Los chicos cambiaron y se relacionan de un modo diferente al que se acostumbraba hace décadas. Y en las escuelas eso se nota porque los niños se comportan de otra manera. Ni mejor ni peor, solo que la cantidad de estímulos que reciben en la actualidad han modificado notablemente su conducta.

Los profesionales de la medicina explican que muchos niños sufren el Trastorno Déficit de Atención con Hiperactividad, un síndrome conductual que los afecta y se caracteriza por la distracción o falta de atención.

A ello se le debe sumar el rol de los padres en la casa. Algunos profesionales de la salud, psicólogos y psiquiatras entre ellos, sostienen que si un niño es hiperactivo y no se lo controla de antemano puede que con el tiempo sea medicado.

“Aquel niño que no come sentado, que no puede jugar con algo por mucho tiempo, que deja todo desordenado y que no puede concentrarse en una actividad y es hiperactivo, si no se lo controla antes de los 6 años es probable que cuando ingrese a una institución educativa necesite medicación neurológica”, explicó a El Periódico Silvana Rocchiccioli, titular de la delegación San Francisco del Colegio de Psicólogos, explicando la necesidad de que se corrija esa conducta con tiempo.

Crece la demanda

Eduardo Tácite, titular del Colegio de Farmacéuticos de nuestra ciudad, indicó que actualmente la demanda de Ritalina (el fármaco comúnmente utilizado para estos casos) es muy marcada. “Años atrás se vendía muy poco pero hoy hay muchos chicos medicados con esta droga. Una década atrás se notaba menos”, informó a este medio.

Tácite aclaró que las farmacias tienen la obligación de venderlo con vales autorizados por el Ministerio de Salud de Córdoba, por lo que no alcanza con una simple receta. “Es un medicamento sumamente controlado ya que las farmacias lo deben pedir a las droguerías a través de un vale especial y se expende a través de otro vale especial”, señaló.

Al ser consultado sobre cuánto se incrementó la venta de este medicamento en los últimos años, Tácite no pudo estimar en qué porcentaje fue, aunque aseguró que “cada vez es mayor el consumo” por parte de niños.

Traigan recetarios

Según pudo conocer El Periódico, en el Hospital Iturraspe se hacen entre 40 y 50 recetas mensuales, y se podrían hacer más si el recetario alcanzara.

Un psiquiatra del nosocomio público explicó que el consumo aumentó diez veces con respecto a los últimos años y que este fenómeno surge ante la falta de atención de los padres hacia sus hijos.

A la vez, sostuvo que docentes, padres y especialistas, suelen dar diagnósticos rápidos, lo que va en contra de la salud del niño: “No sé si existen más chicos con este síndrome o que buscan llamar la atención o directamente se los tilda a todos de hiperactivos. Muchos chicos que lo toman quizás no deberían hacerlo”, criticó.

Algunos de los efectos secundarios que puede causar esta droga son: anorexia, disminución del apetito, reducción del peso y altura; insomnio, nerviosismo, tics, agresividad, ansiedad, agitación, depresión, cefalea, mareos, hiperactividad psicomotora, arritmia, taquicardia, palpitaciones; tos, náusea, diarrea, boca seca; prurito, irritabilidad y cambios en la presión sanguínea. Todo un tema.