Imponente sobre un pedestal. Como si estuviese despegando como tantas veces lo hizo. Así se encuentra el avión “Guaraní II” ubicado en el portal de ingreso al Aero Club, como señalando “la entrada es por acá”.

Para la institución es una reliquia y todo un símbolo y la importancia no solo radica en su historia sino además en todo lo que significó conseguirlo y traerlo a San Francisco.

Este tipo de nave (se hicieron 32) fue la primera construida en la Argentina en cruzar el océano Atlántico. Tiene 19,6 metros de envergadura, 15 de largo y su cola mide casi seis metros.

José Román, tres veces presidente de la institución y quien fuera uno de los encargados de la llegada del Guaraní, recuerda como si fuese ayer los detalles del arribo. Esa vez a la nave no le tocó volar, sino que para llegar debió pasar debajo del Río Paraná, por el túnel subfluvial, lo que fue una odisea. Lo trajimos para el aniversario 70 del club, en 2002. Yo participé de la movida y la tramitación porque fue el año que llevamos los aviones a la Plaza Cívica para hacer una exposición estática”, contó a El Periódico.

El avión que llevó a Alfonsín, pasó por el subfluvial y hoy comparte fotos junto a quinceañeras
(De izq. a der.) Nildo Porta y José Román 

La organización de semejante evento, que consistía en mover los aviones desde el Aero Club al Centro Cívico, demandó al menos un año. “Yo dentro de eso venía con la idea de conseguir un avión para poner en el ingreso porque no había nada. Se concatenaron varias situaciones con una cuota de suerte para tenerlo”, rememoró.

Esta cuestión de azar a la que se refiere fue haber conocido casi de manera causal a Norberto Marchetto, que llegó en esos momentos al predio en busca de algunos datos.

“Nos hicimos amigos. En una oportunidad lo atiendo, le muestro el club y fotografías. Esta persona hizo el curso privado de piloto y tenía un grado de parentesco con quien en ese momento era el jefe máximo de la fuerza aérea y nos ayudó. Fuimos a Buenos Aires a hacer el trámite y salió la autorización para poner la aeronave en el ingreso”.

La llegada del Guaraní, una odisea

A través de Marchetto se realizó la gestión en la base aérea de Paraná, donde había unos aviones desmantelados, ya fuera de servicio. Ideal para adorno, y vaya qué adorno.

“Nos fuimos para Paraná a verlo y con la idea de traerlo. Allí comenzó otra historia”, recordó Román.

Para traerlo se necesitaba de un camión con un “chatón” preparado para montar el avión.

Román lo narró así: “Fuimos un grupo de personas del club y amigos que quisieron colaborar porque le gustan los aviones. Era un ‘bicho’ grande y había que desarmarlo. Por el alto de la cola no iba a pasar por el túnel subfluvial, por lo que se debió cortarla y luego armarla acá”. “Conseguimos el camión con el chatón –agregó-, le pagamos el gasoil a la persona que lo iba a buscar y lo pudimos traer. No llegó a estar puesto y montado en los pedestales para el festival, porque hacerle esa estructura de base implicaba mucho trabajo y un gran costo. Tiene un gran peso este avión y debe estar asegurado porque esta intemperie”.

Ese septiembre de 2002, cuando se celebró el 70º aniversario del Aero Club, el avión estaba pero el pedestal no había sido construido por falta de tiempo y presupuesto. En poco menos de un año, donde permaneció estacionado en una plataforma, ya en 2003, pudieron colocarlo en el ingreso al club. Esto también tiene su capítulo aparte.

Se hizo una tramitación para que la municipalidad nos dé una mano, nuestra intención era que se convierta en patrimonio cultural de la ciudad. La mitad del club quería hacerlo, pero la otra mitad puso reparos. Sucedía que ponerlo arriba del pedestal implicaba muchos metros de hormigón. Luego contratar una grúa para levantarlo. Eso llevaba grandes costos y lo hicimos todo con recursos propios. Había que invertir plata más allá de que era algo muy lindo y quedaba bárbaro”, explicó.

Avión presidencial y digno de ser patrimonio

El “Guaraní II” matrícula T-117, de uso civil, que se encuentra en el ingreso al Aero Club estuvo afectado al transporte presidencial. En el canal You Tube se encuentra un video donde se lo observa a Raúl Alfonsín en 1988, subirse a esta nave en el aeroparque Jorge Newbery. También voló sobre él el general Alejandro Lanusse.

El avión es un símbolo que tiene San Francisco, sin dudas. “Todos preguntan por su historia, además se hizo costumbre en el último año que la quinceañeras se saquen fotos en el predio al pie del ese avión”, reconoció Román.

El objetivo ahora es volverlo a pintar, luego de tantos años soportando estoico el sol y la lluvia. “Sería ideal que forme parte del patrimonio de la ciudad, como un monumento por todo lo que significó poder tenerlo. Así nos darían una mano para mantenerlo”, señaló Román.

El avión que llevó a Alfonsín, pasó por el subfluvial y hoy comparte fotos junto a quinceañeras
La delegación del Aero Club que fue a buscar el avión a Paraná (Foto: Aero Club)

Travesía por el Atlántico

El vicecomodoro Rogelio Balado voló entre Buenos Aires y París en un IA-50 Guaraní II matrícula TX-01 para exponerlo en Le Bourget el 21 de mayo de 1965. Se trataba de un avión de corto alcance, que en esa oportunidad hizo escalas en Río de Janeiro, Recife, Dakar y Madrid.

Voló 25.000 km en 63 horas a una velocidad promedio de 400 km/h y una altura media de 3000 metros, convirtiéndose en la primera aeronave de diseño latinoamericano en cruzar el Atlántico.