Con la promesa de refundar el país y llevarlo por un camino totalmente distinto al de las últimas décadas, Javier Milei asumirá este domingo la Presidencia de la Nación tras ganar las recientes elecciones de noviembre pasado. Ayudado por los malos resultados económicos del Gobierno de Alberto Fernández, entre muchos otros problemas actuales, el economista de La Libertad Avanza pasó de ser un extravagante personaje de televisión con discursos violentos hace unos años a comandar los destinos del país en una suerte de alianza todavía poco clara con el ex presidente Mauricio Macri.

Como en cada nuevo Gobierno, podría decirse que hay esperanza en la mayoría de la población de que el próximo presidente lleve el país a una mejor situación. El respaldo mayoritario en las urnas para un cambio de Gobierno puede interpretarse de esa manera: la mayor parte de la población quiere vivir mejor. Ojalá que así sea y sea un Gobierno que acierte en esas soluciones.

Tras la victoria en el balotaje frente a Sergio Massa, el presidente electo brindó algunas entrevistas en las que esbozó algunas de sus medidas. Luego, ya no hizo declaraciones y comenzó el armado de su Gabinete para los ministerios y secretarías, con la habitual danza de nombres, idas, vueltas y negociaciones que tiene la actividad política.

Solo tomando sus afirmaciones y sin entrar a hacer futurología sobre qué consecuencias podrían traer las posibles medidas iniciales de su mandato, el panorama parece que será difícil de sobrellevar. El propio Milei anticipó que habrá un fuerte recorte de gastos para reducir el déficit fiscal (gastar más de lo que se recauda) y “estanflación”, que significa un escenario donde la economía no crece (tampoco salarios ni jubilaciones) y, al mismo tiempo, hay una alta inflación, es decir, que los precios aumentan de manera sostenida y significativa.

También anunció su intención de privatizar empresas del Estado y aplicar reformas del Estado similares a las que se instrumentaron en los años 90, con el llamado modelo de convertibilidad. “Recibimos la peor herencia”, aseguró el futuro ministro de Economía, Luis Caputo, aunque sin aclarar si incluye también su propia gestión anterior en la administración de Cambiemos desde 2015 hasta 2019. Son muchas las conjeturas sobre su designación ya que el propio Milei lo había criticado en duros términos años atrás y lo había responsabilizado por lo que ahora considera uno de los problemas centrales de la economía del país: la deuda de las Leliqs, que contrajo el Banco Central. Tendrá sus razones el presidente para darle ahora su confianza a quien culpó antes por un desastre económico.

Por otra parte, no se puede dejar de señalar que la experiencia muestra que más allá de la paridad peso-dólar mantenida durante varios años en los 90, los resultados económicos para la mayoría de la población fueron decididamente malos y desembocaron en la crisis del 2001, como ya advierten políticos y economistas que cuestionan las ideas de Milei. 

Habrá que esperar a ver cuáles son las políticas que finalmente se implementarán. No se puede pretender que solucione los problemas del país en una semana. Fue elegido por la voluntad popular, tiene ahora su oportunidad de gobernar y también necesitará tiempo, como todos sus predecesores. Su carácter violento e inestable, sus ataques a rivales políticos o medios de comunicación, también será un punto que habrá que observar. Seguramente tendrá la llamada “luna de miel” de los primeros 100 días, en los que los mandatarios suelen trazan el rumbo de su gestión, mostrar qué acuerdos políticos pueden construir, qué apoyos y oposiciones se granjean y en los que cuentan con cierta licencia para cambios y contramarchas. 

En campaña y también después de ganar las elecciones el presidente electo prometió más de una vez que el ajuste que proyecta no lo pagará la mayoría de la gente sino “la clase política”, aunque no detalló cómo lo hará. “No hay plata”, resumió. Ahora habrá que ver para qué no hay plata. Y para quiénes no hay. Javier Milei será presidente desde este domingo. Con esperanza en la sociedad de que el país supere problemas de largo tiempo, de que se reduzca la pobreza, que haya empleo y que el sueldo alcance, entre muchas otras cuestiones. Pero también, con los recuerdos de que algunas historias ya las vimos y no terminaron bien. Todo está por verse.