La esquina de Libertad y Echeverría ya no volverá a ser la misma. Transita sus últimos días lo que fue el histórico taller de chapa y pintura de la sociedad Raúl Peretti (73) y José Carrizo (72), un local que lleva casi 50 años ese lugar.

Mientras tanto, sus propietarios pasan las mañanas y las tardes sentados en sillas o reposeras esperando a sus amigos o a quienes fueron sus clientes de tantos años con el termo y el mate en la mano para referir alguna historia, anécdota o noticia de la vida. 

El taller, que antes perteneciera a la firma Busso, Gottero y Racca, lleva más de 60 años en barrio Catedral, aunque antes se encontraba sobre Libertad 1327. Recién en 1971, se mudó a esta esquina.

Después de pensarlo y debatirlo durante dos años, Raúl y José decidieron que ya era hora de cerrar una etapa de sus vidas aunque reconocen que no será fácil acostumbrarse a no estar en el taller. “Obvio que cuesta desprenderse, ahora no tenemos nada que hacer y venimos igual. Y los amigos son los que están sufriendo más que nosotros porque nos preguntan qué van a hacer cuando cerremos”, admiten.

Algo de historia

Tanto Raúl como José comenzaron a trabajar con solo 12 años. “Yo entré el 16 de noviembre del ‘58”, dice Peretti con la seguridad del que recuerda una fecha histórica.

“En esa época la mayoría de los chicos les hacían realizar tareas menores hasta que después se iba haciendo -acota José-. Nos tocaba barrer, cebábamos mates, juntábamos las herramientas, lijábamos ruedas y hasta hacíamos mandados”.

Con el tiempo, José fue dedicándose a las tareas de chapa y otros arreglos de los autos, mientras que Raúl se fue especializando en todo lo que tenía que ver con pintura.

“En una época nos quisimos independizar con el flaco -por Raúl, cuenta José- pero al principio no quisieron. Después quedamos con el último socio, Racca, hasta que finalmente quedamos los dos. Cuando estuvimos solos nunca tuvimos empleados, nos arreglábamos nosotros solos”. 

Los dos coinciden entre risas que el secreto de mantener la sociedad durante mucho tiempo fue porque nunca hubo demasiado dinero de por medio. “Fijate que en las sociedades que hay, cuando empieza a haber plata, ahí se arma el lío”, señala Carrizo.

La decisión

“Uno ya está grande, el cuerpo no aguanta más para agacharse y las cosas que uno hacía antes, los reflejos no son los mismos”, concuerdan.

Por las malas posiciones durante años, José deberá operarse en breve sus dos rodillas. “Ya hace unos años que veníamos eligiendo un poco los trabajos y siempre optábamos por cosas chicas, pero eso sí, cumplimos siempre”, dice el chapista. Y continúa: “Cuando venían con trabajos más grandes los derivábamos a los amigos colegas que conocemos que trabajan bien”.

Video: Un taller se despide de su histórica esquina en la que permaneció 50 años

“Se puede decir que el taller siempre fue un lugar de paso para los amigos. Tenemos amigos de la infancia que vienen a visitarnos y clientes con los que hemos hecho amistad, son los más preocupados por el cierre”, comenta con una risa melancólica Raúl.

Lo que viene

“No va a ser fácil dejar esto -admite Raúl mientras mira de soslayo el galpón semivacío-, habrá que salir a caminar, dar vueltas en bicicleta, encontrarse con amigos. Encerrarte en casa no podés porque entra la depresión, lo vamos a ir manejando. Ya uno de los amigos propuso que una vez al mes nos juntemos a cenar”.

Por su parte, para José se vendrán las operaciones en sus rodillas y luego tratar de cumplir los anhelos de su esposa, que pretende viajar. “Después voy a hacer unas cositas vinculadas a lo que sé hacer en chapa y cerraduras, como para mantenerme activo”, añade.

Remate

Este sábado 24 a partir de las 14.30 se realizará el remate de las herramientas, repuestos y otro tipo de artículos que todavía quedan todos vinculados al taller.

Según concordaron los socios seguirán yendo al taller hasta que se lleven todas las herramientas que quedan y quede todo limpio, “son unos días más para que puedan seguir viniendo los amigos, como una despedida”, dicen.

Una esquina con historia

En el año 1985 Raúl compró la actual esquina del taller a los últimos familiares de los Tampieri y según cuenta allí era el lavadero y zona de lubricación para los vehículos de la firma. Incluso todavía guarda el letrero de aquella época que el propietario decidió no borrar y que dice “Lubricantes”.