Royli Cajaleón es cocinera, vive en barrio La Milka en nuestra ciudad y es de nacionalidad peruana. Llegó a la Argentina hace tres años. Tiene tres hijos menores de edad, de 2, 7 y 16 años y entre otras cosas vende comida casera, típica de su país de origen, para subsistir. 

Ya asentada en San Francisco va en busca de un sueño: tener su comedor. Mientras tanto llevó sus platos a eventos particulares de la ciudad y también a restoranes, uno de ellos el Bistró de Talio de Confitería La Palma. Ahora busca ser parte del Festival del Humor, la Buena Mesa y la Canción que se realiza cada mes de febrero en nuestra ciudad, donde las diferentes colectividades presentan sus platos típicos. Sin embargo, asegura, no le está siendo nada fácil conseguirlo. 

“La economía está terrible, se está vendiendo poco. Sería una ayuda económica para mí, por un lado, y por otro representar a mi país, sería un orgullo cocinar para tanta gente y que disfruten de las delicias de Perú”, indicó la mujer a El Periódico.

Cajaleón indicó que se desde la Municipalidad le pidieron una autorización de la colectividad de origen, peruana en su caso, reflejado en la pertenencia a una asociación formalmente constituida, algo que en la ciudad no existe pero sí, por ejemplo, en Alta Gracia. 

Royli se comunicó con el Consulado peruano en Córdoba, pero le indicaron que ese órgano no tiene competencia para avalar, autorizar o representar a ninguna institución o particular para que participen de eventos. 

“Me dicen que puede apoyarme la comunidad peruana que existe en Alta Gracia, pero no he podido comunicarme con ellos”, explicó y pidió ayuda para generar el contacto.

Historia de sacrificio 

Royli primero recaló en Neuquén pero desde hace un tiempo se encuentra en San Francisco, en barrio La Milka. Tiene 43 años, está casada con Willians Tamayo, con quien tuvo tres hijos: Umma de 2 años, Pedro de 7 y Fredy de 16. Cuenta que nació en un poblado llamado Pucallpa, una de las principales ciudades de la selva peruana. Y asegura que cocina desde que tiene uso de razón. 

Cajaleón vive cada día de la semana con mucha intensidad. No solo porque es madre de tres hijos en diferentes etapas de la vida -hoy sola porque Willians volvió en noviembre pasado a Lima, Perú, para trabajar y enviarle el dinero del alquiler, entre otras cosas-, sino por todo lo que hace. A la mañana temprano aprende costura en un taller municipal, luego vuelve a su casa “rapidísimo” para cocinar las “viandas” que le llevará al mediodía a sus hijos varones que cursan sus estudios en el Ipet nº 50 “Emilio Olmos”, en el caso de Fredy, y en la escuela Núñez, en el de Pedro. Todo ese trayecto lo hace diariamente caminando, unas 30 cuadras. A la tarde y noche colabora con el comedor comunitario Los Pequeñitos de La Milka.