Las llamadas huertas verticales son un sistema de producción que tiene más de 2500 años, ya en la antigua Babilonia se utilizaron en los famosos jardines colgantes. Significaban una solución para la falta de terreno a la hora de tener plantas ornamentales y alimenticias. Actualmente, las huertas verticales permiten cultivar plantas en una estructura vertical, en lugares pequeños, donde no se disponga de un terreno como tal para cultivar.

Desde el INTA San Francisco en el afán de llevar su programa Pro Huerta a la mayor cantidad de instituciones educativas de la ciudad y la región, adoptó por aquel sistema para que los estudiantes pudieran trabajar sus huertas en aquellas escuelas que carecían de espacio.

“Para solucionar este problema, les propusimos aplicar la tecnología de las huertas verticales. Esto sirvió para que los alumnos puedan observar el proceso productivo y entender que pueden tener la producción de hortalizas en un pequeño espacio. Sumado a ello, los docentes vieron la oportunidad de incorporar conceptos de nutrición y hábitos saludables de alimentación a partir de la producción agroecológica”, explicó Graciela Gasparetti a cargo del programa Pro Huerta.

Las huertas verticales una tendencia que se aplica en las escuelas de la ciudad

Otros beneficios

Según la mujer otro de los beneficios de utilizar el sistema de huerta vertical tiene que ver con la posibilidad de reciclar materia orgánica para la obtención de abono y reutilizar elementos de descarte como cajones de verdulería, envases plásticos, botellas descartables, neumáticos, entre tantas cosas, como contenedores para las plantas.

“Los alumnos y docentes trabajaron, pusieron en marcha sus huertas verticales y, muchas de ellos, aprovecharon lo aprendido en la escuela y lo trasmitieron en sus hogares. De esta manera, entendieron que es posible obtener alimentos seguros, en forma sustentable y colaborando con el cuidado del medio ambiente”, consideró.

De esta manera Gaspertti remarcó que un patio reducido o con superficie dura (cemento, losetas, baldosas, etc.), una terraza o un balcón son aptos para producir hortalizas saludables durante todo el año, aprovechando elementos de descarte como recipientes contenedores.

“Solo es necesario que reciba buena luz solar y que disponga de una fuente de agua potable para garantizar el riego, preparar un buen sustrato (abono + tierra), disponer de semillas de calidad y de un kit básico de herramientas de mano: palitas, carpidor y regadera”, agregó.

Las huertas verticales una tendencia que se aplica en las escuelas de la ciudad

Más sobre las huertas verticales

Gasparetti enumeró además otras utilidades de las huertas verticales: “Este sistema es muy útil para instalarlo, pero no se limita sólo a una cuestión de espacio, también permite redescubrir la calidad organoléptica de los alimentos ya que se cosechan las hortalizas en su punto óptimo de maduración y se consumen inmediatamente”.

“Además- continuó- cuando se hacen las huertas en terrazas se genera una ‘barrera verde’ que disminuye la temperatura y permite un ahorro energético en climatización, son decorativos, son muy fáciles de limpiar y de instalar; pueden ser realizados con materiales reciclados, disminuyendo la generación de residuos y reduciendo el impacto de los mismos en el ambiente”.