Una de las formas más simples y efectivas es hacer pequeños cambios en nuestra alimentación. Como primera medida, reducí el consumo de sal, vigilá las grasas que ingerís y comé más frutas y verduras. Solo con estos cambios podés obtener un enorme impacto en los tres principales factores de riesgo de enfermedades del corazón: el índice de masa corporal (IMC), hipertensión y los niveles de colesterol.                                                                

Para un corazón sano, debemos controlar los niveles de colesterol y el exceso sal. Restringir el consumo de sal es fundamental para el control de la hipertensión, y la recomendación es por lo menos no agregar sal adicional a la comida cuando llega a la mesa. Además, tratar de disminuir los alimentos salados, como los conservados o enlatados. El colesterol es un lípido (grasa) que se encuentra en la sangre y que se produce principalmente en el organismo. Sin embargo, no todo el colesterol es malo (LDL), también existe el llamado colesterol bueno (HDL). Para mantener niveles sanos de colesterol es necesario disminuir nuestro consumo de grasas, principalmente las de origen animal, que son grasas saturadas. Lo recomendado es consumir al menos 2 porciones de pescado ricos en omega 3 a la semana. No debemos olvidar el papel de las frutas y las verduras. La recomendación es comer al menos 5 porciones de frutas y verduras diariamente y consumir mucha fibra y el mínimo de harinas y azúcares refinadas.

Recordá que nunca hablamos de dieta sin hablar de actividad física. Juntos, te ayudan a lograr una buena salud en tu corazón.

CORAZÓN SANO

Más frutas, vegetales, cereales integrales, legumbres secas, y si lo desea, productos lácteos descremados.

Refrigerios bajos en grasas como fruta fresca y vegetales, galletas de arroz y barras de cereal.

Panes y cereales con alto contenido de fibra.

Leche descremada o leche con 1% de crema.

Leé los rótulos o las etiquetas en los productos que desees comprar. Elegí productos que sean bajos en grasas.