Martín Sauco la rompe cada vez que entra a la cancha con la camiseta de El Ceibo, se trasluce que es un jugador muy valioso, aunque muchas veces tiene que tomar pausas para que el temperamento no le gane cuando los partidos se “pican”. 

Detrás de su rudeza hay un chico tímido que, siendo un poco niño, un poco adolescente eligió el básquet por sobre los libros.

De esos años fue contando mientras tenía un cuadernillo adelante suyo y cebaba unos mates antes del primer turno de entrenamiento del equipo que disputa la Liga Federal de Básquet. Después de un sorbo largo tiró sin pregunta de por medio: “Dejé la escuela por el básquet. Mis viejos me dieron a elegir el estudio o el básquet y acá estoy”.

En su rostro no hay arrepentimiento, se presentó la oportunidad y decidió apostar al básquet, en todo ese camino el estudio era un pendiente y aunque lo intentó la pelota pesaba más. “En 2018 hice la misma modalidad, pero lo tuve que dejar porque me mudé”, agregó al pasar.

Se había transformado así en un peregrino del básquet que ahora no dejará de serlo, solamente les hará un espacio a los libros.

Un pibe en Santiago

La familia de Martín se compone por sus papás que están jubilados y son cuatro hermanos de los cuales es el más chico, el mayor es un varón y le siguen tres hermanas de las cuales tiene sobrinos.

La pelota lo acompañó desde chiquito en Santiago del Estero, lugar de donde es oriundo y a medida que crecía se daba cuenta que quería ser un profesional, al final cuando terminó el primario tuvo que tomar una decisión de adulto: irse al club de donde lo llamaron o sacrificar esa gran chance.

Tenía 14 años y lo seleccionaron de Quimsa, uno de los equipos más tradicionales y fuertes de aquella provincia en el básquet argentino así que armó el bolso y se fue. “Yo estaba desesperado por seguir el básquet, dejé en 7° y no hice nada del secundario así que me falta completo porque ese año lo hice, aunque no recuerdo nada – explicó -, igual yo siempre quise terminarlo, sé que hoy esto es muy importante”.

Antes de volver a entrenar Martín se dedicó a completar tareas.
Antes de volver a entrenar Martín se dedicó a completar tareas.

Intento frustrado

Pasó cuatro años en ese club, después emigró al rival, Olímpico, y cuando maduró un poco más decidió que era momento de ocuparse de estudiar. 

“Siempre tuve esa intención de terminar, lo que pasa es que también en cada club que fui siempre quise estar ahí para el básquet, no quería perder los entrenamientos”, contó a El Periódico

Mientras intentaba retomar la escuela secundaria le salieron nuevas oportunidades. Fue convocado en reiteradas ocasiones para la Selección de Santiago del Estero, pero no fue lo único también fue preseleccionado a la Selección Argentina aunque una lesión en el tobillo se lo impidió.

Otra visión

Cuando llegó a San Francisco se entregó como en todos lados por completo al básquet. Entrenaba, iba al gimnasio, pasaba el tiempo en el club, sin embargo, a veces la cabeza también tiene que hacer clic para encarar un nuevo desafío.

Un día llegó a El Ceibo, habló con los entrenadores y les dijo su plan, cuando puso en palabras su deseo obtuvo el respaldo y empuje para hacerlo. 

“Acá hablé con el Mara (Eduardo Blengini) y el Lauti (Lautaro Oitana) y me dieron el sí para terminar el colegio, se pusieron muy contentos, me apoyaron y los chicos también me ofrecieron su ayuda para lo que necesite”, afirmó el ala pivote.

En el aula

La vida de “Tincho” cambió, ya no es solo entrenar, ir a jugar con los nenes en el club (que por cierto corren siempre a abrazarlo) o estar en el gimnasio, también le dedica un tiempo a leer, hacer tareas e ir a clases.  

“Me anoté en el Ipem N° 315 y la primera clase me fue de diez. Los profesores explican muy bien y mis compañeros estaban un poco tímidos, yo al revés intenté participar porque había leído y recordaba cosas que servían para llevar la clase e insertarme”, detalló.

Martín está concentrado, tanto como cuando se prepara para tirar al aro, se ríe de aquel chico que en Santiago renegaba cuando tenía que estudiar y el hombre de ahora disfruta de las materias.

“Antes cuando era chico no me gustaba estudiar, ahora que soy grande me doy cuenta que es muy importante porque te sirve para hacer muchas cosas y para ser alguien también”, reflexionó. Quizás, de seguir estudiando, confesó que le gustaría seguir formándose para ser “profe” de Educación Física.

Hace un tiempo en una entrevista, el ex jugador Matías Tomatis dijo que le repite a todos los chicos que un jugador no puede pensar 24 horas en básquet y que estudiar incluso es más sano para la mente de ellos. De adulto ya no se ve como una obligación sino una oportunidad hacia la superación, con 26 años a Sauco le llegó ese mensaje.