Un estudio de la Escuela de Nutrición, que depende de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), arrojó un dato preocupante: el 78% (8 de cada 10) de los niños escolarizados de la ciudad de Córdoba consume un desayuno inadecuado para cubrir las necesidades nutricionales de su edad.

Pese a la creencia existente respecto de que una buena parte de los chicos directamente ni desayuna, el trabajo concluyó que el 91,5% de los pequeños sí lo hace.

Sin embargo, del análisis en profundidad surgió que, tanto en la selección de alimentos como en el aporte de energía, esa primera comida resulta poco adecuada, lo que podría impactar de manera desfavorable en el rendimiento físico y cognitivo que demanda la escuela.

El trabajo se realizó sobre una muestra de 234 niños y niñas, de entre 9 y 12 años de edad, que cursan en escuelas primarias de gestión estatal y privada, en la ciudad de Córdoba.

Para evaluar los datos recabados, el estudio recurrió a las sugerencias de las “Guías Alimentarias de la Población Argentina”, que establecen que un desayuno completo y saludable debe estar integrado por cereales, lácteos y frutas.

“En este trabajo se valoró la calidad del desayuno de acuerdo a su composición y aporte energético”, precisa María Dolores Román, docente de la Escuela de Nutrición y directora de la investigación al sitio Unciencia de la UNC.

Román especifica que para el análisis se establecieron las siguientes categorías: desayuno incompleto (cereal + lácteo o cereal + fruta o lácteo + fruta); desayuno pobre (cereal o lácteo o fruta); desayuno muy pobre (incluye únicamente otro/s alimento/s diferentes a los propuestos).

En relación al aporte energético, se consideró “suficiente” al desayuno que aporta el 25% del valor calórico total de la dieta, e “insuficiente” a aquel que no alcanza a cubrir el ese porcentaje.

“Es probable que los niños que realizan un desayuno completo y suficiente, tengan en general una dieta más equilibrada y por lo tanto el valor energético de la misma se mantenga dentro de las recomendaciones”, comenta Diana Braida, autora de la tesina.

 Frente a estos datos, la consulta que surge es qué propuestas se pueden generar para mejorar los hábitos alimentarios de las niñas y niños escolarizados.

“Quizás, una buena alternativa sea comenzar por mirarnos a nosotros mismos. No podemos pretender que los niños se alimenten de manera variada y equilibrada si los adultos responsables hacen lo contrario”, dice Román.

Por su parte, María del Carmen Grande, codirectora del proyecto, sugiere: “En este mismo sentido, no se trata solo de mirar hacia el interior de las familias, sino mirar a la sociedad en su conjunto. Observemos reflexivamente los kioscos y cantinas escolares. ¿Qué se ofrece allí? ¿A qué precio? ¿Hay alternativas? Sin lugar a dudas, la escuela no es directamente responsable de la alimentación de los chicos, pero sí es un espacio en el que se debe resignificar la salud”.

Fuente: Vía Córdoba