Raúl Gigena (73) lleva más de cinco décadas desempeñándose como mozo. Empezó a los 18 años y nunca paró. Trabajó en los más diversos locales gastronómicos de la ciudad y a través del diálogo ameno, su trato cordial y muchas recomendaciones acertadas, se ganó el afecto de muchísimos ciudadanos.

“Me gusta tratar con la gente, con este trabajo he conocido a muchas personas y clientes que casi se han hecho mis amigos”, cuenta Raúl, que adelanta que pese a sus gratos años como mozo, ya anunció que próximamente se retirará del rubro.

En este último tiempo se estuvo desempeñando en la cantina de club El Tala, aunque tiene una larga lista de lugares donde trabajó, entre ellos la recordada confitería Maui.

Sus inicios

Para Raúl su historia de mozo comienza en Sunchales, cuando tenía 18 años y el dueño de un conocido bar local le preguntó si se animaba a servir a la gente para una noche de carnaval.

“No sé si la bandeja es redonda o cuadrada”, recuerda que contestó en aquella ocasión. Sin embargo se animó y asegura que le fue bien. El comerciante lo volvió a citar para un fin de semana y desde entonces le agarró el gusto a eso de ser servicial.

“Como este es un trabajo nocturno y yo era joven me permitió trabajar también en una fábrica, así que me mantenía ocupado”, comenta.

De parte de su madre todos sus familiares estuvieron en el rubro gastronómico y su padre tenía un almacén con algunas mesas donde también atendía gente. Así, su amor por el servicio llega casi por tradición familiar.

“Uno aprendió en el oficio a recibir a la gente de buena forma, siempre con una sonrisa, me gusta tener buen trato con el cliente, atenciones que por ahí hoy ya no se ven”, expresa.

Raúl Gigena, un mozo histórico de la gastronomía local que se retira

Nunca una libreta

Lo que destaca a Raúl como a sus colegas que ya peinan canas, es que son dueños de una memoria prodigiosa.

Siempre tomé los pedidos de memoria, nunca usé anotador, he trabajado con la familia Bertorello en épocas de Maui donde iba muchísima gente y nunca tuve la necesidad de usar nada”, dice sonriendo.

Raúl es meticuloso a la hora de prestar el servicio, desde la forma de acomodar las mesas hasta pequeños detalles al servir a sus clientes. “Me gusta tener todo bien acomodado, el servicio empieza desde la presentación de la mesa hasta cuando la gente se retira”, garantiza.

Esta semana celebró su último día como trabajador gastronómico, ya que anunció su retiro para fines de septiembre u octubre. “Pienso dejar y disfrutar más de la familia. Quiero conocer los lugares que me faltan de la Argentina, ya que tenemos un país tan lindo me gustaría recorrerlo todo”, dice emocionado.