Los tiempos de crisis causan un efecto en la fe de las personas, no hay una regla sobre eso, pero es algo que se puede comprobar si un 7 de agosto se va a la capilla de San Cayetano. En el barrio del noreste de San Francisco este miércoles se reunieron una gran cantidad de vecinos que, rezando, en la misa o procesión tuvieron su encuentro con el santo.

Para el barrio los 7 de agosto son un día muy especial, hay mucho movimiento durante toda la jornada en torno a la capilla y un mismo pedido de paz, pan y trabajo. En un país donde la recesión está calando hondo esa petición fue mucho más fuerte, o al menos eso pareció.

Muchos vecinos fueron hasta la capilla para rezar, asistir a la misa o a la procesión.

Desde temprano, una hora antes la gente llegó para asegurar su lugar dentro del templo, afuera también había asientos, pero el viento se ensañó y el sol amagó siempre entre quedarse o esconderse. Cuando a las 16 el obispo Sergio Buenanueva entró a oficiar la misa principal del día los feligreses habían llenado todos los espacios.

El pasar de los minutos ayudó a que llegaran más personas, algunos directamente ya se aprestaron para la procesión. Mientras tanto dentro del recinto Buenanueva hizo hincapié en que “no se pierda la fe a pesar de la crisis económica”.

La procesión sí pudo realizarse este año, el barrio se mostró de “punta en blanco” para la ocasión y el santo hizo su paso por las calles centrales. Al grito de “¡Viva San Cayetano!” y “Viva la comunidad de barrio San Cayetano!” se cerró la peregrinación.

De manera sencilla y como cada año que pasa, nada parece haber cambiado. La fe se renueva igual que el pedido, algo tan simple como paz, pan y trabajo.

El pedido siempre es el mismo: Paz, Pan y Trabajo.