Un roce o choque entre cuerpos, la caída de unas gotas de bebida sobre una prenda o simplemente una mirada. Cualquier cosa de estas, entre otras, puede detonar en la noche una discusión dentro de un boliche bailable. A veces queda en eso, en un intercambio de insultos y algún que otro empujón, en otras se desata la furia extrema al punto de llegar a matar.

Hace tres años Fernando Báez Sosa fue asesinado a golpes por una patota a la salida de un boliche de Villa Gesell, Le Brique. Desde hace unas semanas, ocho rugbiers acusados por el crimen son juzgados en el Tribunal N°1 de Dolores, en la provincia de Buenos Aires.

El caso conmocionó al país y hoy el juicio es seguido diariamente por mucha gente. Por ello, no es casualidad que los pormenores están entre los artículos periodísticos más leídos.

El caso de Fernando Báez Sosa conmocionó al país y hace replantear lo que ocurre dentro de los boliches, también afuera.
El caso de Fernando Báez Sosa conmocionó al país y hace replantear lo que ocurre dentro de los boliches, también afuera.

Pero las peleas en los boliches, adentro y afuera, no son nuevas. Qué puede potenciarlas: el alcohol, la droga o naturalmente el apretujamiento dentro de un local. Aunque las grescas existieron siempre, lo que parece haberse incrementado es la violencia. Un signo de estos tiempos. A esto hay que sumarle la viralización a través de las redes sociales, lo que hace parecer que sean más.

“La violencia es de antaño, lo que cambia es que hoy se visualiza más. Lo que ocurre es más de lo mismo, pasa que antes no había celulares, no había cámaras que filmen y nada se viralizaba en redes sociales como ahora”, reflexionó Raúl Vaca, manager del boliche Runa, ante la consulta de El Periódico.

Aunque dice no ser un experto en la materia, remarca que quizás la sociedad esté “un poco más violenta” aunque recalca sigue observando situaciones que también se daban dos décadas atrás.

Para el presidente de la Cámara de Discotecas del este cordobés y también propietario de Atlantis, Néstor Cacchiarelli, muchos de los conflictos ocurren cuando se violan las capacidades máximas permitidas en los locales de espectáculos públicos.

“El amontonamiento excesivo de gente por encima de las capacidades genera roces. Esto debe ser controlado por la Municipalidad y si se respeta se previenen problemas. Justamente uno de los puntos que marcaron los peritos en las audiencias por el caso de Báez Sosa y viendo los videos del interior de Le Brique esa noche, es que había una clara violación de la capacidad del lugar. Esto suele ser una problemática grande”, señaló a este medio.

La importancia de un buen protocolo

Cada disco tiene su protocolo al momento de actuar en medio de una situación conflictiva o de violencia.

Vaca así lo reconoce: “Cada lugar tiene su impronta, su gente, lo que hace que cada uno tenga diferentes conflictos”, indicó.

Luego brindó algunos ejemplos: “En nuestro caso, si una chica está ebria y sale con un masculino, sea o no sea el novio, no la dejamos salir hasta que venga un familiar o una amiga. Son protocolos tomados a raíz de que no sabemos la relación que existe y puede ocurrir una situación desagradable luego”.

En el caso puntual de una pelea, Vaca explicó: “Siempre hacemos prevención, si hay un conflicto de dos personas o de una persona contra varias, automáticamente se saca al grupo más grande y se resguarda a la persona sola, a quien luego se la acompaña a vehículo si es que puede retirarse solo. La idea es tomar recaudos para que la situación de conflicto no continúe afuera”.

A Fernando, cabe recordar, lo golpearon hasta matarlo frente al boliche de Villa Gesell, luego de que la seguridad los retirara a él y a sus agresores sin pensar lo que podía suceder afuera, donde debe actuar la Policía.

En este punto, Cacchiarelli comentó: “Hay que destacar que la seguridad de las discotecas terminan en el interior del local. Lo ocurrido con Báez Sosa corresponde a la Policía de provincia de Buenos Aires y excede la responsabilidad interior de un local”. Sin embargo, el empresario añadió: “Pero cuando hay conflicto se saca la gente afuera y se notifica a la Policía para que mande un móvil a efecto de controlar que nada vuelva a ocurrir”.

La necesidad de adicionales

Algo en lo que se detuvo Cacchiarelli fue en la necesidad de que la Policía Departamental San Justo vuelva a brindar el servicio adicional: “Eso evita sustancialmente los conflictos, el policía uniformado como ocurría antes evita mucho esta problemática. Hoy no tenemos ese servicio porque no hay personal”, declaró.

Un caso que todavía duele

Un 10 de abril de 2016, alrededor de las 6.30, Matías Decarli (20) -padre de un bebé- fue atacado por una patota a la salida del boliche Nubia, sobre avenida Garibaldi, en el centro de San Francisco.

Recibió una puñalada a la altura del corazón que le provocó la muerte. Si bien fue socorrido por un servicio de emergencias que lo trasladó al Hospital Iturraspe, al centro de salud llegó sin vida.

Decarli tenía 20 años cuando fue asesinado.
Decarli tenía 20 años cuando fue asesinado.

El joven vivía en Frontera. Según testimonios en el juicio, el ataque se produjo porque la víctima y sus agresores pertenecían a grupos de ambas ciudades que solían rivalizar.

Cinco fueron los imputados en ese momento, que llegaron a juicio en julio de 2019. El fallo determinó que ninguno tenga pena de prisión efectiva. El acusado por la acción que terminó con la muerte, en tanto, era menor al momento del hecho. Otros fueron imputados de lesiones leves, siendo dos de ellos –ya mayores- penados con cárcel pero de ejecución condicional.