La cantidad de egresados de la escuela secundaria creció un 33,4 por ciento entre 2007 y 2016. En ese periodo, la cifra de estudiantes que completó el ciclo ascendió de 251.451 a 335.399.

Así se desprende del informe titulado “Mejoras perceptibles, aunque insuficientes, de los estudiantes en secundaria”, del Observatorio Argentinos por la Educación. El trabajo fue elaborado por Irene Kit, Daniela Cura y Luján Vago, miembros de la Asociación Civil Educación para Todos.

En el lapso analizado, también se elevó un 30,5 por ciento la cantidad de estudiantes que llegan al último año de la secundaria (que termina en quinto o sexto según el plan de cada provincia).

Sin embargo, esta mejora no alcanza para revertir la curva descendente que se forma con el número de estudiantes a medida que avanza la currícula.

De acuerdo con el informe, casi una cuarta parte de los estudiantes que llega al último año del secundario (23,7 por ciento en 2016) no logran recibirse, ya sea por adeudar materias previas o por reprobar materias del último año.

El periodo bajo análisis tuvo como punto de partida el año en el que ya estaba en vigencia la ley de Educación Nacional 26.206, que establece la obligatoriedad del nivel secundario.

Sin embargo, para las autoras del estudio, los cambios son multifactoriales.

“Es el resultado de una sumatoria de medidas, no es consecuencia de una sola”, afirmó a La Voz Irene Kit. “El sistema educativo es demasiado complejo, involucra a millones de personas que interactúan todos los días –añadió– Por más normativas que se dicten, si no hay una cierta tendencia, voluntad social, compromiso, seria imposible que estas cosas pasen. Eso es lo esperanzador”, destacó.

Ciclo orientado

Según se desprende del análisis, “el incremento en la cantidad de egresados coincide con una mejora de las trayectorias de los alumnos en el ciclo orientado”. Ese estadio corresponde a los últimos tres años del secundario, en los que tiende a descender la cantidad de alumnos que repiten o abandonan. “Sin embargo, persisten desafíos significativos en el primer año del ciclo básico”, advierte. En el trabajo se aclara que es en ese momento que el fracaso escolar –la suma de quienes no aprueban y quienes abandonan– afecta a dos de cada 10 estudiantes en las provincias con estructura 6/6 (seis años de primaria y seis de secundaria), y a tres de cada 10 en las provincias con estructura 7/5 (siete de primaria y cinco de secundaria).

El informe indica que, en 10 años, la proporción de adolescentes de 17 años que alcanza el último año de la educación secundaria en edad teórica (es decir, sin haber reprobado ni abandonado temporalmente la escuela), mejoró del 32 al 45 por ciento. “Son casi 100 mil adolescentes más que pudieron avanzar regularmente en la escuela secundaria”, enfatiza el relevamiento realizado a partir de estadísticas oficiales.

Para Kit, estos resultados muestran que la educación no está estancada. De todas formas, admite que el progreso es más lento de lo que se precisa.

Decisiones políticas

La licenciada en Educación señaló que, además de la “normativa madre” (la ley 26.206), hubo otras resoluciones para lograr una mayor inclusión. Citó, por caso, algunas resoluciones provinciales que redujeron el número de materias que podía adeudar un alumno para poder pasar de año o modificaciones en el sistema de calificación. Sin embargo, insistió en que la evolución está sujeta a otras variables.

“A la dinámica de las decisiones políticas de carácter normativo, se suma el consenso social y el acuerdo entre las millones de personas que están en juego en el sistema educativo”, describió. “Existe una aspiración más sentida en sectores populares de estar en la escuela secundaria, por ejemplo y mayor compromiso”, graficó. E insistió: “Eso está dando resultados, pero es insuficiente”.

“Tenemos que ser responsables o corresponsables de esa dinámica que se puso en marcha. En algo nos pusimos de acuerdo. El segundo paso positivo es que no produjo un derrumbe del resultado de los aprendizajes, porque muchas veces se mira a la calidad y a la inclusión como cosas que se oponen, cuando no es así”, concluyó.

Un fenómeno que no varía: los que se van luego de haber reprobado

Según el informe del Observatorio Argentinos por la Educación, hay un número significativo de alumnos que, al reprobar más materias que las permitidas por norma, desiste de continuar inscribiéndose como repitente.

“Uno de cada tres estudiantes reprobados del último año del ciclo básico no vuelve a la escuela el año siguiente”, indica el trabajo. E interpreta: “Se puede decir que desiste de continuar sus estudios luego de haber experimentado una situación de fracaso”.

Agrega que, en muchas ocasiones, el abandono no deviene de una primera repetición. “Los datos de las pruebas Aprender de 2016 indican que al menos uno de cada 10 estudiantes de segundo o tercer año había repetido dos o más veces”, ilustra el análisis.

Añade que en el periodo analizado (entre 2007 y 2016) ese fenómeno no mostró variaciones. “Las diversas estrategias que se han puesto en marcha no demuestran ser eficaces para prevenir este doble fracaso: el de reprobar y el de no inscribirse al año siguiente”, señala finalmente el informe.

Fuente: La Voz del Interior