Damián nunca imaginó que la vida le iba a cambiar tan radicalmente y en tan poco tiempo. Pero sabía que los sueños, cuando uno los busca hasta el cansancio, se cumplen. Y así fue. Es que luego de ocho años junto a Jésica, su pareja, pudieron adoptar a Aliú, un niño africano de un año. Pero la vida les traía preparada otra sorpresa: seis días antes de viajar a buscarlo, se enteraron de que pronto llegaría Jimy para sumar felicidad a sus vidas. Sí, el embarazo, tan buscado que llegó para doblarlos en felicidad.

Aliú Vincenti tiene 1 año y 2 meses. Nació el 17 de marzo de 2018 en Guinea-Bisáu. Su mamá falleció cuando tenía seis días de vida y su papá, con el sueño de darle una vida mejor, decidió llevarlo a un hogar para su adopción.

“Lo teníamos como proyecto de familia. Desde que nos pusimos de novios con Jesi habíamos pensado en formar nuestra familia teniendo la opción de adoptar y de tener hijos biológicos”, recordó Damián Vincenti.

Y agregó: “Tuvimos un tiempo de espera en esa intención de ser padres pero somos cristianos y entendíamos que Dios tenía un propósito en esa espera. En ese transcurso intentábamos de manera biológica pero también nos poníamos en contacto con varios lugares”.

Así, la familia esperó por ocho años, aunque sin suerte. “Dentro de las posibilidades que fuimos viendo, como Haití o Ucrania, por una cosa u otra no se podía. Después nos enteramos de un hogar cristiano en Guinea-Bisáu. El contacto llegó por una compañera de Jesi del secundario que adoptó a un niño en el mismo hogar. Nos pasaron el contacto y fue bastante rápido porque desde el primer llamado hasta que viajamos pasaron 8 meses”, contó el flamante papá.

En África estuvieron 12 días. Se alojaron en el mismo hogar, en donde existe una escuela, un albergue para adoptantes, voluntarios y demás personas. También un hospital.

“La diferencia es que allá a los niños los llevan por amor, no por abandono. Entienden que en ese lugar están a salvo, porque les dan comida, tienen salud y educación. Ninguna de esas cosas son públicas allá. Por eso, la decisión del papá. Nosotros lo conocimos, por protocolo del hogar de conocer la familia. Fue el papá, los tíos, unos primitos. Nos presentamos y pudimos charlar con ellos, traductor de por medio”, detalló.

Y explicó: “Allá hay distintas realidades. Hay 150 chicos en el hogar, desde bebés hasta adolescentes de 17 y 18 años. Él es huérfano de mamá, ella falleció a los seis días que él nació. La idiosincrasia es muy distinta a la nuestra, entonces al morir la mamá se complicaba la posibilidad de poder criarlo. Las familias viven en comunidades, la mayoría son de la religión musulmana. Por eso lo criaron hasta los ocho meses y después lo llevaron al hogar”.

Se viene el primer Día del Padre para Damián, un papá por partida doble

Primer Día del Padre

Solo seis días antes de viajar a África, la pareja tuvo la feliz noticia de que Aliú no estaría solo, sino que en meses compartiría su tiempo con Jimy, su hermanito que viene en camino.

“Esta fecha es especial, si bien a mí me gusta más la idea de celebrarla todos los días. Te cambia las prioridades, las motivaciones y lo que significa el hecho de poder amar tanto a una persona, protegerla, cuidarla”, reconoció.

Por eso, cada día Damián lo disfruta al máximo: “A la mañana, antes de irme a trabajar le preparo la leche, después nos vemos al mediodía de nuevo, compartimos la siesta. Y después a la noche de vuelta. Si hay que ir al médico vamos juntos y suspendemos lo que haya que hacer en el trabajo. Lo que podamos hacer juntos, lo hacemos”, remarcó.

Sobre su hijo aseguró que lo nota “re contento” y que, así como se muestra, simpático y cariñoso, es durante todo el día: “Él se despierta cantando, todo el día está riéndose y llora solo si le falta la comida, si se la demorás un ratito (risas). Es re alegre, está muy feliz”, sumó.

“Es un papá genial”

Jesica Robledo es quien comparte cada día con Damián y Aliú y se muestra feliz por ello. “Es un papá genial. Siempre la relación con la madre y con el padre es distinta, porque él está siempre conmigo. Es como que yo soy la que más lo reto o le pongo límites, o conmigo quiere estar todo el día en upa. Cuando llega él ya se empieza a reír, empiezan a jugar. Es una complicidad en otro sentido. Inclusive él dijo papá antes de mamá”, reveló.

Y añadió: “A veces estoy re cansada, se me pone la panza dura, en este tiempo es como que se da cuenta y quiere upa, te busca todo el día, está re mamero y cuando está él le cambia los pañales, le da de comer, lo baña. Somos sus papás y él nos reconoce”.

“Llegamos a África y nos lo dieron enseguida, empezó a dormir con nosotros, en su cuna pero con nosotros. Y al segundo día dijo papá. Fue algo increíble, fue algo especial, porque hacía dos días que nos conocíamos. Él amor de padre se percibe”.