El sacerdote Antonio Grande (64) lleva cinco años al frente de la parroquia "Nuestra señora de Guadalupe" de Frontera y de la capilla ubicada en barrio Acapulco (Josefina) y desde su posición como guía espiritual busca llevar esperanza a los fieles que se encuentran atravesados no solo por la crisis económica que afecta a todo el país, sino también continuas situaciones de delincuencia y violentos hechos que se registran día a día en su comunidad.

¿Cómo analiza la situación que atraviesa la Frontera y barrio Acapulco con la inseguridad y los delitos cada vez más violentos?

Como sacerdote no me corresponde hacer juicio de valor de la materia en sí, hay responsables políticos, sociales, pero sí estamos en un momento social muy malo a nivel país y de la ciudad. En qué se puede manifestar: en los desencuentros familiares, la falta el trabajo o que son precarios, que a los chicos o a los abuelos no se los atienda tanto, entonces se vive mal, nerviosos, preocupados, no solo estamos viviendo insatisfactoriamente sino que no se ve la salida del túnel. Es una situación compleja, el hombre está mal y una causa importante es la no apertura al amor de Dios, la dificultad de tratarnos entre nosotros, entonces las reacciones son diversas, algunos se alejan más de los valores y de Dios y otros no, vuelven a las raíces de los valores y la vida de fe.

¿Es crítico lo que se vive en barrio Acapulco con la inseguridad y las balaceras constantes?

Entro y salgo sin dificultades del barrio, sí estando alerta porque escucho todo lo que pasa y me cuentan. Es un fenómeno que se ha multiplicado, porque antes eran lugares y horarios, más bien de noche, ahora es en cualquier lugar y en cualquier momento del día. Entonces desgraciadamente vivimos atentos y preocupados. Hay temor, inquietud, el tema es muy complejo, sé que la presidenta comunal (Jorgelina Sicardi) se está moviendo pero creo que entre lo que pasa y lo que se busca de Justicia, de cuidado policial da la impresión que la inseguridad desborda respecto a las acciones para contenerlas. Pero la trama es muy compleja.

¿Qué rol está cumpliendo la Iglesia de Frontera?

Tratamos de continuar formando vínculos entre nuestros fieles, ayudar a que las heridas se puedan ir sanando. Pero en este tiempo el crecer es más lento porque hay muchas dificultades para participar de los encuentros, de las celebraciones, ya sea por el asunto laboral que hay que trabajar más para sobrevivir, o el tema del miedo para salir de noche. Estamos tratando de fortalecer la esperanza y el amor hacia el prójimo.

“La inseguridad desborda respecto a las acciones para contenerlas”

¿Ante la situación social que se vive la gente sigue participando de las celebraciones?

Hay luces y sombras que se entrecruzan. Tal vez se podría decir que en lo cuantitativo hay menos número de gente que participa, pero en lo profundo da la impresión de que esto que golpea ahonda en la fe, provoca, en ciertas personas, un crecimiento interior, no solo del llamado de Dios sino de la mordedura de la realidad.

¿Tuvieron que adaptar horarios o situaciones ante la inseguridad?

Ciertamente es que tuvimos que modificar hábitos, no solo en la Iglesia sino las mismas familias se están reacomodando por la inseguridad. El tema es cómo vivir en medio de esto, pero por otro lado tomar recaudos para que en medio de esto uno no sea presa de cañón. Estrictamente cambiar horarios no, pero tener la puerta cerrada cuando ya entramos todos por el tema de los robos, entre vecinos avisarnos si escuchamos ruidos y con los chicos estar más atentos los padres. Estamos en un momento como que estamos en un espiral como de incomprensión, o de heridas, de violencia y hay también un gran esfuerzo de dar amor, valores y ayudar que el bien supere el mal.

Frontera y San Francisco forman una gran comunidad, sin embargo, ¿el fronterense se siente parte de esa comunidad o se lo mira de reojo?

En lo civil hay un ida y vuelta de vecinos de Frontera y Acapulco que van a trabajar a San Francisco, pero desde hace un tiempo a esta parte hay una especie discriminación. Por lo que me cuenta la gente cuando muchos van a pedir empleo si la persona es de Acapulco, no hay lugar. Inclusive pasa con los chicos que buscan lugar en escuelas. Creo que no es respetuoso, porque el que sufre más necesidades hay que ayudarlo. Mientras que en lo religioso, desde este lado hay pertenencia y ligazón con la diócesis de Rafaela.

“La inseguridad desborda respecto a las acciones para contenerlas”

¿La aparición de otros cultos han afectado la congruencia de los fieles? ¿Hay algún mea culpa en el interior de la Iglesia?

Es un tema delicado que hace a la opción personal y a la experiencia que cada uno está viviendo desde la fe. Si es cierto que personas se han ido a otros grupos religiosos, hay que respetar esa libertad de manifestaciones de fe. Creo que desde la Iglesia católica hay que intensificar un poco el encuentro personal, eso que el Papa nos plantea tanto. Los que dejan la Iglesia para ir a otros grupos se descubre que encuentran algo en lo nuestro no lo han hecho. Si del lado nuestro tratar de estrechar el encuentro con el prójimo.

Fiesta patronal de Nuestra Señora de la Merced

Este domingo desde las 15 tendrán lugar las actividades centrales de la celebración religiosa en honor la Señora de la Merced en Frontera.

El domingo 22 tendrá lugar la procesión desde la eremita ubicada en ruta nacional 19 hasta Estación Frontera donde a las 17 se celebrará una misa. En el lugar se llevará a cabo una feria de platos para recolectar dinero para distintos arreglos en la parroquia.