“El éxito del Pro Huerta original hubiese sido que desapareciera el programa. Porque originalmente era para cubrir una necesidad puntual y que no hubiera más gente con hambre. Creo que el éxito es haberse ido adaptando a las necesidades de la gente. De esta cuestión primaria, la de cubrir una necesidad básica como la alimentación, a que hoy en día acompañe procesos productivos”. Veinticinco años es un montón de tiempo para una política de Estado convertida en programa. Y así, la ingeniera agrónoma Graciela Gasparetti, a cargo del Programa Pro Huerta del Instituto Nacional de Técnología Agropecuaria (INTA) en San Francisco desde 1997 explica el porqué del suceso y la mantención del programa en el tiempo. Que no solo sigue cubriendo esa necesidad primigenia sino que permite incluso una salida laboral a los pequeños horticultores.

Temporadas

Para los encargados del programa en San Francisco el año se divide en dos. En dos temporadas: otoño/invierno, y primavera/verano, según los procesos de germinación de las respectivas semillas que integran los packs. Se reparten para cada momento del año 1200 bolsas, un número que se mantiene hace años dividiéndose para diferentes proyectos y estilos de huertas: familiares, institucionales y comunitarias. San Francisco además, nuclea la distribución en la mayoría del departamento San Justo, área que se cubre gracias a la tarea de diferentes promotores ubicados en las diferentes ciudades de la zona, incluidas algunas locaciones santafecinas cercanas.

Conciencia alimentaria

“El programa que se inicia en el año 90 financiado por el Ministerio de Desarrollo Social, nace con la urgencia de paliar una problemática puntual: la carencia nutricional de gente que debido a la crisis no tenía que comer. Era esa gente la que venía a buscar semillas. Desde hace unos ocho años atrás, eso comenzó a cambiar y empezó a venir gente que quería saber qué comía. Quería producir sus alimentos. De una seguridad alimentaria que iba por el lado de llenar la panza, a una seguridad alimentaria que consiste en saber con qué se llena”, explica Gasparetti.

Mover la tierra

“Son 25 a 30 escuelas en la zona las que están trabajando con nosotros, varias de ellas, con posibilidades de comercialización a través de las cooperativas escolares. Las instituciones más relevantes que están trabajando con nosotros son: Caritas, la cárcel, APADIM, Ana Sullivan o el Cottolengo Don Orione. Muchas entidades producen y las donan, y muchas instituciones tienen como fin el autoconsumo”, detalla Gasparetti.

No es simple tener una huerta, y que ésta sea productiva. Hay una cierta capacidad, un tiempo de atención, pero sobre todo es vital el espacio que se tenga para cultivar, y mucha gente no lo tiene. “Muchas personas que vienen viven en departamentos y no tiene lugar para hacer una huerta, pero como quieren comer sano, y saber lo que comen, vienen a preguntar dónde pueden comprar productos de huertas agroecológicas”, agrega. Desde el Pro Huerta se ha creado además un circuito de comercialización para paliar esta falta de tierras.

Veinticuatro años lleva el Pro Huerta atacando problemáticas reales y ofreciendo caminos reales de sustentabilidad: alimentaria y económica. Aunque no parezca, hay una San Francisco con una huerta en el fondo.

La huerta propia

Para buscar las semillas que ofrece el INTA vía Pro Huerta sólo hay que acercarse al predio de la Rural de la ciudad. Pueden además contactarse vía Facebook: www.facebook.com/INTASanFrancisco o a través de la web del programa: www.prohuerta.inta.gov.ar/