La primera vez que Natalia Dietz (40) sacó del horno de su panadería un pan dulce “perfecto”, cuenta que lo abrazó. Y aunque parezca una trivialidad o algo que no debiera tomar tanta trascendencia, para ella y su familia la tiene.

La mujer junto a su marido Marcelo Petracco son los propietarios de la panadería San Nicolás en barrio Jardín, local ubicado bien cerquita de la plaza. Roberto, el padre del hombre, fue uno de los que insistió hace dos décadas atrás con abrir un negocio en este rubro. Pero además, se convirtió con el tiempo en el elaborador de un producto muy tradicional para esta época del año: el pan dulce.

Una vez fallecido, fue Natalia la que recibió el legado y una receta manuscrita a la cual seguramente le faltaba alguno que otro secreto. Después de probar hacerlo, recordó que la primera vez que consiguió la perfección de su producto lloró y lo abrazó una vez salido del horno. En él había más que una masa rellena de frutas.

“La primera vez que lo hice y salió bien lo abracé y me largué a llorar, para mí significa mucho este producto”, reconoció a El Periódico y agregó: “Hacer el pan dulce es lo que más me emociona, yo quedé como la sucesora, por eso representa una gran emoción y hasta lloro cuando lo saco del horno y lo veo grande con su copete, es lo que más me pone orgullosa”.

El pan dulce, un producto que lleva un proceso de elaboración de algunas horas.
El pan dulce, un producto que lleva un proceso de elaboración de algunas horas.

La pareja abrió el local y lo mantuvo hasta el día de hoy a base de mucho trabajo y empuje. Y lo empezaron de cero ya que ninguno pertenecía al rubro de la panificación: “Ninguno trabajaba de esto. Marcelo lo hacía en un supermercado y un día al poco tiempo de casarnos salimos a recorrer la ciudad para ver si había alguna panadería a la venta o para alquilar. La idea era darle el gusto a mi suegro pero también tener una platita extra”, recordó Dietz.

Otro producto estrella en fin de año

Alfajores de maicena, de hojaldre, cañoncitos rellenos de dulce de leche, pastafrolas, prepizzas, criollos, grisines y tiras de panes adornan el local de calle Carrá 2651, reconocido por un producto estrella que es la torta milhojas. Sin embargo, por la época que se avecina, surge otro predilecto, el pan dulce en sus tres versiones: con frutas, sin frutas, y con chips de chocolate.

Consultada por su elaboración, Natalia explicó: “La masa tiene que ser blanda, pegajosa, así se trabaja para que el pan quede esponjoso. La elaboramos con premezclas para que quede algo un poco industrial porque además sale a la venta en la calle, pero tiene su cosa artesanal”, definió.

Sobre el proceso que lleva crearlo, indicó: “Le van unas cuatro horas para el amasado que lleva mucho tiempo, es muy paso a paso, de a poco por el tiempo de leudado, de cocción; se le agrega harina, huevo, manteca, luego está en cada uno ponerle la esencia de pan dulce para que el aroma sea mayor. Es un proceso largo pero vale la pena por el producto que sale”.

Dietz aclaró que el pan dulce que más sale es clásico con frutas, el cual lleva en su parte de arriba un glasé: “Tratamos de hacerlo de calidad pero accesible al público en estos tiempos”, señaló y agregó que es un producto “reconocido” por la clientela ya que gusta mucho: “Es el que más satisfecha me deja cundo sale bien porque puede que un error no te permita que se levante como uno quiere y me agarra una bronca bárbara –dice sonriendo-. Cuando sale perfecto me acuerdo de mi suegro porque él lo sacaba así”, remarcó con nostalgia.