Raquel Gribaudo (63) es la encargada de apagar las luces, cerrar las puertas y colocar las alarmas cada noche en el Colegio Superior San Martín. Desde hace 27 años la mujer se desempeña como empleada de maestranza y portera del establecimiento, al que ingresó gracias a otro histórico personaje del colegio, Eusebio “Tito” Lamberti.

La mujer no solo trabaja en la escuela sino que además vive en la casa colindante, por ello podría decirse que es su “custodia”.

Si bien Raquel nació en Santa Clara de La Buena Vista (Santa Fe), en su juventud se radicó en San Francisco, donde se fue desempeñando como modista, empleada doméstica y de comercio. Hasta que conoció a “Tito” Lamberti y le contó su deseo de alguna vez trabajar como él en el colegio.

Raquel, la portera que custodia el Colegio San Martín

“Ya lo conocía a ‘Tito’ y cierto día le dije que me encantaría trabajar como él en la escuela. Al poco tiempo hubo una vacante y él me recomendó, así que pude entrar como titular de portería rápidamente”, recordó Raquel. Era marzo de 1992, y así comenzó su historia con el colegio San Martín.

Hasta seis porteros

El popular San Martín llegó a contar con hasta seis porteros, un hombre de mantenimiento y un mayordomo, según contó Raquel.

“Trabajábamos seis horas por turno-explicó-, también había un señor de mantenimiento y el mayordomo que vivía en la casa de la escuela. Teníamos todos los horarios programados, tocábamos el timbre del recreo, limpiábamos los baños, las aulas, oficinas, salíamos a llevarles comunicaciones a los padres, éramos como un medio de comunicación entre padres, profesores y directivos”.

A su vez los porteros eran los custodios de vigilar quién ingresaba al establecimiento y tenían un trabajo cercano a los preceptores en las horas de los recreos. “Todos siempre vivimos nuestra tarea como cuidar nuestra casa y así todos siempre fuimos reconocidos y recibimos mucho cariño de los alumnos”, aseguró.

Los cambios

Con los años fueron llegando los cambios tecnológicos y de autoridades hasta que también varió la forma de desempeñarse de los porteros. En la actualidad el establecimiento cuenta con un servicio privado de limpieza, mientras que Raquel quedó como la última portera, encargada de la limpieza de las oficinas, de tareas que le encomiendan el personal administrativo y directivo.

 “Como portera quedé yo sola. Los porteros se fueron jubilando, las últimas que quedamos éramos Rita Aguirre y yo. Ella vivía en el colegio hasta que se jubiló hace tres años y me ofrecieron a mí ocupar el lugar, así que acá estamos”, dijo con una sonrisa.

Raquel, la portera que custodia el Colegio San Martín

Raquel cumple su turno todos los días de 18 a 24 y los fines de semana, cuando hay algún curso o actividad en el establecimiento, ella es la encargada de abrir y cerrar el colegio.  “Yo estoy para lo que me necesiten”, sostuvo.

Por último la mujer remarcó el cariño que recibió y aún lo hace de alumnos, docentes y directivos del establecimiento. “Siempre alguien en la calle te cruza y me recuerda, me saludan con mucho afecto. La verdad que me gusta mucho mi trabajo y siempre lo hice y lo hago con agrado, porque siento al colegio como mi casa”, destacó.