La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) está a punto de modificar el Código Alimentario Argentino para ampliar la gama de productos que podrán “irradiarse”.

Según confirmó la Anmat, en unos 20 días se oficializará el cambio que autoriza la irradiación de ocho categorías de alimentos. Ellas son bulbos, tubérculos y raíces; frutas y vegetales frescos; cereales y sus harinas, legumbres, semillas, oleaginosas y frutas secas; vegetales y frutas desecadas, hierbas secas y tés de hierbas; hongos de cultivo comestibles; pescados y mariscos; aves, carne bovina, porcina, caprina, otros y sus productos (frescos y congelados) y alimentos de origen animal desecados.

En la actualidad esta técnica sólo estaba permitida en papa, ajo, cebolla, espárragos, frutillas, hongos comestibles, especias y condimentos.

Cómo funciona

El efecto de conservación de la irradiación es provocado porque daña el ADN activo, hecho que sucede con más frecuencia en las bacterias, hongos y parásitos. No implica un aumento de temperatura significativo, por lo que las alteraciones nutricionales y sensoriales son ínfimas.

La irradiación con rayos gamma se puede realizar en el producto ya envasado y embalado.

También inhibe la brotación de bulbos, tubérculos y raíces, de allí que ya esté autorizado su uso en papas, ajos y cebollas. También retrasa la maduración de frutas y verduras.

“Cuando comenzó a venderse la leche ‘larga vida’, los supermercados la ponían en la heladera, por el impacto que podía generar en la gente ver leche sin refrigerar. Fue un cambio de paradigma como lo serán los alimentos irradiados”, asegura Daniel Perticaro, gerente general de Ionics, la única empresa privada argentina que realiza irradiación de productos.

Beneficios extras

El empresario enumera algunos beneficios de la técnica: “Se extiende la vida útil de los alimentos aun fuera de las condiciones de conservación recomendadas. Los productores pueden llegar a lugares más distantes y bajar los costos de los fletes, además que se evitan pérdidas por productos que deben tirarse porque se deterioran”.

También señala las ventajas que tiene para la salud de los consumidores. “Hay alimentos que pueden producir enfermedades que generan complicaciones”. Por ejemplo, la irradiación sirve para reducir los niveles de la bacteria responsable del síndrome urémico hemolítico.

Patricia Narvaiz, responsable de Irradiación de Alimentos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea) explica que en otros países hay gran aceptación de estos productos.

“En las numerosas pruebas de mercado y de consumo realizadas en todo el mundo con alimentos irradiados rotulados como tales, los consumidores los compraron gustosamente, y en numerosos casos expresaron su preferencia por estos en lugar de los sin irradiar”, dijo Narvaiz.

“Hay que eliminar el cuco de que no es bueno irradiar alimentos”, agrega Perticaro. Y explica que su mala fama a veces se debe a que puede conspirar contra intereses económicos. “Por ejemplo, irradiar el pescado argentino permitiría venderlo a Europa, pero competiría con la industria pesquera europea”.

De hecho, la vida útil comercial de la merluza fresca, que habitualmente es de 10 días, se puede extender a 45 días con irradiación.

Perticaro cree que los primeros productos irradiados en llegar a las góndolas serán los procesados frescos de carne como los chorizos. “Habitualmente, duran siete días. Si se irradian, puede llegar a durar un mes”, dice. Y agrega: “Irradiamos carne en trozo envasada al vacío que se conserva por más de un año en condiciones de almacenamiento a temperaturas tropicales. Ya no hablamos de refrigeración. Es un cambio de paradigma que al principio puede crear resistencia”.

Costos bajos

Narvaiz explica que internacionalmente la irradiación implica un costo que se mide en centavos por kilo de producto. “Es competitivo con los costos de otros tratamientos y, en algunos casos, resulta aún menos costoso”, dice Narvaiz.

Y también asegura que las inversiones para construir una planta de irradiación son comparables con las que se necesitan para otras instalaciones de tratamiento de alimentos, como la esterilización de productos líquidos a muy alta temperatura.

Fuente: La Voz del Interior