Diego Berone es un docente de nuestra ciudad que en 2015 se fue a probar suerte laboral y profesional a Buenos Aires y de a poco va concretando sus proyectos de vida. El año pasado retomó su formación en la actuación, algo que había hecho en su adolescencia, y el esfuerzo ya le rindió frutos: hace dos meses participó junto a su pareja de una de las publicidades a nivel nacional de la empresa de telefonía móvil Movistar.

Diego es profesor de tres materias en el nivel medio del reconocido Instituto Santa Cruz en el barrio de Boedo. Allí tiene a su cargo las cátedras de Antropología Cultural, Derechos Humanos e Introducción al Análisis de la Realidad.

Además el joven sanfrancisqueño cursa estudios de actuación en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD). “Son cuatro años de entrenamiento y la idea es que se conforme un elenco más que nada para el teatro independiente”, contó Diego a El Periódico.

“Fue el año pasado que retomé esto de la actuación, era un tema que había dejado de adolescente. Pude conectar con todo ese ambiente y fue muy lindo volver a eso. Así me empecé a mandar a castings y estoy haciendo cosas de manera independiente. Tenemos proyectos con algunos amigos, estamos escribiendo una obra y estudiando mucho para crear proyectos”, añadió. 

Su primera publicidad

De tanto participar en castings, ya forma parte de un círculo de representantes que llaman a los actores cuando aparece un rol específico. Y así fue como lo llamaron junto a Gastón, su pareja, para interpretar a dos jóvenes papás con un hijo.

La publicidad se denomina “Familia Movistar” bajo el slogan “Cuantas más líneas móviles juntás, más descuento tenés”.

“Después de que salió la publicidad varios me preguntaban si tenía un hijo y nada que ver. Pero bueno, tiene que ver con lo que genera la publicidad, trasmitir que eso que se ve parezca verdadero. Para mí fue una experiencia muy divertida y gratificante”, manifestó el actor.

Diego aseguró que grabaron escenas con dos bebés diferentes y que pese a que su aparición dura unos pocos segundos se sorprendió con todo el montaje armado para la publicidad. “Hubo un gran montaje, como 50 extras detrás, luces, maquillaje y todo para algo que solo se ve unos segundos, por eso digo que son experiencias raras y muy divertidas. La grabación de esa escena fue como de tres horas. Lo que más tiempo demoró fue lograr lo que buscaban los directores con el bebé y hubo que filmar muchas veces”, comentó entre risas.

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¿Te preocupó la repercusión que tuviera la publicidad en una ciudad como San Francisco?

Para nada y todos los comentarios que me llegaron fueron muy lindos. Si hay alguien con una experiencia más conservadora en torno a la sexualidad me parece que será un problema de esa persona y no mío. Ojalá que llegue el tiempo en que tampoco haga falta mostrar una publicidad para mostrar que una familia no convencional también puede ser feliz, porque también lo que busca la publicidad es eso. La gente puede decir lo que quiere, en mi experiencia cuanto más libres somos, más felices.

¿Cómo fue que los llamaron a los dos juntos?

Por un lado él también se dedicó un tiempo al arte, pero más que nada se trata de acompañar los proyectos del otro. Por ahí voy mandando currículums y piden parejas y se prendió. También él lo disfrutó y la pasamos bien, además que juntamos algo de plata para estos tiempos difíciles.

¿Fue un cambio muy brusco pasar de dar clases en San Francisco a Buenos Aires?

El contexto en el que estoy trabajando es bastante similar al de San Francisco, la clave está en cómo seguir trabajando el vínculo con los adolescentes. Por lo general los chicos y las chicas tienen ganas de que alguien los escuche, ganas de participar, de sumar su mirada. Sí hay un contraste más fuerte en salir a la calle, la fractura, el dolor de la gente sí es más grande y en estas últimas semanas Buenos Aires está bastante complicado, entre paros, la violencia policial y cosas que pasan. En ese aspecto se siente mucho más que en San Francisco, acá se vive con otra intensidad.