Los ídolos autoadhesivos se convirtieron en moda hace aproximadamente 70 años y aún conservan su valor. Quien piense que las figuritas son cosa de niños se equivoca, ya que actualmente tanto padres como hijos son los que continúan con el ritual de las colecciones.

El ejemplo más claro es el de Tito Alfredo Ibáñez, que con 39 años continúa erigiendo su biblioteca de álbumes. “Me convertí en coleccionista siendo adulto, en el año 2010, cuando junto a mi esposa Juliana le ayudamos a completar el álbum del Mundial de Sudáfrica  a nuestro hijo Agustín. Ambos ya teníamos ese hobbie desde chicos y por cosas de la vida lo habíamos dejado a un lado”, recordó Tito sobre sus inicios.

No son pocos los que a través de este pasatiempo recuerdan con melancolía el clásico “nola y late” (no la tengo y la tengo) en los recreos o en las veredas de los barrios. “Mi primera colección fue la del Pájaro Loco de 1981. Mi mamá me lo trajo cuando yo tenía tres años. Cada vez que ella podía me compraba paquetes para abrirlos juntos. Después de más de 30 años lo encontré y lo sumé a la colección”, aseguró, y confesó que el único álbum que llenó en su infancia fue “Gran Match de los Súper Famosos”.

“Un álbum trajo a otro, volvimos a buscar en nuestras casas paternas. Hoy en día es una pasión que compartimos en familia con más 350 álbumes en nuestra colección”, contó sobre su extenso tesoro.

¿Se acabaron las difíciles?

Las épocas cambian y la calidad y cantidad de colecciones van variando dependiendo de la demanda del público. “Antes existían las difíciles. Ahora algunas son complicadas pero no tanto. Además, antes tenías premios por completar, eso ya no existe”, agregó Ibáñez, y detalló que lo más raro que le tocó juntar fue un lanzamiento de deportistas cordobeses editado por una casa de ropa.

También explicó que en el presente los medios de comunicación acercan a los coleccionistas y se pueden encontrar personas afines para lograr canjes y completar más fácilmente los álbumes.

“Para completar un álbum nos ayudamos mucho con las redes sociales. Participamos de reuniones para hacer canjes, intercambiamos con gente de otras provincias por correo y visitamos ferias de coleccionismo”, cerró.