Un buscador. Así se define Leandro Casas (34), un pianista sanfrancisqueño que reside hace un tiempo en San Pablo, Brasil. Es que la actualidad para los artistas, en este caso alguien vinculado a la música, se volvió cuesta arriba con la pandemia del coronavirus y los empuja –como a parte de la sociedad- a estar en constante cambio, a aprender y adaptarse a cosas nuevas. También a hacer equilibrio.

De barrio Roca, con su paso por las escuelas Primera Junta y “del Trabajo” (IPET 50), Casas también es un producto del Conservatorio Superior de Música “Arturo Berutti”, aunque no haya finalizado la carrera. Tocó con reconocidos artistas musicales de la ciudad antes de buscar nuevos rumbos fuera de San Francisco y se convirtió en director musical para la compañía de cruceros “Norwegian Cruise Lines”, donde espera ansioso en la actualidad volver al escenario marítimo. Mientras tanto, se las rebusca… como buen buscador que es.

En una entrevista con El Periódico, Casas cuenta que su primer acercamiento con los teclados fue a los 9 años, por su sugerencia de su madre: “Ya había probado varias actividades y los deportes nunca fueron mi fuerte”, reconoce entre risas. Fue así que una prima (Alejandra Beltramo) daba clases particulares de teclado y allí fue con su Casio, cargado de ansiedad ante algo nuevo. Sus primeros pasodobles –reconoce- fueron el deleite para sus “viejos” y abuelos.

- Tocar piano a los 9 años: ¿cómo te miraban tus amigos?

No recuerdo haberme sentido distinto. Los amigos del barrio sabían que tocaba un instrumento. Algunos de ellos se prendían a aprender también. Y varias hermanas o hermanos de ellos estaban en la misma. No me sentí raro en ese momento. Quizás cuando iba a la escuela técnica, las clases de piano no complementaban demasiado. Pero en aquel entonces el Conservatorio estaba cerca de la Escuela del Trabajo. En los dobles turnos, al mediodía, me quedaba en el Conservatorio a practicar. No tenía piano en aquel entonces.

- ¿Cómo fue tenerlo?

¡Uh! Me acuerdo… mi viejo consiguió un piano vertical usado. Lo usé bastante, pero debo confesar que podría haberlo aprovechado más. Creo que lo usé por un año y luego comencé a viajar más y al mudarme a Buenos Aires comencé nuevamente con un tecladito. Luego, poco a poco me fui equipando pero con instrumentos portátiles. Aun no tengo un piano. Sólo un teclado con el que viajo. A bordo de los cruceros sí hay varios pianos.

- ¿Cómo es la experiencia de tocar arriba de un crucero?

Comencé a trabajar como músico de orquesta (showband) en el 2015. Y tiempo después tuve la oportunidad de comenzar a cubrir el puesto de Band Master, y luego me convertí en director musical de la compañía de cruceros Norwegian Cruise Lines (compañía naviera estadounidense-bermudeña). Me gusta mucho esta profesión. Se abarcan muchos estilos de música desde la banda y se cubren diferentes instancias de entretenimiento a bordo. El público varía bastante dependiendo el barco. Y también el itinerario en ese momento.

Me gusta mucho el trabajo por la oportunidad de hacerlo siempre con un público con gente de todos lados. Y a eso se incluyen los músicos que entran a la banda: siempre son de distintas partes y cada uno trae consigo sus maneras de tocar. Se aprende muchísimo.

Leandro Casas, un pianista en modo crucero

- ¿Cómo fueron tus inicios en la ciudad, con qué solistas y grupos tocaste?

Mi educación musical fue variada. Desde que comencé a estudiar música, primero de forma particular con mi prima Alejandra, y luego en el Conservatorio Berutti, tuve la suerte de conectarme con muchos artistas de San Francisco. La primera banda con la que comencé a tocar y trabajar fue de blues con el gran Aldo Pecchio. Aprendí muchísimo de Aldo y de todos los músicos que fueron participando de la banda. También toqué por un tiempo con el gran guitarrista de rock Pablo Salvay, un excelente músico y además gran tipo. También toqué y aprendí con músicos de la banda municipal como es en el caso de las pequeñas Jam de Jazz que solíamos organizar con el trombonista Juan María Mas, músico que me presentó el álbum de Miles Davis “Kind of Blue”, que no es un detalle menor si el jazz es parte de la búsqueda del músico. Y aunque no terminé la carrera en el Conservatorio, tengo muy buenos recuerdos de esa etapa, de juntadas musicales con Cecilia Garay. Gente con muchas ansias de aprender y compartir. También toqué con el grupo folclórico ‘Los 4 Rumbos’ y fue con ellos que comencé a viajar más. Después de unos años terminé radicándome en Buenos Aires. Les debo muchísimo a todos los músicos que fui conociendo en San Francisco por todo lo que aprendí.

Cruzando la frontera

Casas sintió en un determinado momento de su vida que debía explorar fuera de San Francisco en cuanto a educación musical, por lo que comenzó a tomar clases particulares, en Córdoba capital, de Composición, Armonía y Piano Jazz con distintos maestros. Con la misma idea desembarcó luego en Buenos Aires, donde se capacitó para en arreglo y composición musical. La vida hoy, lo encuentra en San Pablo, Brasil.

- ¿Cómo desembarcás en San Pablo?

Estoy viviendo momentáneamente debido a la pandemia y a las restricciones de viaje. Desde marzo del año pasado, cuando desembarcamos de nuestro último contrato con quien era mi novia, estuvimos viviendo un poco en Estados Unidos, luego México y ahora Brasil. Estábamos a punto de organizar su residencia en Argentina cuando se dio todo esto. Ella es norteamericana. Así que nos quedamos en una especie de punto medio: ella sin su residencia y permiso para ingresar a la Argentina y yo sin la visa correspondiente para poder quedarme demasiado tiempo en Estados Unidos. Pero desde un principio decidimos que no nos queríamos separar, son tiempos difíciles para encima de todo estar lejos de tu compañera de vida. Y el sábado pasado logramos terminar con todo el proceso de documentación presentada ante un registro civil y nos casamos. De aquí en adelante veremos qué haremos. No son tiempos para viajar demasiado, al menos hasta que la pandemia esté un poco más bajo control. En el mientras tanto la música nos mantiene de pie y activos.

- ¿Por dónde pasa el trabajo hoy?

Vengo organizando grabaciones a distancia con distintos músicos con los que trabajé en el pasado, y con otros nuevos que voy conociendo a través de Facebook o Instagram. En el 2020, alrededor de abril organicé los primeros videos, y el más reciente lo publiqué el mes pasado. No siempre dirijo todas las producciones, también participé en otras colaboraciones internacionales como es en el caso de las grabaciones con Salvatore Hasard, un gran multi-instrumentista chileno. Creo que una de las producciones más grandes fue la que tuve la oportunidad de organizar como cierre del 2020. Tuve el privilegio de reunir colaboraciones desde Ucrania, Estados Unidos, Inglaterra, Brasil, Filipinas, Chile, Indonesia y Argentina. Esa producción fue mágica. Me siento muy agradecido de tener la oportunidad de grabar estos videos ya que me conecta con muchos músicos que están en la misma situación, y de alguna forma nos ayudamos mutuamente al seguir produciendo música juntos. Actualmente estoy trabajando en dos nuevos proyectos de música brasilera a dúo con músicos de Pernambuco (Norte de Brasil). También estoy dando un par de clases online de armonía e improvisación. Pero sobre todo practicando bastante.

- No es cercana la idea de volver a San Francisco.

Por el momento no estoy con planes de volver. Básicamente estoy esperando a que mi trabajo en los cruceros se reactive (estiman que alrededor de fin año), pero con la idea de seguir activo, practicando, grabando, arreglando, componiendo y publicando material en las redes sociales.

- ¿Te va algún estilo particular o disfrutás de la música de manera abierta?

A medida que voy explorando y aprendiendo distintos estilos estoy cada vez más convencido de que la música es música, y a veces las barreras para disfrutar un estilo más que otro las pone uno. En general me gusta la libertad que propone el jazz a la hora de improvisar, pero también disfruto mucho de las músicas folclóricas de distintos países.

- ¿Pensás más como un productor?

A veces creo que la búsqueda de aprender nuevos estilos me coloca más cerca del trabajo de un productor musical, más que ser solo un instrumentista. Disfruto del desafío de tener que arreglar o componer un tema en un determinado estilo, ya que pone a la luz qué recursos fui aprendiendo a lo largo de los años compartidos con distintos músicos.

Leandro Casas, un pianista en modo crucero