Marina Lucila Manarcorda dice sentirse “con suerte”. Sostiene que la discriminación más fuerte que recibió pudo haberse dado en el inicio de su adolescencia: “Fue en esos años donde todes odiamos existir, en el inicio de la adolescencia que es muy complicado emocional y psicológicamente”. ¿Por dónde venía la cosa? Por su peso.

Marina es diseñadora gráfica e ilustradora, tiene 24 años y desde hace un par milita en la organización Orgullo Disidente San Francisco -un grupo del colectivo LGBTQ+-, de la cual es fundadora. En ese marco, desde hace unos meses decidieron activar en el movimiento que quiere terminar con la vergüenza del peso.

“Yo tuve suerte”, insistió en diálogo con El Periódico. “Siempre fui extrovertida, imponía mi personalidad, entonces no tuve demasiados problemas. Pero soy una entre tantas personas que la pasaron mal toda su vida y la siguen pasando mal, reconoció.

Como ella, son muchas las personas con sobrepeso que, después de décadas de burlas, exclusiones y violencia, se organizan en todas partes del mundo para pensar las formas en que se las oprime, la especificidad de su situación social y estrategias de resistencia.

“Fat acceptance”, “body positivity”, “orgullo gordo” o “militancia gorda”, son las consignas más utilizadas, las dos últimas en la Argentina.

Expertos en la rama psicológica le han puesto un nombre a esta clase de discriminación, “gordo fobia”, aunque Manacorda prefiere utilizar la denominación “gordo odio”. Para ella, no se trata de una fobia sino de la decisión de “tratar mal a un montón de gente”, un sentimiento de repulsión hacia quienes se apartan de los patrones estéticos establecidos.

En nuestro país, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) identifica la gordura como el segundo tipo de discriminación a nivel nacional y el primero en muchas provincias, mucho más común que la discriminación por género, raza o identidad sexual.

Hora de activar

El activismo busca visibilizar ciertas problemáticas como “no te podés vestir con la ropa que te venden en el shopping”, o “sentarse en el asiento de un teatro, cine o colectivo es un problema”.

A partir de la organización Orgullo Disidente San Francisco, Manacorda junto a otras personas iniciaron asambleas abiertas en agosto pasado para organizarse en este ámbito.

El objetivo, precisó la entrevistada, es buscar los canales para llevar su mensaje al resto de la sociedad: “Primero debemos trabajar entre nosotres, sanar un montón de cosas para poder presentarnos ante el mundo con la fortaleza que se requiere siendo un tema tan tabú”.

El movimiento que quiere terminar con la vergüenza del peso hace pie en la ciudad
Marina Lucila Manacorda, de Orgullo Disidente San Francisco

¿Qué es lo que deben sanar? Eso depende de las vivencias particulares donde la discriminación es el común denominador: “La mayoría de las personas gordas tienen grandes problemas de discriminación, lo más triste es que sucedieron en la infancia y de ahí en adelante el resto de su vida. A un niño le generás la culpa con algo tan cotidiano como es comer. Entonces debemos trabajar esas cosas, que algunos tenemos más resueltas pero a otros les cuesta mucho más”, remarcó Marina.

“El activismo gordo no trata solo la parte obvia de que ese odio disminuya en la sociedad sino también reivindicar la vida con un cuerpo gordo que es mucho más amplio, no es lo mismo esperar lo mínimo de la sociedad que es que no te bastardeen por la persona que sos, sino intentar que se acepte y celebre a una persona sin importar las peculiaridades de su vida”, subrayó.

Que llegue el mensaje

Para Mancorda, cualquier ámbito donde uno se mueve es importante para llevar un mensaje: el trabajo y la reunión con amigos, lo que considera una “gran base individual”. También asume que colectivamente los medios de comunicación y las redes sociales son grandes difusores, aunque eso termina siendo un arma de doble filo.

“Uno cuando intenta difundir algo se expone a algo. La verdad que en cuanto a los cuerpos las redes son uno de los peores lugares y los medios conservan la mirada hegemónica de los cuerpos”, reflexionó.

La salud, las dietas

Esta forma de militancia no sólo busca terminar con el “gordo odio” sino cuestionar al mundo de la moda, las dietas y al propio sistema médico –según aclaran desde la militancia- para que deje de considerar a la persona gorda como alguien enfermo.

“El movimiento feminista nos llevó a grandes cosas, pero a realidad es que nos siguen matando por ser mujeres, homosexuales o nos odian por ser gordos o tener vínculos diferentes”

Especialistas en medicina consideran que la obesidad se trata de un problema sanitario y temen que esta militancia se convierta en una oda al descontrol alimentario y una apología de la gordura. “El riesgo es fanatizarse y que el mensaje se desvirtúe”, advirtió el médico especialista en nutrición y obesidad Alberto Cormillot a la revista Noticias.

Para Manacorda es una “excusa muy bien formada” por organizaciones de la salud. “Hay otros hábitos que son más perjudiciales pero no molestan, sino lo que molesta es que se rompa un estereotipo. Este mundo te culpabiliza por comer”, recalcó.

Respecto a las dietas, señaló que no es algo que supo tomar y que sufrió más viendo a terceros inmersos en ellas: “Siempre me pareció que algo estaba mal en el mundo de las dietas, veía a familiares, compañeras de chica que generaban un vicio con la comida. Hay algo de culpa, de sobreexigencia, se busca otro tipo de relación que no tiene que ver con la satisfacción. Claro que hay personas que las precisan por problemas de salud y deben seguir dietas estrictas, no lo desconozco. Me refiero a las dietas populares, remarcó.

Como señala Manacorda, no se trata de desconocer problemas de salud, sino de luchar contra la discriminación y violencia hacia las personas con sobrepeso. Y de aceptarse sin culpas. Y en San Francisco, comienzan a abrirse paso.

El movimiento que quiere terminar con la vergüenza del peso hace pie en la ciudad
Ilustración: Pablo Domrose

Ropa: hay más variedad, pero todavía falta

Nunca fue fácil encontrar ropa de talla grande en San Francisco, y especialmente ropa joven y de tendencia. Pero en el último tiempo algo fue cambiando, según explicó Daiana Juncos, de la tienda de ropa “Quiérete +” que ofrece talles grandes exclusivamente.

“Me di cuenta que tenía mucha demanda, así que me decidí a empezar a vender solo talles medianos y grandes, es un rubro poco explotado y con mucha demanda hoy en día”, afirmó.

Si bien la comerciante señaló que actualmente es más fácil conseguir variedad ya que antes había pocos mayoristas, la necesidad pasa por conseguir prendas más enfocadas a la moda. Nos pasa que vienen clientes buscando algo que vieron en talle chico pero lo quieren en grande, esa es una de las decepciones para mí como comerciante en no poder ofrecerles eso que buscan porque no existe en el mercado de talles grandes”, explicó y agregó que su objetivo es ofrecer este año su marca de ropa exclusiva y a la moda.