Los hechos de violencia en San Francisco preocupan más por su calidad que por su cantidad. Si bien hubo un aumento significativo a lo largo de la última década, las situaciones que se viven son cada vez más agresivas.

La guardia del Hospital Iturraspe es un termómetro que sirve para contar lo que sucede en las noches y madrugadas de los fines de semana sanfrancisqueños.

A los que llegan accidentados por chocar con su moto, que son comunes, se les suman los heridos de arma blanca y de fuego. También aquellos que llegan pasados de alcohol o drogas.

Pero esto no es todo ya que en muchas ocasiones las peleas siguen dentro del nosocomio público cuando alguien llega para “terminar” lo que empezó o cuando el amigo o el familiar del herido busca venganza. A la par, el personal de salud también suele ser víctima de estas feroces disputas y de la intolerancia de la gente.

Más violentos

Los agredidos que llegan a la guardia son víctimas de la violencia de género, familiar y callejera. En esta última se destacan los lesionados a raíz de un delito o aquellos heridos de arma blanca (cuchillos, navajas, entre otras) o de fuego.

Según explicó a El Periódico el director del Hospital Iturraspe, Mario Vignolo, el 80 o 90 por ciento de estos hechos –también de los accidentes- están relacionados con el consumo de alcohol y drogas.

“Se mantiene desde hace unos años un promedio de cinco heridos graves por noche (sábado y domingo) víctimas de peleas callejeras. Más allá de si el aumento es significativo lo preocupante es el ensañamiento que existe en cada pelea”, aseguró Vignolo.

Y la situación repercute dentro del hospital porque a su vez se generan otros pleitos en el lugar. “Cuando hay un baleado o un apuñalado vienen amigos, aquellos que quieren terminar el trabajo o los que quieren vengar lo sucedido. Eso genera verdaderos problemas. Hay un guardia de seguridad las 24 horas pero el hospital es grande y a veces no alcanza. Además hay que sumarle el pabellón de Salud Mental donde hay muchos pacientes de riesgo”, explicó el médico.

Al margen de la estadística, a la guardia llegan también lesionados en peleas callejeras, aunque de menor gravedad, que no toman estado público.

Desprotegidos

El amontonamiento en la guardia del hospital genera intolerancia. Todos quieren ser atendidos inmediatamente. La guardia está compuesta actualmente por al menos cinco médicos, tres más que una década atrás por ejemplo. También por dos enfermeros. Pese a esto, a veces los que necesitan ser atendidos son muchos.

“El personal se siente desprotegido, tiene miedo; pedir más seguridad es una demanda constante, más custodia policial. También es cierto que podés tener un regimiento y si viene gente alterada va a ser difícil contenerlos”, precisó Vignolo.

Por otra parte, la agresión verbal hacia médicos, enfermeros y demás empelados del hospital no conoce de días: “Hay gente que viene diariamente con un estado de excitación muy alto”, dijo el médico, quien además reconoció que por esta cuestión también existe intolerancia de parte del personal: “A veces tenemos que hacer un mea culpa”, expresó.