“Algún día quisiera tener mi propio museo de sifones, botellas y otras cosas que colecciono. Pero quizá para más adelante, cuando me jubile”, dice con una sonrisa Gabriel Pomiro (41), un sanfrancisqueño que atesora alrededor 600 sifones de soda antiguos y botellas de vidrio de todo tipo, además de otras curiosidades.

Pomiro resalta que su objetivo es juntar cosas del pasado, aunque su debilidad son los sifones antiguos de soda y las botellas de vidrio de las más variadas marcas.

“Para algunos son porquerías, mugre y por ahí gracias a que la gente lo tira yo lo junto. Como con mi trabajo estoy todo el día en la calle y por diversas localidades constantemente voy mirando qué puedo encontrar, ni te cuento cuando veo un contendor lleno de cosas”, confiesa.

Todo relacionado con el vidrio

Gabriel comenzó su amplia colección juntando sifones anteriores de la década del ’80 y luego continuó buscando botellas de gaseosa y cualquier otra relacionada, de bebidas blancas, artículos de limpieza, cualquier tipo de envase de vidrio.

Tiene una colección de 600 sifones y botellas de vidrio: sueña con el museo propio

“Me centré en los sifones porque me llamaban la atención sus colores, los distintos formatos y los trabajados artísticos que tenían. Después empecé a ver otros coleccionistas en grupos de Facebook y de ahí surgió lo de las botellas y siempre aparecen cosas raras. Hasta el día de hoy hay tesoros escondidos que uno no sabe y si lo puedo salvar de que no termine en el basural, bienvenido sea”, asegura el hombre.

En su garaje, en parte de la cocina y en otras habitaciones de su casa Gabriel cuenta que tiene unos 250 sifones exhibidos y unas 400 botellas. Aunque en un galponcito de su patio asegura que tiene muchos más de ambos y los va rotando.

Pero el hombre también posee una variada cantidad de radios antiguas, latas de té, café y de aceites; faroles, lámparas a querosene, sopletes, aceiteras, herramientas antiguas y destapadores de las más variadas fechas. Además de una coqueta tickera de remises.

Tiene una colección de 600 sifones y botellas de vidrio: sueña con el museo propio

Algunos de sus “tesoros”

Luego de una recorrida por distintas habitaciones Gabriel destaca como sus “pequeños tesoros” a unos sifones de vidrio entallados de mediados de los ’70, unas botellas que tenían como tapa una bolita de principios de 1900. Unas “mamaderas” de aceite que utilizaban los talleres mecánicos. Además de unas botellas de ginebra de terracota que cuando se terminaba la bebida “eran usadas para colocar agua caliente y las ponían a los pies de la cama en invierno”, relata.

Con respecto a los envases de sifones asegura que los más buscados son los de color azul, rosa o aquellos que tenían distintos trabajos artesanales. En referencia a esto cuenta: “Se dice que el sifón de color verde era para la gente más humilde, el azul para la clase media y el rosado o color caramelo para la gente de alto nivel adquisitivo. Y éstos últimos son los más difíciles de conseguir y en internet te los ofrecen a 3000 o 4000 mil pesos”.

Su deseo

A su hijo Juan Pablo (14) ya le advirtió que no se atreva a venderle nada, “me gustaría que siga con la colección. Por suerte me acompaña en esta pasión y él busca botellas en miniatura”.

Para Gabriel, la pasión por el coleccionismo no se acaba nunca: “No es como un álbum de figuritas que arrancás de la n°1 a la 300 y lo completás. Con esto te sorprendés todo los días, es algo de nunca acabar. Además yo admiro la calidad de las piezas, los sifones estaban hechos para durar toda la vida”. 

Tiene una colección de 600 sifones y botellas de vidrio: sueña con el museo propio

 Búsqueda. “Voy a los remates pero lo más lindo es ir a las casas antiguas de pueblo, a los campos y de tanto hablar con una persona por ahí te pasan un dato de dónde había un boliche de campo o de alguien que puede tener las cosas que busco. Muchas de mis cosas han aparecido en antiguas soderías, chacharitas y cada 15 días o una vez al mes siempre les hago una visita. Ya me conocen y si aparece algo me lo guardan”.

Trueque. “Entre los coleccionistas existe mucho el intercambio de objetos. Uno sabe quién busca tal cosa entonces a veces paso por un lugar encuentro algo y sé que lo puedo cambiar por algún sifón o botella, entonces se hace el trueque”.

Mil sifones

Cierto día Gabriel localizó una ex sodería en la localidad de Laspiur y se le ocurrió preguntarle al propietario si le quedaban envases: ‘Tengo el patio lleno-fue la respuesta-, los vendo pero tenés que llevártelos a todos, desde el más lindo al más feo’. Arreglamos un precio y me traje casi mil sifones, así que tengo el tallercito lleno”, dice entre risas.

Viejos conocidos

Fernando Panero, martillero público nacional, ya conoce a varios de los coleccionistas locales y sabe sus preferencias. “Tenemos sus teléfonos y los llamamos cuando tenemos lotes que les pueden llegar a interesar. Coleccionistas en San Francisco tenemos para todos los gustos y cada cual con sus particularidades”, refiere.

Según Panero, en nuestra zona sobresalen los coleccionistas de “objetos raros y antiguos” y ejemplifica: “Tenemos gente que se dedica a la cristalería, vajillas, latas, teléfonos antiguos, relojes, cuchillos, llaves, candados, cajitas musicales y están los que se llevan cosas más raras como cajas registradoras antiguas, entre tantos otros que se me vienen a la mente”.

Y agrega: “Ellos están en contacto permanente con nosotros, es más a todos los remates que hacemos e vienen a la vista previa y si ven algo interesante se quedan”.

Tiene una colección de 600 sifones y botellas de vidrio: sueña con el museo propio