Según la Real Academia Española, una colección es "un conjunto ordenado de cosas, por lo general de una misma clase y reunidas por su especial interés o valor". Pero, ¿qué es aquello que determina lo que puede llegar a ser de "interés" o "valor" para un individuo?

Entrar al garaje de Fernando Cervellati es ingresar a un mundo de una particular pasión. En cada pared tiene estanterías repletas con todas clases de latas. “Colecciono latas nacionales, por lo general de 1985 hacia atrás”, comenta.

Allí se pueden observar muchas de ellas que contenían masitas, bizcochos, café, té, leche, ceras, tabaco, aceites, entre tantas otras. Hoy su colección supera las 700 y su afán coleccionista no se detiene; tal es así que en sus estanterías siempre deja un espacio en blanco. “Es para recordarme que tengo que llenarlo”, sostiene. Y agrega: “Creo que esto de coleccionar cosas lo tenía guardado pero nunca lo saqué a relucir hasta hace unos años”.

A Fernando le atraen sobre todo las latas vinculadas al tema alimentación. Sin embargo, para él la búsqueda de estos objetos es diaria. Le causa admiración el trabajo casi artesanal y los detalles que cada lata de metal contiene.

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El increíble trabajo que se observa en muchas de las latas.

Una “locura” que necesita sustento

Según el coleccionista, se trata de una “locura” y para mantenerla hay tres cosas fundamentales: “Que la familia acompañe, tener el espacio y algo de plata para mantenerlo”, reconoce.

Para el hombre el apoyo de la familia es lo principal y muchas veces las vacaciones o muchos viajes se programan de acuerdo a que haya alguna posibilidad de agrandar la colección.

El precio de las latas en el mercado varía dependiendo muchos factores, las más baratas se pueden adquirir en 200 pesos y pueden elevarse hasta los 800 o más de 1000. “Todas dependen del estado de conservación, si tiene tapa, los diferentes tipos de litografía, e incluso si tiene o no su contenido original, lo que aumenta su valor”, explica Cervellati.

Latas, sifones y carteles de Coca

Otro apasionado coleccionista de rarezas en la ciudad es Fabián Pioli. Este hombre también atesora latas de comestibles pero además le fascinan los sifones de soda y todo lo que tenga que ver con cartelería antigua.

“Empecé juntando latas de comestibles y una cosa te va llevando a la otra. Me fueron gustando las botellas, los sifones y también los carteles. Pero en mi casa tengo de todo”, asegura.

Y así es, en su vivienda de barrio 9 de Septiembre se pueden encontrar sifones que datan de 1920, botellas de marcas extintas, teléfonos antiguos, cámaras fotográficas, juguetes, un trineo antiguo, triciclos y muebles, entre tantos objetos.

“Me atraen las cosas antiguas-reconoce Fabián- y cómo a pesar de que no había la tecnología de actuales, la durabilidad que tienen estos materiales y cómo se conservan”.

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En remates y contenedores

Los objetos de estos coleccionistas llegan de diferentes ámbitos, ya sea de remates, chacharitas, ventas vía internet y hasta los contenedores de demoliciones pueden tener tesoros para personas como Fabián.

“Muchos se me ríen porque veo un contenedor y me paro a buscar cosas. Siempre se encuentra algo. Después voy a remates, viajo a diferentes lugares, compro o canjeo vía Facebook o del boca en boca también se consiguen cosas”, describe.  

Un bar antiguo

En su garaje Fabián tiene un objetivo para muchos de sus múltiples tesoros: quiere armar un bar o quincho con estilo antiguo. Para esto ya cuenta con un mueble que perteneció a un local de ramos generales, al cual ya adaptó con latas, frascos de leche y bebidas como en su vieja época.

“Mi idea es adornar todo al estilo antiguo y así poder disfrutarlo con familiares y amigos”, concluye.

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