La de Rodrigo Paviatto (23) es una historia de superación personal. Vivió la mayor parte de  su infancia en “los tribunales viejos” y de chico tuvo que salir a ganar una moneda para ayudar a su mamá y sus hermanos. Barrió veredas, lavó autos y empezó como vendedor ambulante. Como siempre le gustó la ropa, decidió empezar por las medias y así, con respeto y humildad, supo ganarse una clientela que le permitió pegar el salto para comenzar a vender vestimenta masculina. Hoy lo impulsa un nuevo desafío: llegar a tener su propio local de ventas.

Rodrigo no reniega de su pasado, de la pobreza y la humildad que le tocó atravesar. Por el contrario, para él fueron aprendizajes que le dieron la fortaleza con la que hoy se levanta.  

“Crecí en un lugar donde lo malo y lo bueno estaban a flor de piel. Había cosas que no ven los niños comunes. Lo malo siempre fue muy tentador pero tuve una familia que me inculcó el respeto y los valores esenciales para no desviarme”, reconoce.

“Rodri” también tuvo la fortuna de cruzarse con personas que lo orientaron hacia el arte, lo que para él significó una salvación. “La música y la murga me liberaron de muchas cosas. Cuando a un niño le ofrecen otras herramientas y otras posibilidades más allá de lo que es la calle y la delincuencia, te puedo asegurar que uno puede escapar de lo malo”, asegura.

Ayudar a mamá y a sus hermanos

Desde pequeño Rodrigo sintió la necesidad de dar una mano en casa para ayudar a su mamá y a sus hermanitos, entonces salía por el barrio y se ofrecía para barrer veredas o lavar.

El joven explica que siempre le gustó la ropa, tal vez aquella que en su infancia no pudo tener, por eso su anhelo era comercializar indumentaria para hombres.

El salto

“Venía vendiendo otras cosas y tenía 500 pesos, que para mí era mucho dinero. Compré varios pares de medias, unos repasadores y un toallón; y salí a venderlos. En menos de cuatro horas había vendido todo y ya tenía algo más de dinero, eso me dio el atrevimiento de seguir”, recuerda.

Como la venta de medias y su carisma daban buena ganancia decidió dar el salto y tras reunir un dinero hizo su primer viaje a Buenos Aires para comprar ropa. A su regreso, en menos de una semana había vendido todo su stock y eso lo entusiasmó para seguir adelante.

UNA META

Rodrigo vende ropa por toda la ciudad. Sus secretos son el respeto hacia el cliente antes que nada, pero también la presencia y la voluntad. Además asegura que tiene ropa para “todo tipo de bolsillo”. Ahora tiene un nuevo objetivo en su horizonte, aunque sabe que no será fácil: tener su lugar propio para ofrecer sus productos.  “No voy a parar hasta lograrlo”, confiesa.