“Vengo a buscar una culpable; más vale que se entreguen”, les dice Roberto Tabares a un grupo de abuelos de un geriátrico de la ciudad, que lo miran y se preguntan perplejos de qué habla. Enseguida, previo apretón de play en su equipo de música, suena de fondo la pista de “Usted”, tema de Armando Manzanero que Roberto les empieza a interpretar. Ellas se miran y sonríen cómplices al oír “Usted es la culpable…”.

Tabares visita cada sábado del mes, y domingo de por medio, un geriátrico de la ciudad para ofrecerles a los abuelos que allí viven un show musical de 50 minutos como mínimo.

Peina sus canas, se sube a la bici con un bolso donde lleva su pendrive con todas las pistas de los temas que piensa cantar, un equipito de música y el micrófono. Su show se denomina “Nostalgias musicales” porque son “canciones llenas de recuerdos”, define.

Lo bien que se siente

Roberto explicó a El Periódico que por complicaciones de salud debió dejar su trabajo y se sumó a la orquesta de un sobrino, que a comienzos de la década pasada necesitaba un cantante melódico. Fue ahí que empezó a foguearse hasta que dio con el primer geriátrico: “Fui a visitar a un conocido y luego decidí ir con mi guitarrita a hacer algo. Ellos están imposibilitados de ver un espectáculo, entonces vos vas y estás con ellos y ves lo bien que se sienten y te hacen sentir”.

A los abuelos les canta tangos, algo de folclore y boleros. En el medio improvisa algún chiste, adivinanza o cuento: “Siempre con respeto”, aclara, mientras afirma que brinda un servicio: “Para mí es un gustazo hacerlo, un placer porque uno entrega lo suyo, pero termina recibiendo más”. Además reconoció que se fue soltando, tanto que hoy realiza este tipo de eventos en cumpleaños o festejos familiares.

Nexo 

El espectáculo llega a su fin y Roberto sabe qué decirles a los abuelos para que su partida sea divertida. Les propone que tomen toda la sopa para que con el tiempo sean altos y hermosos como él. Todos se ríen y menean sus cabezas: “Ellos tienen necesidades y para los geriátricos es como una musicoterapia que le damos”, reflexionó.

Estamos de joda 

Roberto cuenta que en una oportunidad un familiar de un abuelo que estaba viendo el espectáculo se acercó y le puso cerca un teléfono mientras él cantaba. Cuando terminó el tema, el hombre le dijo a su interlocutor: “¿Sentís? La estamos pasando bárbaro en el geriátrico, estamos de joda”.