Se crió en el taller de su papá y se volvió un apasionado por los “fierros” y los motores
Matías es un joven mecánico que de chico metió las manos en la grasa y le gustó. Tanto que terminó siguiendo los pasos de su papá.
Varios autos ocupan el espacio del galpón donde funciona el taller mecánico Machine en barrio Bouchard. Las herramientas están bien acomodadas, muchas colgadas sobre una pared de ladrillos a la vista, donde además se impregna el olor de la grasa característico en este tipo de lugares.
Matías Ambrosioni (33) es quien se encarga de meter mano en el motor y demás partes de los vehículos que llegan al taller de su papá Daniel (68), chapista y quien le enseñó de muy pibe el oficio.
“Al taller vengo de toda la vida, mi viejo, que siempre hizo chapa, arrancó a los 14 años. Llegó a tener su galpón y con mis hermanos veníamos desde chicos porque mi mamá tenía que hacer algunas cosas o estaba trabajando. Prácticamente nos criamos entre los autos”, le dice a El Periódico.
El mecánico recuerda que en ese momento utilizaban las herramientas de su padre para jugar y que con el correr de los años empezaron a meter mano en sus bicicletas: “Tratábamos de hacer algo para nosotros, armábamos y desarmábamos la bici, por ejemplo. Mi papá nos enseñó a soldar, entonces caño y hierro que encontrábamos lo soldábamos”.
De los tres hermanos, Matías fue el que siguió con el oficio aunque se le dio por el lado de la mecánica y los motores: “Mis hermanos se dedican a otra cosa. En mi caso estudié en el Ipet 50 (Escuela del Trabajo) y un año antes de terminar dejé y empecé a trabajar. Calculo que se me despertó acá adentro el trabajar de mecánico, mi papá hacíaa la jaula de los autos de rally, entonces fue naciendo la curiosidad. A mí la mecánica me apasiona, la chapa no es que no me guste, el trabajo lo hago y le doy una mano a mi viejo, pero me gusta más la mecánica”, reconoce.
Tal es así que el único deporte que dice gustarle son las carreras de autos y de motos: “No me gusta el fútbol, nunca practiqué otros deportes. Los fines de semana soy de mirar carreras”, destaca.
Ambrosioni trabajó unos 13 años en un taller y luego empezó con su padre. Además, es mecánico en el corralón municipal.
Tecnología, acompañada de experiencia
La tecnología vino a resolver muchos problemas en distintos ámbitos, entre ellos dentro de un taller de reparación de automóviles. Pero para Matías solo sirve si se la acompaña de sabiduría y experiencia.
“Nos todos los autos son iguales, por más que sea la misma marca o modelo no van a fallar siempre igual. La tecnología acorta los caminos, pero hay que tener conocimiento, un plus que te lo da la experiencia”, aclara en referencia a la parte electrónica de los vehículos.
En relación a lo mecánico, sostiene: “No cambió, sigue siendo similar que años atrás. Cambiaron las distribuciones en los autos nuevos, el tipo de alimentación pero lo que es internamente sigue siendo similar”.
El mecánico de barrio Bouchard manifiesta que actualmente uno de los problemas que tienen son la dificultad para conseguir repuestos y sus precios. En este aspecto aclara que muchas veces es difícil armar un presupuesto, quizás el lado que menos lo atrae de esta profesión: “No me gusta sentarme a hacer números, preparar presupuestos porque los números asustan y en esta situación es complicado. Después perseguir a ese cliente que no pagó para que lo haga”.
Tras ello, destaca: “Le busco una satisfacción al trabajo y es solucionarle el problema a la gente, que el auto se vaya andando y el cliente conforme para que vuelva si le vuelve a pasar algo”, cierra.
Por qué se celebra
En Argentina se celebra todos los 24 de febrero el Día del Mecánico Automotor por la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación en 1947.
Esa fecha, pero de 1946, se realizaron las primeras elecciones libres después de la llamada Década Infame; las urnas dejaron en manos de Juan Domingo Perón el cargo de presidente de la Nación.
Tiempo después, el documento del Sindicato de Mecánicos y Afines sostenía que “el arribo del justicialismo al poder político trajo aparejado un nuevo concepto de soberanía política basada en la soberanía popular”.
Y destacaba que “los mecánicos argentinos instalaron esa fecha como una instancia de fuerte índole gremial, porque el 24 de febrero de 1947, el SMATA llevaba dos años de trabajo sindical intenso”, por lo que se decidió esta fecha como el Día del Mecánico Automotor en Argentina.