Son tragedias a la que todos los días nos asomamos, las que vivimos en un goteo incesante de muertes diarias. Las que vemos como espectadores, las que lamentamos mucho y que, para aliviarnos, pensamos que les pasan a otros. Pero para la familia de Daniel Rojo (61) y Norma Salvaneschi (60), que fallecieron atropellados el 22 de abril pasado mientras circulaban en bicicleta camino a Plaza San Francisco, estas tragedias viales no son cosas que les pasan a otros.

Y en verdad tampoco lo son para nadie, porque estas absurdas muertes lastiman a toda una sociedad, obligan a tomar conciencia de la alarmante cifra de víctimas diarias, a comprender por qué ocurren. En definitiva, nos obligan a mirarnos a nosotros mismos, a enfrentarnos a nuestras propias conductas.

Por el hecho está imputado Mariano Ferreri, el conductor del vehículo que los embistió, y mientras tanto se esperan los resultados de las pericias para que avance la causa judicial.

Sus hijas Natalia y Cecilia Rojo, junto a Nelli Salvaneschi (hermana de Norma), hablaron con El Periódico y contaron cómo el hecho les cambió la vida y sobre la búsqueda de justicia que llevan adelante.

¿Cómo se encuentran hoy, a dos meses del hecho?

Natalia Rojo: Tenemos muchísimo dolor y tristeza. Pasa el tiempo y vas cayendo, porque fue algo muy abrupto. Es impresionante cómo te cambia la vida de un momento para el otro. Si supieran el impacto que causa en la persona que atiende el teléfono y le dan la noticia. ¿Quién se lo hubiera imaginado? Eran personas grandes, responsables, sumamente cuidadosas. Pero no depende de uno, depende del otro, que no tiene el mismo valor y respeto por los demás.

Cecilia Rojo: Es una persona de 30 años, que ya sabe que si vos tomás no podés manejar. No era un chico de 12 años que nunca había escuchado del tema.

NR: Tenía antecedentes por hechos viales, por alcoholemia, entonces no a cualquiera le pasa que venía alcoholizado por un camino de tierra a alta velocidad. Se subió a un auto y manejó a esa velocidad. Se despreocupó. ¿Quién me devuelve a mi mamá y a mi papá? Los perdimos en un segundo y el vacío que queda es terrible.

Nelli Salvaneschi: Era totalmente evitable, además porque él estaba inhabilitado para conducir. Desde el momento en que te inhabilitan por alcohol en ruta, tenés que ser muy inconsciente para hacerlo de nuevo.

¿Qué buscan con la acción judicial?

NR: No tenemos sed de venganza, pero siento mucha ira, mucho dolor que me sobrepasa. No me sirve que el chico este se pudra en la cárcel, pero sí quiero que pague por lo que hizo, porque no fue un accidente. Hay que generar conciencia y castigar al que no se adecúa a una sociedad, porque no se puede hacer lo que a uno se le antoja.

CR: Hablamos de qué podemos hacer para ayudar a que no vuelva a pasar. El dolor no va a cambiar aunque pasen muchos años, pero tratamos de transformarlo en algo útil.

¿Para que sea un caso de ejemplo o modelo?

NR: Es que más allá de que hayan sido mis padres, es un hecho para que sea un caso de ejemplo, por las condiciones. Ellos venían bien, correctamente uno atrás del otro. Y este tipo venía con un montón de agravantes.

CR: Queremos que sirva para evitar otras muertes. Pero en ese lugar no hay controles, es un camino en que mucha gente que va y viene. Los autos siguen pasando a una alta velocidad. Ellos no van a ser los últimos.

NR: Tenemos testigos que aseguran que ellos venían uno detrás del otro, y es muy claro que el auto le hizo un efecto barrido, entonces arrasa a los dos. Él declara que venían por el medio de la calle y al lado, pero no fue así. Si hubiera venido gente corriendo o un grupo, también hubiera hecho un desastre.

NS: ¿Qué ejemplo damos si no hay Justicia? Nosotros no conocemos el odio, sí sentimos una impotencia muy grande, a ellos nadie nos los va a devolver. Perdí a mi única hermana. Pedimos justicia.

“El vacío que queda es terrible”, dice la familia Rojo-Salvaneschi

¿Cómo les cambió la vida desde ese día?

NS: Uno se levanta, se acuesta y las imágenes no cesan. Voy por la calle y sigo buscando a mi hermana. Y por otro lado, tratamos de que sirva de ejemplo para evitar no haya otras muertes por este tipo de accidentes.

NR: Tenemos que seguir haciendo nuestras vidas en medio de todo esto, porque todos tenemos un trabajo, familia y actividades. Es un duelo muy grande. Siento una necesidad muy fuerte de entender para qué pasó esto, por eso me voy a poner al hombro la causa para generar conciencia.

Ellos estaban a punto de jubilarse, ¿qué planes tenían y no pudieron hacer?

CR: Vivían por nosotros, siempre se sacrificaron ellos para darles a sus hijos. Y ahora estaban en una etapa para ellos, para disfrutar.

NR: Hicieron muchos esfuerzos para que nunca nos falte nada, siempre fueron laburantes. Y ahora que ellos podían recoger los frutos, pasó esto. Ahora tenían tiempo para hacer actividades, y lo hacían con mucho amor. Ellos se desesperaban por sus nietos. Eran personas totalmente activas y saludables. Una semana antes habían ido al Champaquí, habían subido al cerro. Tenían como sueño ir al Macchu Pichu. Mi mamá había presentado en febrero los papeles de la jubilación, yo se los había hecho.

¿Hubo algún contacto o disculpa del conductor con ustedes?

CR: Yo no la quiero. Todavía si hubiera sido un accidente, pero no lo fue. Ahora no nos sirve ninguna disculpa.

NS: Yo fui dos o tres veces al lugar, quiero entender qué pasó, cómo pudo ocurrir. Todavía no lo creo. Solo el que pasa esto sabe lo que se siente.

¿Recuerdan cómo se enteraron de lo ocurrido?

NS: Yo había visto en Facebook que había dos ciclistas muertos, y pensé pobre gente. A los cinco minutos me llama Natalia desesperada diciéndome que sus padres habían tenido un accidente y que no sabía nada, ahí me di cuenta, era mucha casualidad.

CR: Yo también vi lo del accidente y sabía que ellos iban en bicicleta. Le escribo a mi mamá y no me contesta. No sé qué lapso de tiempo pasó hasta que vi los nombres. Cuando me enteré, tuve que avisarle a mi hermano y él no me quería creer. Me decía que no podía ser, que papá era el tipo más cuidadoso que había. Pero claro, no dependía de ellos.

NR: Esto pasó a las 17:40 y me llamaron recién a las 19. Me pedían los nombres pero nadie me decía nada. Me empezaron a llegar mensajes y ahí pude conectarme a internet. Fue todo muy trágico, y encima enterarnos de esta forma. Mucha gente se enteró antes que nosotros. No hubo un protocolo.

¿Qué esperan ahora con el juicio?

NR: Quisiera que sea rápido, porque si no, no es justicia. No puede ser que una pericia accidentológica que envían a Córdoba demore un año el resultado. Que esta persona pague con la cárcel, que se haga tratar por su alcoholemia, que se haga responsable por este desastre que cometió. Que no mienta, que no diga que mis padres venían por el medio de la calle. Y que él también genere conciencia, así como lo hacemos nosotros como víctimas