El último fin de semana, el Aero Club San Francisco vivió dos jornadas muy especiales: en el marco de los festejos por sus 90 años, una gran cantidad de vecinos se dieron cita en sus instalaciones para disfrutas de diferentes atracciones, entre ellas shows aéreos, paseos en avión, globo aerostático, paracaidismo, aeromodelismo, food trucks, y muchas otras.

Muchas miradas estuvieron puestas en el avión reactor L29 “Dolphin”, una máquina de combate perteneciente a un particular de Carlos Casares (Buenos Aires). Fue diseñado y fabricado en Checoslovaquia, y su principal usuario fue la fuerza aérea de la Unión Soviética desde 1966 hasta 1977.

Quien también puso el ojo en este avión fue Melisa Di Bert, que en el marco de su cumpleaños decidió regalarse un vuelo sobre él. Pero tampoco dejó pasar la oportunidad de subirse a otro avión, pero de acrobacias: "Fue inolvidable", reconoció.

También aprovechó la oportunidad de subirse a otro avión.
También aprovechó la oportunidad de subirse a otro avión.

"Hace rato que me gusta todo lo relacionado con el Aero Club. En otra oportunidad hice paracaidismo en tándem y fui probando distintas cosas, lo que es planeador, un vuelo acrobático en otra oportunidad. Y cuando me enteré de los 90 años, me contaron qué iba a haber y dije 'bueno, por qué no probarlo'", contó.

Así fue que en julio, mes de su cumpleaños, comenzó a ahorrar para regalarse dos experiencias que sabía que jamás olvidaría.

"Junté esa plata, y ese día fui con la intención de subirme solamente al avión ruso. Fuimos todos con la familia a festejar el Día de la Madre y yo subí un ratito antes de las 14. La experiencia fue increíble, la sensación de la adrenalina, de subir, de la velocidad. El piloto es un genio, muy amable, muy predispuesto, me iba preguntando cómo me sentía yo porque por ahí hay cosas a las que uno no está acostumbrado a vivenciar. Por ejemplo la fuerza G (una medida de la aceleración experimentada por un cuerpo en relación con la aceleración de la gravedad terrestre), que es algo que nosotros no sentimos nunca y allá arriba se potencia", explicó.

Un cumpleaños en altura: lo festejó volando a 700 kilómetros por hora

Di Bert destacó la buena predisposición de los pilotos y la seguridad que le brindaron.

Experiencia 

En cuanto a la experiencia con el avión ruso, contó: "El piloto iba en la parte del frente, yo iba atrás, teníamos auriculares y un micrófono para poder comunicarnos. Y toda la seguridad, en ese punto me sentí súper segura porque ellos mismos te ajustan todos los cinturones, prueban, en ese sentido no te da miedo para nada, está todo realmente controlado. El piloto, muy amable en todo momento".

"La vuelta duró 10 minutos y te quedás con ganas de más. Lo que más atrapa es la velocidad, es un avión que según lo que entendí estaba llegando a pasar en esos vuelos rasantes que hacía sobre la pista a 700 o 720 kilómetros por hora. Si bien también hizo acrobacias, su fuerza era la velocidad", agregó.

Respecto al segundo avión al que también pudo subir, expresó: "El acrobático tiene su adrenalina por estas vueltas en donde quedás de cabeza, de subir, de bajar en picada, son dos cosas distintas pero cada uno tiene lo suyo, fue inolvidable".

Un cumpleaños en altura: lo festejó volando a 700 kilómetros por hora