Hace unos días, Marcelo Daniele (27), un joven de nuestra ciudad, cumplió su sueño de subirse a un auto de rally y vivir la experiencia de correr a alta velocidad junto a una figura de la competencia, como es la del noruego Mads Østberg.

En una charla con El Periódico, Daniele resumió su fanatismo por los autos, precisamente por los de competición, y por el rally, una pasión que comparte junto a un grupo de amigos que se fue armando con el paso de los rallys, que se llama ‘Talibanes Racing Team’. Todos los años, sus integrantes se organizan para ir a seguir la competencia y se instalan una semana en el lugar donde se desarrolle.

Si bien la competencia  empieza el jueves con el shakedown, los días previos los pilotos y sus equipos están abocados a otras actividades.

“Los lunes se practica el Monday Test. Se busca un tramo corto de carrera donde los pilotos pueden probar sus autos y chequear cosas. Sólo se lo permiten a los pilotos del Rally argentino y la segunda categoría del WRC. Este año dejaron participar a Mads Østberg en el nuevo Ford Fiesta WRC 2017. Nunca antes había sucedido que un Monday Test tenga un WRC. Pero por causas especiales le dieron un límite de kilómetros para probar”, explicó.

El concurso

Daniele explicó que se anotó en el concurso a causa de una recomendación de un amigo, Julián Bruno, al que definió como “el más apasionado”. “Él ve que Østberg publica en Facebook el concurso para subir a dar una vuelta el lunes en el Monday Test en La Falda, entonces lo comparte y me dice que me anote. Yo estaba ocupado, así que le pasé el celular a él y me anotó. Fui el último en participar.

Y continuó: “Cuando el lunes llegamos al Monday Test vemos que estaba el auto de Østberg. A todo esto aún no sabía que había ganado, no había mirado Facebook. Cerca de las 8.30 a un amigo del grupo le llega un mensaje diciendo que me estaban buscando, que había ganado, ahí fue cuando me entero”.

De la travesía tuvo un papel importante una amiga, que dominaba el inglés, y que fue la que les ofició de traductora. También fue la que le transmitió al piloto el pedido del joven para que también pudiera subir su amigo, aunque la respuesta fue negativa.

Daniele contó que tras llenar una planilla, ambos se quedaron al lado del auto toda la mañana mientras observaban el trabajo de los mecánicos. “El piloto muy piola y su copiloto también. Nos hacía chistes en inglés que no entendía”, reveló. 

La experiencia

“Fue una experiencia única. Me subo al auto y salimos para el tramo de 3 a 4 kilómetros aproximadamente. ¡Cuatro minutos duró la vuelta! Salimos a fondo y sentí que los órganos se me despegaban del cuerpo por tanta potencia. La adrenalina era terrible, jamás había sentido tanta. Se siente fuerte en el cuerpo. Cada curva la agarraba con tanta velocidad y el auto respondía como se debe. Me emocioné porque nunca sentí esa sensación de peligro y alegría al mismo tiempo. Era como estar cayendo de un edificio de 20 pisos y un metro antes de morir empezás a flotar y te salvás. Esa sensación cada 5 segundos. Cuando me bajé del auto las piernas me temblaban”, resumió.

Una buena noticia lo esperaba al bajar: “Al rato lo llaman a mi amigo Julián y lo hacen subir a él también. El piloto vio nuestra emoción y se enterneció. Un tipazo. Un verdadero deportista”.

“Sin saber hablar su idioma entendimos la misma pasión”, concluyó.

Grupo de amigos

Del grupo de amigos Talibanes forman parte Marcelo y Julián (de San Francisco), dos chicos de Totoral, uno de Córdoba Capital, uno de Buenos Aires y tres de Catamarca. Cada año se organizan, alquilan una cabaña y van a todos los tramos.