En su taller de Aristóbulo del Valle 132, Oscar Ferrero (70) se las ingenia para ceder un poco de su valioso tiempo, en una época que lo encuentra con muchísimo trabajo y tratando de complacer a sus clientes. Con más de medio siglo dedicado al oficio de zapatero, este sanfrancisqueño mantiene vivo el antiguo oficio que resiste el paso del tiempo y se fortalece en cada crisis económica que atraviesa el país.

Cada 13 de septiembre se celebra en Argentina el Día del Zapatero, y este año, Oscar dialogó con El Periódico para contar sobre su quehacer de todos los días entre suelas, cueros, pegamentos y otros elementos de trabajo.

Ferrero se inició en su oficio gracias a su tío Federico Viale, uno de los pioneros del rubro en San Francisco. "Me inicié con mi tío, que fue uno de los primeros dueños de una famosa firma que todavía sigue en la actualidad", recuerda. A sus 20 años, decidió independizarse y emprender junto a su esposa Susana: "Me gustó el oficio y lo seguí, después vino mi familia, los hijos y había que trabajar, tenía que seguir", relata sobre los primeros años de su taller.

Hoy cinco décadas después, el hombre sostiene: “Mientras me dé el cuero, voy a seguir”, asegura Ferrero con una sonrisa y agrega que sigue trabajando porque le gusta y además porque con la jubilación mínima no le alcanzaría. “Con una jubilación mínima mucho no puedo hacer, esto me ayuda un montón y me mantiene activo”, explica.

Un trabajo artesanal

El de zapatero, según Ferrero, es mucho más que un simple oficio: “Es un trabajo artesanal, tenés que ingeniártela y a todo tratamos de darle solución”, afirma con orgullo.

Por otro lado, su taller ha sido testigo de la evolución de las modas y las necesidades de la gente. “Cuando empecé no existían las mochilas, los chicos usaban portafolios y después aparecieron las mochilas y empezaron a repararse un montón”, recuerda.

Su taller es un verdadero centro de reparación, donde se arreglan mochilas, carteras, zapatillas, zapatos, sandalias, botas, carteras, valijas, entre otros artículos.

“Antes se pegaba todo con cemento de contacto. Ahora ya está el PVC para pegar los plásticos, así que tenés que calentarlo y es un proceso”, explica el hombre, detallando los cambios que ha experimentado el oficio con los años.

Un oficio que resiste a las crisis

Ferrero ha sido testigo de cómo la crisis económica ha impactado en los hábitos de consumo de los sanfrancisqueños. “Hoy por ejemplo hay mucha diferencia entre reparar y comprar nuevo. Hace unos años el cliente podía elegir y te decía ‘ahorro un poquito y me compro unos zapatos nuevos’. Hoy el arreglo de un par de zapatillas está alrededor de 7000 pesos y comprar unas nuevas pueden llegar a costar 100 mil, es mucha la diferencia”, distingue. 

Vinculado a esto, el zapatero refiere que tiene clientes que ya son de la tercera generación familiar que le llevan cosas para reparar. “Por ejemplo, hay un chico joven que le dije ‘me suena tu apellido’ y me contó ‘ya mi abuelo venía acá, después mi papá y ahora me dijeron que traiga mis cosas con usted’. Así como él hay otros”, cuenta con orgullo. Esta fidelidad de sus clientes es un reflejo de la calidad de su trabajo y de la confianza que han depositado en él a lo largo de los años.

Además, asegura que cuenta con clientes de Morteros, Freyre, La Francia y una amplia zona: “De aquí a Córdoba hay un solo zapatero. Muchos han fallecido y quedamos los de siempre, no hay gente nueva”, comenta.

Pese a esto, el zapatero se muestra optimista con respecto al futuro y confía en que el oficio perdure en el tiempo: “Creo que la profesión no va a desaparecer, siempre hay algo que hacer. Es una lástima que no haya gente joven que quiera aprender el oficio. Mis hijos -tiene cinco-cada uno tiene su profesión, así que no sé qué harán con todo esto cuando yo no esté”, dice con una sonrisa.

Pese a todo, el hombre se mantiene firme en su taller y pretende seguir varios años más. Le dedica unas 10 horas diarias y medio día los sábados y domingos: “Con esta crisis es impresionante la cantidad de arreglos que llegan. A veces hay que decirle al cliente que tenemos una demora de 20 días casi, pero todo es para hacer un buen trabajo, prefiero demorarme un poco, que salga bien y que el cliente esté conforme”, cierra.

¿Todo tiempo pasado fue mejor?

Consultado sobre cómo han ido variando la calidad de los materiales desde sus primeros años a la actualidad, Oscar no duda en su respuesta: “Todo tiempo pasado fue mejor, sí. Uno de los motivos por lo que se trabaja mucho más ahora es por la calidad de los materiales del calzado”

Mientras muestra una suela de plástico de un zapato, sostiene: “Esto se desgrana todo, y no tiene mucho uso. Antes el calzado te duraba muchos años y ahora no. A veces nos toca arreglar zapatillas, botines o sandalias de un solo uso que ya los traen al taller. Lamentablemente llevan un material de muy baja calidad".