Una montaña rusa. Así fue el 2020 para Sportivo Belgrano que inició el año deportivo de la mano de Carlos Mazzola como entrenador del plantel profesional buscando cambiar el rumbo después de una primera fase -disputada en el segundo semestre de 2019- algo floja.

Al equipo de Mazzola le costó salir del fondo, pero consiguió meterse en los 32avos de la Copa Argentina donde enfrentará nada menos que a Racing. Este logro, a esta altura del año, pasa casi desapercibido, pero fue importante.

Por otra parte, la pandemia y el parate del torneo lo salvó de tener que luchar por la permanencia. La situación era realmente preocupante porque había mucho que perder y al equipo cada vez le costaba más conseguir resultados.

El receso fue más largo de lo esperado. AFA dejó sin efecto los torneos vigentes y eliminó los descensos -algo poco serio-, pero fue una buena noticia para Sportivo que comenzó a preocuparse ya no en lo deportivo sino por lo económico.

Los ingresos en el club bajaron enormemente, según contaba Pablo Esser a este medio (antes de sus problemas judiciales) y sin actividad, mes a mes, se hacía cada vez más difícil sostener la economía del club. "Como quiebran las empresas, también quiebran los clubes y nosotros estamos muy complicados", decía el ex presidente.

La vuelta y un duro golpe

Cuando AFA comenzó a dar señales de regreso, los dirigentes del Federal A comenzaron a delinear cómo iban a terminar la temporada. Esser se mantuvo firme en su postura de jugar la definición, aunque Sportivo estaba más cerca del descenso que de la clasificación.

Todo estaba encaminado. Sportivo comenzaba a pensar en el regreso, pero una bomba explotó en el corazón del club. La tarde del 23 de septiembre, la Justicia Federal ordenó la detención del presidente Pablo Esser por una presunta vinculación con distribución y venta de cocaína, lavado de dinero, emisión de facturas apócrifas y hasta compra de IVA. Incluso, ese mismo miércoles Braian Requena -líder de la fracción de la barra Los Mismos de Siempre- fue sorprendido cuando intentaba intercambiar dinero por droga en una la zona rural santafesina. También fue detenido y se lo vincula a la misma causa.

La noticia recorrió el país en pocas horas y generó un vacío en la conducción. La dirigencia tuvo que reorganizarse sobre la marcha y Juan Manuel Aróstegui, el mismo que había agarrado la pelota más pesada para ascender a la B Nacional, también se encargó de agarrar ésta, menos pesada desde lo emocional pero cargada de incertidumbre y desafíos.

Un proyecto diferente

En la asunción, Aróstegui se manifestó decidido a cambiar el enfoque del club para con el fútbol. Hacía mucho que en Sportivo Belgrano los jugadores propios, del club o de la ciudad, no eran los verdaderos protagonistas en el plantel profesional y solo algunos pocos tuvieron esa chance. La mayoría terminaron “tapados” por refuerzos.

Desde hacía varios años se trabajó para revertirlo, incluso con Aróstegui en el equipo de trabajo que se encargó de las divisiones formativas. La evolución era palpable, bastaba comparar el protagonismo del club que fue en alza en la Liga Regional o bien, últimamente, en el Torneo Regional Juvenil. Pero para esos jugadores siempre faltaba un paso: la decisión de darles la oportunidad. Los socios y los hinchas lo reclamaban y fue Aróstegui quien escuchó el pedido y tomó la decisión de darles rienda en la cancha.

“De una vez por todas tenemos que creer en los proyectos y bancar los procesos”, aseguraba el nuevo presidente en diálogo con El Periódico. Y agregaba: “Confiamos en los chicos del club, están capacitados, pero necesitan un tiempo, una persona formadora que los acompañe, gente al lado de experiencia para que los apuntale y estamos en ese proceso de armado”. 

Aróstegui apuntó a conformar un cuerpo técnico con impronta local, con identidad. Decidió no renovar el vínculo con Mazzola pero sí el plantel. Tras la negativa de Mazzina -el capitán del ascenso- para conformar el cuerpo técnico, convenció a Bruno Martelotto para que sea la cabeza del nuevo proyecto. Conformó un plantel con mayoría de jugadores del club, los promovidos y los que ya estaban dando sus primeros pasos en el profesionalismo, junto a un grupo de experimentados para que los acompañen. Y a pesar de que el torneo de transición del Federal A era corto y con pocas posibilidades para la “verde” consiguió ratificar que en Sportivo esos pibes están a la altura.

Diciembre fue el mes del desahogo para la “verde” porque fue el inicio de un proceso que en lo inmediato comenzó a dar resultados. Y aunque no pueden ir a la cancha, hoy los hinchas duermen tranquilos sabiendo que su equipo sigue invicto y está en carrera por el ascenso, aunque lo más importante quizás es que gran parte de esos 11 que salen a la cancha tienen sentido de pertenencia por el club. Y eso no es poco.