Dentro de los terrenos abandonados del ferrocarril Belgrano viven varias familias. Lo hacen en viejos trenes, galpones y construcciones de material abandonadas. Serían unas setenta personas según datos obtenidos por El Periódico. El predio está ubicado en el medio de dos barrios populares de San Francisco como lo son Sarmiento y La Milka.

En algunos casos no tienen agua, luz, ni nada, pero se las ingenian para acercarse lo más posible a una idea de hogar. En otros, las familias cuentan con algunos servicios, por ejemplo la luz y la televisión por cable. La falta de un baño en condiciones es un problema común; muy pocos pudieron instalar uno, otros usan una letrina o simplemente un pozo.

Uno de los servicios básicos que les falta es el agua corriente, la que buscaban de un pico de agua ubicado en la esquina de 9 de Septiembre y Santa Fe. Pero este hace varios meses que no funciona tras ser destruido por el choque de un auto. Por esto, las familias deben caminar varias cuadras hasta otra canilla donde cargan sus bidones.

Necesito un baño, tenemos que ir al del vecino y la verdad es que es una vergüenza”, dijo Alejandra (39), quien vive desde hace una década en uno de los galpones junto a sus pequeños cinco hijos. La mujer no trabaja porque está sola luego de enviudar tiempo atrás. Subsisten gracias a la Asignación Universal por Hijo.

El predio del ferrocarril Belgrano se convirtió en un barrio

Los “hogares”

Son tres los galpones ubicados en esa zona y viven en ellos más de diez familias. Hay muchos niños y adolescentes. En los vagones conviven personas que están solas o que se fueron del grupo familiar.

Del otro lado de la vía, las construcciones de material también están ocupadas. Son viejas casas. Antonio vive en una de ellas junto a su mujer y su hija de 5 años de edad. Llegaron porque él consiguió trabajo de albañil, pero la situación económica actual lo marginó del mercado laboral.

“Llegamos del Chaco para trabajar en la construcción pero me terminé quedando sin trabajo.

Me gano la vida vendiendo tarimas, botellas; cirujeando. Antes que robar cualquier cosa”, manifestó. Aclaró que se está acomodado y que les alcanza para comer con lo que gana diariamente, pero necesita un colchón para su hija: “Dormimos los tres en una cama”, afirmó. 

Vagones

Un vagón color anaranjado es el primero que se observa al llegar al lugar. Viven seis personas que improvisaron una familia. Están sin trabajo por varias causas y las changas de todo tipo son su medio de vida.

Juan Carlos (42) hace un año y medio habita en ese lugar. Mientras pela media manzana reconoce que tiene su familia pero que él decidió irse a vivir a ese lugar. Desde hace unos meses lo acompaña su hermano Martín (39).

El predio del ferrocarril Belgrano se convirtió en un barrio

José (48) es otro de los que ostenta más antigüedad en ese vagón. Lleva casi un año viviendo dentro de eso que se parece a una gigantesca lata de conserva. Era albañil hasta que un accidente laboral que lesionó su cadera le impidió seguir trabajando. Por eso cobra una pensión por invalidez: “Si tengo que pagar un alquiler me quedo sin dinero para vivir. Es así, no me rinde”, aseguró.

Algo similar le ocurre a Héctor (64), otro habitante del vagón: “No tenía  donde vivir y no puedo pagar un alquiler; acá me dieron una mano. Yo para vivir hago changas de todo tipo, aunque tengo problemas de tensión y diabetes, por lo que no puedo hacer trabajos pesados”.

Falta uno

En medio de la charla es inevitable referirse a la muerte de Ramón Salas (46), quien hace un par de semanas murió como causa de un paro cardiorespiratorio (según la autopsia) tras incendiarse el vagón donde él vivía. Por este hecho está detenido e imputado Raúl Ñañez (41), persona que vivía esporádicamente junto a la víctima.

“Estamos muy sentidos, era una persona muy querida, si no teníamos de comer venía y te daba lo suyo. Él no molestaba a nadie”, recordó José.

El predio del ferrocarril Belgrano se convirtió en un barrio

La muerte de Salas no genera temores entre los habitantes del ferrocarril Belgrano pero sí precauciones: “Nosotros vamos y venimos, pero siempre hay uno o dos en el vagón. No tenemos mucho pero lo poco que hay lo cuidamos”, aclaró Juan Carlos, quien entró al vagón calcinado esa noche para reconocer el cuerpo de Ramón, tras el incendio. 

En los galpones tampoco son ajenos a lo ocurrido: “Yo me voy a dormir y cierro la garrafa y desenchufo todo lo eléctrico”, remarcó Alejandra. Las instalaciones eléctricas en el lugar son realmente precarias y todo un riesgo para los habitantes.

Contracara

El ferrocarril era el lugar que evidenciaba el progreso de la ciudad. Hoy muestra todo lo contrario.

El predio del ferrocarril Belgrano se convirtió en un barrio
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El predio del ferrocarril Belgrano se convirtió en un barrio
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