Por Manuel Ruiz

Acostumbrarse al zumbido que los patines generan mientras se mueven por el suelo de baldosas toma poco tiempo. Ese ir y venir incesante es tan normal como constante e histórico en San Francisco. Son varias las escuelas que enseñan la disciplina en la ciudad llenando salones techados de chicas que desde pequeñas comienzan a patinar y continúan apegadas en el deporte enseñando eso que aprendieron cuando tenían la misma edad que sus alumnos.

Los hijos de los hijos

Alejandra Zonghetti, que tiene su academia en el club Unión Social, hace 47 años que está vinculada a la actividad. Por su parte, Daniel Cornaglia está a cargo de la escuela de patín del club San Isidro desde hace 33 años. Ambos, mientras dialogan con El Periódico, ven cómo sus hijas patinan. Son parte de una tradición familiar que se sostiene en el tiempo, y en el caso de Alejandra, va por la cuarta: “Yo comencé porque mi papá se dedicaba a esto, entonces nos puso los patines a mis hermanas y a mí. Yo, a su vez, lo hice con mis hijas y ahora lo hago con mis nietas”.

Daniel, en su caso, comparte la enseñanza con su hija Luz, quien lo ayuda a manejar a las chicas que patinan en “sani”.

Competir y no competir

La academia de Zonghetti compite a nivel federado desde hace más de 15 años. Pero desde hace algunos, partiendo desde una asociación zonal, lo hacen a nivel nacional y llegaron con el cuarteto (lo integran dos de sus hijas, una sobrina y un varón) a hacerlo internacionalmente.

“Es muy difícil competir. Somos los únicos en la provincia en competir internacionalmente y es muy difícil mantenerse en ese nivel. Lograr el compromiso, la cantidad de horas de entrenamiento, estar dispuesto a la exigencia física y a la parte de danza”, recalca Zonghetti, y agrega que además de la nutricionista con la que trabaja, está buscando una psicóloga deportiva porque la competencia también genera ese desgaste.

Desgaste al cual Cornaglia no ha decidido exponer a sus alumnas: “No hago competencia. Creo que ese nivel y esa competencia es dañino para las chicas. Lo hice en un tiempo, pero ya no. Prefiero encarar la actividad desde otro lado”.

El grupo de Alejandra tiene como meta el Mundial de Italia del año venidero, el de Cornaglia seguir manteniendo el número de chicas. En la ciudad de Carlos Urquía -al que ambos entrenadores consideran con un don especial para patinar- se patina y mucho. Dese hace mucho. Urquía es especial, sí, pero no es un hecho aislado.