Lecturas de verano: por Jorge Bonomini
Te presentamos los textos de Jorge Bonomini para disfrutar en vacaciones.
Western zonal
Dio fau!
Si engrasamos las manos
Las palabras salen solas
Como con el motor de los Fiat seiscientos
Callense vecinos locos!
Dejen de hacer espamento
Que no soy el diablo
El Diablo no fía. Yo sí
Como al otro cristiano
El gringo de la tenaza
Dio fau!
A los de al lado les patina el embrague
Y no me dejan escuchar
Como acelera el Rastrojero
Un poema!
Si usamos la varilla del aceite
Las letras se van a ver altro que!
Ojo bestiunes! No manchen a los gatos
Dio Cristo!
Golpean las manos
Escondamose!
No sea cosa cosa que sea algún acreedor
Ese es propiamente el Diablo
Anecdoema (anécdota hecha poema)
No habíamos tomado/si no / distancia
Vimos el camión desparramado/ y nos enteramos en ese momento
Que Dios no hablaba portugués
No habíamos tomado/ nos habíamos tomado
Un viaje/ y fue de tanto andar que nos detuvimos
Ni para adelante ni para atrás/ el destino nos ponía en el casillero
Que se le ocurría
No habíamos tomado/ nos habíamos tomado
Un minuto
Y resulta que
El vino éramos nosotros
Paradero
Me mudo
Sé que vendrás
Tan solo dame cinco minutos y te paso la dirección
Es solo un momento
Si no tuviera estas manos temblorosas…
Hubiera evitado hacerte esperar tanto
Para ganar tiempo saca el automóvil
Toma la carretera hasta donde termina la ciudad
Y pregunta por el muerto.
La rezadita
Recen a la virgen de los trapos
O a un sapo con harapos
Recen porque mantenga su corona
Hasta que sea una nona
Recen para que baile el vals con su inocencia
Mi niña sin penitencias
Recen al corazón como estandarte
Que yo hago mi parte
Si así rezada está
Resentida no será
Teorema de las manos
Tomamos de esos helados que hielan la sangre.
Lo recuerdo porque el día se prestaba amable; o sea sin excesos de más de 30 grados.
La elegida fue una mesa muy cerca del tobogán donde abundaban niños y helados.
No sé por qué elegimos esa.
Frente a frente en el patio de juegos de la heladería nos encontrábamos a la distancia más larga del pizarrón donde habían dibujado un corazón.
Hacia el sur, las hamacas despintadas tenían acción. O quizás las moviamos los dos con nuestros pensamientos.
Todo allí era infantil.
En unas manchas de la pared que linda con la heladería veíamos que se formaba una cara de nene.
Otro nene juntando piedritas del suelo y poniéndolas en dos montones crea los ojos de otro futuro nene para nuestro juego de ver.
La verdad es que dábamos más vueltas que la calesita que daba a la calle para decir una palabra.
Nos encandilaba un poco la luz del farol pero mirábamos para otro lado.
“El foco de atención” – pensé en voz alta y la fonética desvirgó nuestro silencio.
Tres niños rubios nos obligaron a distraernos y después un tipo que se tambaleó en la vereda por una baldosa floja.
Cuando la dispersión amenguaba aparecía la gigantografía del helado gigante en la fachada. Y lo saboreábamos como se saborea el limón
Una señora muy vieja lavaba las manos chorreadas a un pequeño en una canilla apartada.
Muy distinto a nuestras manos.
Pero eso ya no contaba como distracción.
Sobre el autor
Jorge Bonomini tiene 43 años. Es estudiante de Comunicación Social y asiste al Taller Municipal de Escritura a cargo de Laura Pratto. En el marco de dicho taller literario publicó un cuento en la antología “El pie en el pozo”. También, una poesía en una antología de la editorial “De los cuatro vientos “ de la ciudad de Buenos Aires. Asimismo está próximo a salir una antología de la SADE San Jorge en la cual también participó.Principio del formulario