Después de una madrugada de vigilia, los sudafricanos comenzaron a despedir a Nelson Mandela de cerca, en la capilla ardiente instalada en la sede del Gobierno de Sudáfrica, el Unions Buildings de Pretoria.

El ataúd, cubierto con tela blanca y tres coronas gigantescas de rosas de ese mismo color, está ubicado bajo un arco instalado en el jardín de acceso al Unions Building y custodiado por cuatro militares uniformados.

Personas de todas las razas y religiones se emocionaron al pasar junto al ataúd de Mandela, donde tienen permitido pararse durante tan sólo dos segundos.

"Fue muy emocionante. El ataúd está destapado para que se le vea la cara y parte del cuerpo, y lleva una de las inconfundibles camisas que solía vestir", contó Tyrone Morris, un sudafricano que ya ha tenido la oportunidad de despedirse de su héroe.

"Su cara, la camisa...Es simplemente Madiba", añadía otra mujer entre llantos.

Aunque inicialmente se anunció que haría un extenso recorrido por las calles de la llamada "capital blanca" de Sudáfrica, el cortejo fúnebre finalmente se limitó a un rápido traslado del féretro de los seis kilómetros que separan al Hospital Militar de la sede del Gobierno, en un trayecto que fue seguido con emoción por cientos de personas.

"Fue mucho más emocionante que el servicio religioso que hubo ayer en el estadio de fútbol", comentó una mujer que madrugó para ver pasar los restos mortales de Madiba, transportados en un ataúd parcialmente cubierto con una bandera de Sudáfrica.

El vehículo que transportaba el féretro iba precedido por una veintena de agentes motorizados durante el recorrido, que custodiaba la guardia de honor y vigilaba desde el aire un helicóptero militar.