A menos de cuatro semanas para que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, deje las oficinas de Casa Rosada que ocupó en los últimos cuatro años, pero todavía no empezó a guardar sus cosas. Dice que aún está trabajando, que buscará empleo luego de un tiempo de descanso tras el cambio de gobierno y sostiene que convive positivamente con la idea de alternancia en el poder. Antes que nostálgico, se lo escucha relajado. Asegura que seguirá en política y pone una vez más el ejemplo de su abuelo homónimo, uno de los padres del desarrollismo argentino, que hizo política durante ocho décadas -desde los 12 hasta los 92-, pero sólo ocupó cargos públicos dos años.

Frigerio dice que el Gobierno subió la vara en materia de obra pública, que el tiempo reconocerá a Mauricio Macri como uno de los presidentes más federales de la historia y que la inversión en obra pública fue clave para obtener un gran resultado electoral.

-¿Qué conclusión saca sobre su gestión?

-En estos cuatro años tuve muchas responsabilidades. Me encargué de provincias, municipios, la relación con el Congreso. Trabajamos en generar gobernabilidad para un gobierno que probablemente sea el más débil del último siglo en términos de apoyos parlamentarios, cantidad de gobernadores y de intendentes, y también el primer gobierno no peronista en casi 100 años que culmina su mandato. Pero también tuve responsabilidad en gran parte de las obras de infraestructura y en los procesos electorales que nos tocó administrar. El balance es positivo. Hemos logrado construir gobernabilidad a pesar de nuestra debilidad de origen.

-¿Específicamente en materia de obra pública?

-Hemos trabajado en términos de obras de infraestructura como no se había hecho antes en la Argentina. Con mucha eficiencia y mucha transparencia. Terminamos más de 3800 obras, tenemos más de 1000 obras en marcha, una ejecución presupuestaria cercana al 100% introduciendo mecanismos que dieron más transparencia en un contexto difícil, de alta inflación y recesión, en especial en este último año y medio. Hemos cambiado un paradigma. Hoy prácticamente en todos los pueblos de la Argentina hay una obra financiada por el Gobierno. Soy consciente de las cosas que no pudimos solucionar, pero en términos de nuestros objetivos del Ministerio el resultado es altamente positivo. Antes había un alto grado de corrupción y las obras no se terminaban o incluso nunca empezaban. La obra pública sin monopolios ni corrupción significa precios 40% más bajos y la posibilidad de hacer más obras. Por ejemplo, la obra del sistema de agua potable para la ciudad de Amaicha del Valle, que va a beneficiar a 12.000 personas, se licitó por $100 millones y se contrató por $68 millones. O el Canal San Antonio, para proteger de las inundaciones a más de 25.000 argentinos y sanear medio millón de hectáreas, se licitó por $764 millones y se contrató por $569 millones.

-¿Ya le tocó la puerta su sucesor?

-No. Todavía no están definidas las contrapartes. Tuve comunicación con el presidente electo [Alberto Fernández] y con algunos de sus colaboradores, pero al no estar definidos los responsables de cada área no comenzó formalmente la transición.

-¿Notó en su gestión algún hecho de corrupción?

-Todo lo que fuimos encontrando y tenía algún problema de falta de transparencia lo informamos inmediatamente a la Justicia.

-Me refiero a su gestión.

-¡No, no tengo ninguno!

-¿Considera que su sucesor puede encontrar algo una vez que usted se vaya?

-No, no.... No tengo dudas en ese sentido. Hicimos un cambio abismal en el vínculo con los contratistas. En general no licitamos. Por el tipo de obras que hacemos, lo hacen provincias y municipios.

Fuente: La Nación