San Francisco ha tenido cinco deportistas olímpicos en toda su historia y una de las más destacadas, sino la que más sobresalió en su época, es Alicia Boscatto . La nadadora fue una de las mejores del mundo en la década del 80 en las especialidades de 100 y 200 metros pecho que participó de dos Juegos Olímpicos: Los Ángeles 1984 y Seúl 1988.

Después de varios años como entrenadora, con 61 años, Alicia sigue vinculada a la natación como directora y profesora en SATIF (Sindicato Argentino de Trabajadores de la Industria Fideera) donde vuelca toda su experiencia y capacitación en la parte recreativa, formativa y técnico para personas de 3 años de edad en adelante como espacio. Pero también compite en la categoría Máster, o competía antes de la pandemia, y como ella cuenta con suma humildad escucha que sus rivales dicen a sus espaldas: “Esa es Boscatto, la olímpica y campeona argentina”; y comenta a carcajadas: “Soy una persona de carne y hueso, no una extraterrestre”.

Amablemente, la multicampeona dialogó con El Periódico y contó vivencias, sensaciones y cómo atravesó una etapa donde llegó a competir -palmo a palmo- con las mejores del mundo cuando todavía no existía el Enard, el apoyo era escaso y la alta competencia no tenía las herramientas que hay en la actualidad.

¿Cuándo te lo propusiste y cómo lo conseguiste? Y dos veces…

Por una meta que tenía desde que era muy chiquitita, yo quería ser olímpica. Para mí era lograr la meta, bajar la cabeza y seguir y ya tener otra meta puesta y nunca conformarme con la meta que tenía. Eso fue lo que lo asombró muchísimo a mi entrenador de Santa Fe, antes de ir a Santa Fe yo terminé mis estudios en Córdoba -en el colegio Taborín- donde había conseguido clasificar a los JJOO de Moscú en 1980, pero Argentina se adhirió al complot y no participó, ahí yo vi frustrada mi primera oportunidad de disputar un Juego Olímpico y quise dejar de nadar. Me aconsejan irme a Santa Fe y cuando llego, le digo al entrenador que quería ser Olímpica y me dice: “Usted sabe que faltan cuatro años para los Juegos Olímpicos”. “Y no me importa”, le dije. “En el medio hay un campeonato del mundo”, me respondió. “Sí sí y yo quiero ir al Mundial y quiero clasificar y quiero ser olímpica”, le dije. Y lo hice… O sea, lo tenía muy claro, me comí horas, horas y horas de entrenamiento en agua, de entrenamiento físico en gimnasio, fuera del agua para llegar; y ya después de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles empezamos a trabajar con un yogui, porque yo era una persona grande y veía que tenía que focalizar la competencia, que era lo que me faltaba. Hoy en día tienen psicólogos, quiroprácticos, preparadores mentales, análisis de biotipo. En esa época era ensayo y error, y si no salía error era un puntito a favor. Y así llego a los Juegos Olímpicos de Seúl…

¿Qué apoyo tuviste para mantenerte en la elite?

Tuve la suerte de que mi familia me ayudó muchísimo, con muchos sacrificios porque mis dos padres eran laburantes y no vengo de una familia adinerada. He conseguido que Gimnasia y Esgrima de Santa Fe a través de su presidente Raúl Araya me patrocine, pagó mi alojamiento en Santa Fe. Y con la ayuda de la subcomisión de natación del club; y después de que llegué a estar a nivel mundial -estoy hablando con 22 años, en el año 1982-, cuando empecé a estar rankeada entre las cuatro o cinco mejores del mundo la Nación se dignó a darme una beca económica que no te alcanzaba para mucho, pero contribuía. A posterior a esto las cosas se pusieron bastante difíciles y el Banco de la Provincia de Santa Fe durante dos años los años y medio me dio una beca por alto rendimiento que equivalían a un sueldo que hizo que en mi última etapa pudiera subsistir y luego empecé a trabajar en la Dirección de Deporte de la Provincia y en el Club Gimnasia y Esgrima, pero fueron años muy duros.

Claro, porque además de pensar en “subsistir”, hacías un deporte muy solitario donde juega mucho la cabeza…

Se trabaja, así es la alta competencia. Es algo muy difícil de explicar, es sacrificio, es perseverancia, es constancia, es dedicación. Es saber absorber momentos de alegría y de tristeza, tener mucho egocentrismo, tener metas muy fijas puestas en tu mente y seguir es bastante complicado, te digo. No es algo muy sencillo, a veces me cuestiono yo misma ¿Qué hice? ¿Y por qué lo hice? Bueno, hay respuestas que no las encuentro. Lo hice porque me gustaba.

Y fue tu modo de vida, lo sigue siendo de alguna manera ¿Qué te dejó esta carrera?

Muchos amigos, por todo el mundo. El deporte es una competencia pero en el momento que se ejecuta, después hay una relación amistosa con mucha gente. Me dejó una formación profesional deportiva para volcar en mis discípulos. Y me dejó una formación personal en mi vida diaria, orden, perseverancia, prolijidad, objetivos. Realmente estoy conforme con lo que hice, no me puedo quejar, en su momento dejó una saturación psicológica en el típica de haber pasado lo que pasa todo deportista de alto rendimiento, muchos años de sufrimiento, de entrenamiento y agotamientos físicos, pero a eso el tiempo lo ido borrando despacito y te digo que hace seis años que volví a nadar con la categoría que me corresponde, en Master, y es la única actividad física que me gusta, a para mí no me pidas que vaya a un gimnasio, no me pidas que salga correr, no me pidas que hagas gimnasia con goma, nada de eso, en el único espacio que me siento cómoda es adentro del agua.

¿Te sentís reconocida?

Siempre fui una deportista muy muy introvertida extremadamente introvertida, nunca me gustaron las fotos, no tengo fotos, por ahí aparecen y tengo las que voy bajando de mis amigos que ponen en redes sociales porque no tengo ni del podio del sudamericano, ni del podio en los Juegos Panamericanos. Lo que sí, yo me doy cuenta que soy reconocida porque voy a un torneo de natación máster y te señalan. “Esa es Boscatto, la olímpica y campeona argentina”; no soy una extraterrestre -risas-…

¿Qué sentís cuando llega un juego olímpico?

Haber llegado a un juego olímpico es porque has sido un privilegiado del mundo porque en tantos millones de habitantes que tiene el mundo y de deportistas que tiene el mundo, poder acceder a un juego olímpico a través del sacrificio, de la perseverancia es hermoso… A lo mejor yo tenía condiciones, pero no soy un crack porque si fuera un crack hubiera sido un negocio. A mí me costaba siempre todo a base de entrenamiento, he sido una elegida del mundo.

¿Qué se siente? Yo en este momento no siento nada, puedo mirar los Juegos y no me molestan en absoluto, tampoco me desespero por mirar Juegos Olímpicos te digo eh. Era más una parte personal en su momento, sí te puedo explicar lo que fue llegar al Comité Olímpico y poder entrar al estadio, poder desfilar, eso fue algo con emociones increíbles, es el sueño cumplido, el objetivo logrado y más allá de que a lo mejor en su momento tampoco lo pude valorar mucho porque uno va con un objetivo determinado que es la competencia, entonces transita todo eso tan rápido… Me preguntan, estuviste en Seúl, ¿qué hiciste? No, no me acuerdo. Estaba focalizada en la competencia del momento, sí salí a pasear un poco, pero estaba metida en mi competencia.

“Yo quería ser olímpica, desde muy chiquita”

A pesar de la aparición del Enard, siguen pasando cosas inexplicables en Argentina

Mirá, mientras no exista una política de Estado no va a haber nunca una política deportiva… pasa que el Gobierno un día es blanco, el otro día es negro, que cuando se va al negro se pelea con el blanco, y así, y lo que hizo el blanco está mal o porque lo que hizo el negro. Tengo 60 años, tengo uso de razón fácil para esto desde hace más de 40 años, desde 1980 que fue cuando empecé a vivir sola y tuve que manejar mi dinero, y los deportistas vivimos siempre a los tumbos.

¿Y qué ves que pasa con Argentina en estos Juegos?

Por ejemplo, el caso de la chica gimnasta, que fue la más joven de toda la delegación con 17 años e hizo una actuación espectacular, a esa chica la nominaron 15 días antes. Tenemos 12 horas de diferencia con el Japón lo que quiere decir que nuestro organismo necesita al menos 15 días de adaptación.

Esto se llama círculo circadiano y eso no se lo puedo modificar nadie, te lo modifica tu organismo. Es la adaptación de nuestro cuerpo el sistema horario, así como cuando uno te vas de acá para Europa…

Pero bueno, nosotros tenemos todavía un país que no ha despegado y dudo que yo lo vea despegar a esta altura del partido. Me parece que se necesita mucho tiempo y muchas cosas de que no se van a dar ahora, así que es triste, muy triste, pero bueno, el deporte argentino es eso.

Pero en el plano internacional sí ha cambiado algo…

Sí, gracias a la evolución que ha tenido el Comité Olímpico Internacional, las mujeres estamos teniendo una mayor representación en la puja deportiva, se han incorporado muchos deportes femeninos que antes no existían. Hoy ya prácticamente tenemos una paridad dentro de estos Juegos Olímpico. Veo que se va avanzando, hay más especialidades. Faltan algunas otras carreras de incorporar, pero bueno, eso lleva tiempo…

Una carrera llena de éxitos

Boscatto comenzó a nadar a los 5 años en la Fábrica Militar, con el profesor Luis Rossi. En 1970, con 10 años, comenzó a competir en diferentes torneos, representando a San Isidro y en 1972 representó a la municipalidad de Porteña con los profesores Víctor Faya y Olga Barale.

En 1975 se radicó en Córdoba y representó al colegio Gabriel Taborín, en 1980 pasó al Club Gimnasia y Esgrima de Santa Fe.

Conquistó un total de 26 títulos en los campeonatos argentinos. También se consagró campeona sudamericana de natación (1977-80) y campeona de las Copas Nativas en Portugal (1982-83) y fue medalla de Oro en la Copa Latina 1982, constituyendo los records argentinos, sudamericano y de Copa Latina, que la ubicó entre las 3 mejores del mundo. Por otro lado, también obtuvo la medalla de Plata en los Juegos Panamericanos de Indianápolis 1987.

Fue deportista olímpica, ya que participó en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 (fue finalista B) y Seúl 1988. Podría haber disputado un juego más, pero Argentina no participó en juegos de Moscú 1980 porque se unió al complot contra la Unión Soviética.

En cuanto a récords en 100 y 200 metros pecho, el primero fue en los Juegos Sudamericanos de Guayaquil 1978; en Buenos Aires 1980, Río de Janeiro 1984 y Lima 1986. También en la Copa Latina en Buenos Aires 1982, Lisboa 1983 y en los Juegos Cruz del Sur de Rosario en 1982.