativo tradicional, pero el Programa de Inclusión y Terminalidad (PIT) de la educación secundaria los volvió a poner en un banco frente al pizarrón.

La coordinadora de esta sede del PIT, Ivana Aguirre, contó que esta modalidad de cursado del secundario reúne a estudiantes de 14 a 17 años que hayan abandonado la escuela al menos un año, ya que es un programa de inclusión.

Está dividido en cuatro trayectos y los grupos se organizan en función también del tiempo que pudieron cumplir en la secundaria clásica. Algunos terminarán como bachilleres en Ciencias Sociales y otros siguen un camino técnico donde el taller de Herrería Nivel II les permite soñar y sentirse orgullosos de lo que aprenden.

Hace no mucho tiempo el papá de Ivana le comentó a la mujer que necesitaba mudar su taller y a él se le ocurrió que esos chicos que ella acompaña podían tener ese encargo y cumplirlo con creces. Con el proyecto definido, el profesor Martín Giacone que está a cargo de la materia Herrería Nivel II organizó el trabajo que íntegramente desarrollaron los chicos.

“El primer proyecto llegó a nosotros por intermedio de la coordinadora del PIT, Ivana Aguirre. Su papá tiene un taller de chapa y pintura, se iba a mudar y necesitaba la estructura de mampostería para armar una cabina de pintura. Lo que les hacía falta era una estructura una mampostería para armar el techo y una pared”, comentó el docente a El Periódico.

Los chicos desarrollaron la mampostería para una cabina de pintura de un taller de chapa y pintura.
Los chicos desarrollaron la mampostería para una cabina de pintura de un taller de chapa y pintura.

Un gran desafío

Fue un gran paso para los estudiantes porque recién están dando sus primeros pasos en la parte de Herrería. “La idea es enseñarle los procesos de soldadura, moldes para trabajar con hierro y que aprendan el oficio de herrero”, resaltó Giacone.

Este año están entusiasmados con la parte práctica, el año que viene complementarán esto con la parte de cálculo de presupuestos y de materiales necesarios. El objetivo es que aprendan un oficio muy importante en la actualidad no solo en la parte particular sino también en las industrias.

El profesor añadió: “Les gusta y he notado que en poco tiempo obtuvieron una gran autonomía de trabajo, a pesar que no tenían experiencia en educación técnica, salvo dos chicos. La autonomía es fundamental para cualquier trabajo y este en especial”.

Los estudiantes resaltaron la "comodidad" que sienten al estudiar de esta manera.
Los estudiantes resaltaron la "comodidad" que sienten al estudiar de esta manera.

Orgullo de sí mismos

Las historias de cómo llegaron al PIT son variadas entre los estudiantes, por ejemplo, está la de Leonardo que con mucha simpatía contó: “Yo estaba afuera y la preceptora me preguntó si iba a la escuela. Le dije que no y me invitó acá”. Aguirre después acotó que su hermano ya estaba también en el programa, pero faltaba mucho y ahora eso se redujo.

A Jimena y Maia las anotaron sus padres, no permitieron que dejaran la escuela de un día para el otro y les ofrecieron esta alternativa de estudio, en cambio

Pamela, consideró esta chance ya que por su edad no podía acceder a un Cenma. En la modalidad tradicional de estudio afirmó que “peleaba mucho con los profesores”, pero esto cambió: “Me siento cómoda. Yo peleaba mucho y acá me gusta venir. Nos va bien, no es pesado, nos gusta tener taller”.

Ivana Aguirre es la coordinadora del PIT y Martín Giacone el profe a cargo de la materia Herrería Nivel II.
Ivana Aguirre es la coordinadora del PIT y Martín Giacone el profe a cargo de la materia Herrería Nivel II.

“No hice los pasos como cualquier otro profesor”

En el medio de la charla, Martín abrió su corazón y los chicos lo escucharon. Su profesor no es uno cualquiera, vivió una experiencia parecida que descubrieron de repente. “Arranqué trabajando de muy chico, no hice los pasos como cualquier otro profesor. Lo mío fue de grande. Empecé a trabajar a los 13 años, abandoné la escuela, mi papá me dijo o trabajás o estudiás”, confesó.

Hasta los 20 años pasó por varios puestos de trabajo en el mundo de la gastronomía, hasta que después se convirtió en albañil y en el intermedio comenzó a hacer cursos de capacitación, electricidad, de cualquier opción que apareciera en el camino.

Sobre esto señaló que hubo un apoyo fundamental para que cambie su vida: “Como mi señora también es docente ella me animó a que termine el secundario. En 2006 terminé en el Eempa (de la ciudad de Frontera) y en 2016 arranqué la Tecnicatura en Gestión y Mantenimiento Industrial, la terminé en tres años y me resultó bastante fácil porque tenía mucha experiencia laboral y práctica anterior”.

Para esa época ya trabajaba como auxiliar en la Escuela 1199 donde aun lo hace y después en 2019 empezó a hacer un reemplazo en la Escuela del Trabajo. “Así inicié mi pequeño caminito en la docencia. Este año surgió lo del PIT y me anoté sin saber mucho de cómo funcionaba”.

Habiendo pasado por esa edad donde dejar la escuela es algo que sucede más de lo deseado Martín aseveró. “Es importantísimo que terminen. Yo en base a mi experiencia y cómo arranqué si tuviera que volver atrás terminaría y haría las cosas a tiempo, pero la vida me llevó por este camino y me trajo hasta ellos. Es un ambiente que me gusta mucho tanto en el taller y en transmitirle lo poco de experiencia y estudios que uno ha hecho”.