Los primeros pasos de Mario Conti en el fútbol fueron en el Baby, en Tarzanito, de la mano de Miguel Lebratto y Carlos Corzo. A los 18 años, debutó en Primera en Huracán de la mano de Enzo Trossero e integró el equipo que logró el subcampeonato 1994. Tuvo un breve paso por Unión de Santa Fe, Udinese de Italia, Lugano de Suiza y San Fernando de España, de donde se volvió decidido a alejarse del fútbol aunque, un tiempo después, Daniel Primo lo convenció para que juegue en Sportivo.

En su carrera, Conti sufrió distintas lesiones que lo desgastaron. Lejos de insistir, Mario supo que a los 30 años tenía que parar la pelota e iniciar un nuevo camino en su vida. Hoy es dueño de su propio negocio en el rubro de insumos para computación, el fútbol pasó a un segundo plano y sólo disfruta viendo jugar a su hijo o bien cuando puede juntarse a patear con los amigos.

¿Cómo nace tu carrera en el fútbol?

Nace por mi viejo, él era un apasionado y a los siete años me llevó a Tarzanito, hice toda la carrera de Baby ahí de la mano de Miguel Lebrato, coordinado por el Carlos Corzo, el alma de Tarzanito. Tengo los mejores recuerdos, es una de las etapas más lindas de un chico, hoy tengo a mi hijo en el Baby y espero que lo viva de la misma manera que lo viví yo: con alegría.

¿Cómo convivís con la presión del Baby y todo lo que se genera alrededor?

No creo que sea muy diferente a lo que era antes, está el que alienta, grita y no se da cuenta que en una cancha de fútbol donde hay mucha gente los chicos quedan expuestos de mala manera. No lo comparto. Para mí lo más importante es que mi hijo vaya y se divierta, le marco algunas cosas pero trato de hacerlo en el marco de la diversión, nunca antes o después de un partido. Cuando estamos en una plaza jugando se lo puedo decir pero en un tono distendido, me parece que es la forma más accesible.

¿Y vos por qué llegaste?

Fue un camino muy largo, mas allá de las cualidades técnicas que se deben tener, hay que tener mucho sacrificio, mucha constancia, mucha personalidad y convencimiento de lo que querés y no pensar tanto en llegar, porque eso viene solo.

“La etapa en Sportivo fue muy linda, fue mi último club, fue todo a pulmón y logramos llevarlos a una serie de finales donde no tuvimos suerte de ascender”

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¿Cómo fue tu debut en Primera?

Fue en agosto de 1993 por la Copa Conmebol con Peñarol de Montevideo de la mano de Enzo Trossero. Yo llegué en febrero del 92 a Huracán, fue un proceso rápido y sorpresivo. Fue lindo porque me sube Alberto Fanesi, ese año habían hecho un selectivo y me avisa que Trossero me había llamado para entrenar, esto fue dos semanas antes. Me hizo debutar en el segundo tiempo, ese partido empatamos 1 a 1 con Peñarol.

¿Qué te dejó Héctor Cúper como entrenador?

Fue una de las etapas más lindas que tuve en el futbol, con él juego el primer partido de titular en Huracán, le ganamos 3 a 1 a Mandiyú y de ahí siempre jugué, tengo una relación bárbara con Héctor. Después en el 94 logramos el subcampeonato.

Sos hincha de San Lorenzo, pero jugaste en Huracán, ¿fue difícil manejar eso?

Yo creo que lo que se trae de la cuna no se cambia, más allá de me haya tocado jugar en el clásico rival pude convivir con eso. Me ha tocado jugar varios clásicos y lo he hecho de la mejor manera. Mis amigos más íntimos sabían que era de San Lorenzo, hasta algún utilero, pero nunca pasó de ahí y nunca tuve inconvenientes. Trato de que mis hijos, que son hinchas de San Lorenzo, no tengan odio por Huracán. Todo lo contrario. Lo vivo de esa forma, sin odio y la mitad de mi corazón es del “Globo” porque fue donde pasé los mejores años, he vuelto al estadio hace poco, lo quiero mucho a Huracán.

¿Qué diferencias encontraste en tu paso por Italia y Suiza con respecto al fútbol argentino?

Muchas, en esa época en acá recién se comenzaba a hacer trabajos de pesas, y cuando llego allá eran todos trabajos con pesas y otros reducidos que acá no se hacían. Los entrenamientos físicos eran muy diferentes. En ese sentido siempre están más adelantados, siempre hay algo nuevo allá que todavía nosotros no logramos implementarlo y sólo algunos equipos de elite lo pueden hacer.

“Cúper fue un DT que me marcó, con él empecé a tener los primeros conocimientos del fútbol profesional y me fue guiando, una persona muy humana y un tipo de principios donde a los más jóvenes nos aconsejaba mucho”.

¿Por qué decidís dejar el fútbol tan joven?

Las marcadas lesiones hicieron que me vaya relegando y eso me fue cansando mentalmente, creí que era el momento de iniciar otra etapa con la fuerza que uno puede tener a los 30 años y no por ahí cuando me toque a los 35 o 36 que se hace un poco más complicado.

¿Cómo lo asimilaste?

Fue duro, tener que dejar por esas razones me llevó un tiempo donde no quería ver futbol, no quería ir a la cancha, lo que le pasa a muchos jugadores por diferentes motivos pero las constantes lesiones hicieron que me desgaste la pasión, las ganas de seguir con el fútbol.

¿Cuál fue tu mayor logro?

El solo hecho de haber llegado a jugar profesionalmente tantos años es un logro que para mí es muy importante porque es muy difícil jugar al futbol profesional, no es para todos y el haber tenido la posibilidad tan cerca de salir campeón del fútbol argentino y haber estado ahí en ese marco, lo que implica una final, son recuerdos que me van a quedar para siempre.

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