Oriundo de Esmeralda, Hugo Gallo llegó a San Francisco a los 12 años a trabajar a una carnicería. Un hombre multifacético, hoy jubilado, ex maquinista del ferrocarril Belgrano que fue también taxista, panadero, almacenero y, como si fuera poco, guardavidas de San Isidro en la inauguración de su pileta.

Entre todas sus aventuras, este hombre también fue uno de los pioneros en las artes marciales en la ciudad de San Francisco. Junto al maestro Julio César Bustos fueron los primeros practicantes de judo. Además, fue instructor en defensa personal de la Policía, título que consiguió bajo la tutela del maestro Hitoshi Nishizaka, creador de la Federación Argentina de Judo (hoy CAJ).

Con 86 años, Gallo lleva 68 años vinculado a las artes marciales y su especialidad es la defensa personal, la que sigue enseñando a otros jubilados y sueña con poder expandir ese público. Los que estén interesados en aprender, pueden contactarlo al 438001.

¿Cuándo llegó el judo a San Francisco?

Fue alrededor de 1968. Julio Cesar Bustos publicó en el diario que comenzaba a dar clases en Bomberos y así empezamos. Puso una lona y compró un libro de judo y de karate, los primeros que salieron, de ahí empezamos a sacar las técnicas. Se llamaba “Judo y Karate”.

“En aquellas épocas la práctica era muy distinta, ahora se practica distinto, hay retenciones y muchas cosas que cambiaron. Lo que no hay son torneos de defensa personal, porque eso es como un arma”, contó Gallo. 

¿Cómo se vincula con la actividad?

Siempre me gustó el deporte. Después me comuniqué con Neo, un muchacho que era de Córdoba y se había radicado acá, era cuarto dan en ese entonces y el jefe de él era Nishizaka, un japonés que trajo Perón para dar clases a la plana mayor. Daban cursos especiales, no era para todos, y se daban dos veces al año. Yo me recibí con Neo y Nishizaka me entregó el diploma. $70 salía, era un platal en aquella época.

Hugo Gallo, la historia viva del judo
Hitoshi Nishizaka en una exhibición realizada en el Sport Automóvil Club.

Empieza con judo, pero luego se dedica a defensa personal…

Claro, primero fui profesor de judo, después me dediqué a defensa personal. Pasa que me gusta y me encanta enseñar. Enseñé judo en San Isidro con Neo, tuve un montón de alumnos, muchas personalidades de la ciudad, te estoy hablando de 40 años atrás…

¿Cómo describiría su pasión por las artes marciales?

Las artes marciales es una defensa para todo, te da confianza en uno mismo, uno no se pone nervioso nunca, evita las discusiones y las peleas. Los problemas de la vida uno los resuelve con mayor tranquilidad. Por eso me vinculé a la actividad también, yo era un chico muy nervioso. Pasaba algo y enseguida quería pelear.

Hugo Gallo, la historia viva del judo
Julio César Bustos y Hugo Gallo, pioneros en artes marciales en San Francisco.

¿Hoy sigue enseñando?

Sí, con el grupo de jubilados vamos a hacer gimnasia al Ferrocarril Mitre, con un profe de educación física. Le enseño a la gente grande, a los jubilados, cómo reaccionar ante un ataque. Hoy en día hay muchos robos y les enseño a repeler el ataque. También participo de “El Abuelazo”, una fiesta que se hace en Carlos Paz para jubilados, ahí también les enseño a muchos a repeler un ataque. Pregunto: ¿A alguien le robaron y lo atacaron? Y claro, levantan todas las manos, ahí también les enseño cómo defenderse.

Pioneros en San Francisco. “En aquella época estaban Bustos, Neo, Guntero, luego vinieron Lencinas, Alesso y Vivas, que hoy enseña defensa personal en barrio José Hernández”, recordó.

¿Qué le quedó por hacer en artes marciales?

A mí me gustaría poder enseñar defensa personal sin cobrar nada, gratis. A cualquier institución responsable, yo me encuentro capaz. Me gustaría enseñarle también a una mujer, para que haya una mujer que les enseñe las demás también y se siga trasmitiendo. Quiero ofrecerme a esa gente que es golpeada.

¿Cómo se llega esta edad con esa vitalidad?

No parece que tenga 86 años, ¿no? No demuestro la edad. Pasa que siempre me gustó la actividad deportiva, ya de grande me gusta mucho caminar, tengo una bicicleta fija en el departamento y otra guardada que no la uso mucho porque las calles hoy son un peligro. El secreto es no quedarse, los años pesan, pero la actividad no tiene edad. Estoy satisfecho con todo lo que hice, con lo bueno y lo malo porque me he equivocado muchas veces, pero en la vida el que dice que no se va a equivocar miente.

Hugo Gallo, la historia viva del judo
Gallo enseñando algunas técnicas a adultos mayores.