Días atrás, el Juzgado de Niñez, Juventud y Violencia Familiar de nuestra ciudad convocó a interesados en adoptar a un niño de ocho años con condiciones especiales de salud -presenta retraso mental leve en el lenguaje y madurativo, y asiste a escuela especial-. Afortunadamente una pareja se ofreció y comenzó el proceso de conocer al pequeño con la posibilidad de ampararlo.

Desde el Juzgado explicaron que los casos de niños mayores de 5 años o más que están en proceso de adopción tienen mayores dificultades para encontrar una familia. Sin embargo no todas son malas noticias. Existe el caso de Valentín (el nombre es ficticio para proteger su identidad), un niño que en la actualidad tiene 17 años, y que fue adoptado a los 8. Una historia con final feliz.

Una oportunidad

Ernesto (67 años) y su mujer Laura (53) probaron un tiempo tener un niño y después de varios intentos fallidos empezaron a barajar la posibilidad de adoptar. Como todas las parejas, lo primero que pensaron era que querían a un bebé, pero al ver que los plazos se alargaban fueron ampliando los horizontes.

“Fuimos por la posibilidad de adoptar un nene, nos inscribimos y mientras esperábamos nos llamaron del Juzgado para ver si estábamos dispuestos a ampliar el registro hasta 10 años-contó Laura-. Ernesto dijo que sí enseguida, yo estaba con el miedo de que a los 8 años ya tienen una identidad formada, una historia propia”.

Ni bien ampliaron el registro de búsqueda apareció el caso de Valentín, un nene de 8 años abandonado por su mamá y que desde los 3 iba y venía de distintos hogares de guarda. La Justicia estaba por enviarlo a la Casa del Niño en Córdoba cuando apareció la pareja.

Cansado de dar vueltas

El matrimonio se anotó en el registro para adopción un 5 de julio de 2006 y en febrero fueron citados para realizarles estudios psicológicos y psiquiátricos; además los visitó una asistente social que habló con vecinos y amigos. Después tuvieron su primer encuentro con Valentín.

“El 19 de marzo de 2007 lo conocimos y le preguntaron si él se quería mudar con nosotros: ‘Él le preguntó a la jueza qué significaba mudarse’. Ella le contestó que tenía que llevar todas sus cosas, sus útiles, los juguetes a nuestra casa. Él contestó con un sí rotundo. Con el tiempo supimos que estaba cansado de ir y venir”, contó Laura.

La carga del pasado

Ernesto ya es padre de dos hijos adultos de un matrimonio anterior, pero para Laura significó la posibilidad de ser madre. Y para ambos fue aprender, acompañando a Valentín en el proceso, enfrentando berrinches, silencios, cambios de humor y la carga de un duro pasado.

De hecho, también hubo gente que les dijo: ‘Ustedes son locos, ¿cómo van a adoptar a un nene tan grande?’.

“Es obvio que Valentín trae una carga consigo, pero todo es cuestión de dialogar, de estar cerca, tratar de escucharlo, entenderlo y sí que se puede. Son chicos que están pidiendo a gritos que alguien los quiera. Y no puede ser que estén tanto tiempo esperando por alguien que se acerque a ellos. En el caso de Valentín estuvo desde los 3 años de un lugar a otro”, contaron.

Ernesto sostuvo que lo que más les costó fue ponerle límites: “Él estaba muy a la deriva, con la gente que estaba lo dejaban ir a cualquier lado sin importar horarios, comer a cualquier hora, ponerse cualquier ropa”.

Hoy por suerte, Valentín está muy bien, tiene una vida social muy activa y transita una adolescencia normal, con dos padres que lo aman y están pendientes de sus necesidades y que se esperanzan que otros papás también se inclinen por este camino.

Niños que esperan amor

Las personas interesadas o que quieran mayor información para adoptar niños pueden acercarse al Registro de Adoptantes de la sede de Tribunales, sito en calle Gdor. Dante Agodino 52, 2do. piso, o comunicarse a los teléfonos: 03654-475000, interno 71451.