La semana pasada debutó en la primera división de Proyecto Crecer el arquero Dylan Quevedo, con solo 15 años -categoría prejuvenil- cumplió uno de sus objetivos producto de un esfuerzo diario en pos de luchar por sus sueños.

Quevedo vive en barrio Santa Ana de Frontera y cursa sus estudios en la escuela IPEA N° 222 "Ing. Agrónomo Américo Almes Milani", donde el aprendizaje en la práctica consta netamente en labores de campo. Regresa a su casa, merienda y agarra la bici rumbo a Proyecto Crecer donde lo espera una larga jornada: realiza entrenamientos específicos de arquero a partir de las 5 de la tarde, luego entrena con su categoría -prejuvenil- y algunos días se queda para entrenar con la Primera.

La semana pasada, el entrenador Daniel Aimar lo convocó por primera vez para jugar en primera e incluso sin haber debutado en reserva Quevedo se calzó la “1” y tuvo buen desempeño nada menos en un clásico ante Sportivo Belgrano.

“Para mí literalmente fue lo mejor porque había ido la semana anterior al banco y me quedé con ganas de entrar, uno ve el partido ahí en el banco y te dan muchas ganas de querer jugar, siempre quise debutar en un equipo de primera y que se me dé a tan temprana edad es un orgullo, mi familia estaba re contenta porque no es fácil llegar a donde llegué”, contó el joven guardametas.

Quevedo comentó que sus primeros pasos los dio en Infantil Xeneize, casi de manera tradicional porque su familia está vinculada a la institución. “Mi abuelo fue presidente, estaba en la comisión, al principio era delantero y un día faltaba un arquero, fui al arco, les gustó como atajé y así empecé, siempre en Xeneize, desde chiquito iba a la cancha porque acompañaba a mi abuelo

El arquero explicó que se siente muy cómodo jugando con jugadores más grandes donde la confianza es fundamental. “Me da mucha confianza, al jugar con jugadores más grandes que yo, ellos tienen más experiencia y te enseñan mucho, me hablaron mucho los compañeros”, dijo Quevedo.  

El debut. “El partido fue muy peleado, nos hicieron el gol sobre la hora y nos bajoneó mucho. Tuve un par de jugadas donde las pude tener la seguridad de sacarlas, centros, un mano a mano y el gol de ellos me la puntearon y no llegué, se me vino el mundo abajo, estaba re contento porque en el panorama empatando 0 a 0 con Sportivo, el puntero, estaba contento porque no me habían hecho ningún gol, estaba haciendo un buen trabajo y el gol me bajoneó”, contó el arquero.

El puesto

Ser arquero es muy especial para un jugador de fútbol, es un puesto que requiere de mucha personalidad y mucha constancia porque el momento de jugar a veces tarda en llegar. “Es el puesto que más se pelea, si te relajás, tenés otro atrás, pero también sé que si voy al banco de suplentes no voy a entrar a menos que expulsen o se lesione el arquero titular y cuando te dan la oportunidad tenés que hacer todo bien porque no sabés cuando la vas a volver a tener”, dijo Quevedo.

Un modelo a seguir y una personalidad que cultivar. “Desde siempre lo sigo a Neuer, el arquero del Bayern Múnich, lo vi como atajó un día y lo empecé a seguir, no me perdí un partido del Bayern. Me ponía ver los videos en YouTube y veía que hablaba mucho, se caracterizaba por acomodar hasta a los y de ahí sale un poco mi personalidad, hablo todo el partido, al 2, al 6, al 5, al 9…”, señaló.

Boca y Huracán. El arquero estuvo a prueba en el Xeneize y fue observado también por el Globo. “Estuve tres días en Boca, creo que los nervios me jugaron un poco en contra, era el único a prueba y sentía que todos me miraban a mí”, señaló. Hace unos días, también causó una buena impresión en los captadores de Huracán que visitaron el club.

14 kilómetros en bicicleta y cinco horas en la cancha

El arquero contó cómo es la rutina que lo puso en consideración del técnico de primera. “Estoy todo el día en la cancha, salgo de la escuela, voy a mi casa, como algo y a las 5:30 entreno con Mati (Aimar) y hasta las 10, 10.30 no vuelvo a mi casa, y son siete kilómetros de mi casa a la cancha, cuando termino el entrenamiento de arqueros me quedo ayudando a los chicos, entreno con mi categoría y después voy a primera, eso depende también. Hay que tener ganas de hacer 14 kilómetros para entrenar, también ir a la escuela que voy donde estoy trabajando con los animales, con la pala, desde la mañana ya tengo desgaste físico”, comentó Quevedo.

“Quiero agradecerle al club porque siempre que los necesite estuvieron, cuando pasó un mal tiempo me supieron entender, nunca me exigieron más de lo que yo podía, a mi profe de arqueros Mati (Aimar) que es un fenómeno y siempre está ahí para cuando necesito, a mi viejo y a mi familia que siempre está”, concluyó.