La vida de Alexis León (25) cambió radicalmente en mayo de 2017. Las adicciones y la mala vida le jugaron una mala pasada. Alrededor de las 14 de un jueves circulaba en una motocicleta Honda Biz 110cc. con pedido de secuestro y, en la esquina de Ingenieros y Paraguay, chocó con una camioneta Toyota Hilux al mando de un hombre de 50 años. La peor parte se la llevó Alexis, que se quebró la primera y la tercera vértebra cervical. Por esto tuvo que ser derivado al Hospital Cullen de Santa Fe, donde pasó varias semanas en estado delicado.

Dada la gravedad del cuadro necesitó un fijador externo durante varios meses para sostener su cabeza hasta que sanaran los tejidos de su espina dorsal.

“Vivía mal, de adicciones, era dañino”, reconoce. “Por eso tuve un gran accidente, estuve un año postrado en la cama. Sé que mi accidente fue en moto pero del momento del choque no me acuerdo nada. Se me quebraron varias vértebras cervicales. Estuve grave y eso me cambió la vida”, asegura.

Alexis explica que dos hechos le trastocaron la existencia. La pérdida de su madre lo llevó “por caminos que no eran buenos”; esos caminos lo llevaron a golpearse con la realidad y a encontrar la fe: “Gracias a Dios que estoy caminando y no quedé inválido. Por él, decidí cambiar”.

El fijador externo

Por varios meses Alexis tuvo que utilizar un fijador externo, una especie de armatoste con tornillos amurallados a su cabeza para sostenerla erguida y no provocar mayores daños a sus vértebras.

Eso le valió no pocas miradas de reojo y hasta alguna burla despiadada. “La gente me miraba asustada, era una cosa fea porque yo estaba herido, lo tenía clavado en la cabeza, hasta uno me dijo que parecía un extraterrestre. Pero no se lo deseo a nadie”, sostiene.

“En el Cullen pasé seis meses internados -agrega-, en la sala 3 de neurocirugía. De Santa Fe me tuve que venir en remis porque no me querían traer los colectivos. Y con el fijador tuve que dormir todo un año sentado”. 

De igual forma y con su fijador puesto comenzó a lavar autos en la vía pública para ganarse la vida y tener para comer. Si bien confiesa que estuvo  durmiendo por un tiempo en la calle de un lado para el otro, la voluntad y las ganas de superarse lo obligaron a comprometerse. Primero arrancó lavando autos en distintos sectores céntricos hasta que encontró su lugar en la playa de estacionamiento comprendida entre los bulevares 25 de Mayo y 9 de Julio entre Lisandro de la Torre y Córdoba.

Un conocido del centro

Desde hace tres años a Alexis se lo ve ir y venir desde temprano ofreciendo sus servicios. Dice que los vecinos ya lo conocen y hasta se ganó la simpatía de algunos.

“Me costó ganarme la confianza y el respeto de la gente porque acá no trabaja cualquiera. Gracias a Dios todos los días, llueva o no, desde la 7 hasta las 20.30 que cierran los negocios estoy en la playa. Y al lugar lo hago respetar -refiere-, nadie viene a tocar nada. A la gente que deja sus autos se le han caído chequeras y hasta dólares y yo les aviso. Lo que es suyo es suyo, porque Dios ve todo de allá arriba”. 

El joven también agradece que muchas de las personas que trabajan en los comercios del sector lo ayudan de diferentes maneras, desde darle un simple desayuno, a veces la comida y hasta en alguna que otra ocasión le han regalado zapatillas y ropa.

Un trabajo fijo

Si bien para Alexis su labor en la playa de estacionamiento es un trabajo fijo, el joven busca la oportunidad de tener un empleo formal.  “No es lindo vivir el día a día, me quisiera conseguir un buen laburo para tener un ingreso mensual. Pero el que busca siempre encuentra, la voluntad es todo”, sostiene con esperanza.

A su vez cuenta que se siente útil para cualquier tipo de trabajo: “Siempre trabajé, corté plantas, hice mantenimiento de espacios verdes, sé laburar, me doy maña y soy voluntario. Un laburo fijo me ayudaría a acomodarme mejor de lo que estoy”, asegura quien busca redimirse ante la sociedad.

Y es que Alexis tiene un hijo de 4 años que vive en Santa Fe y al que le envía dinero seguido, pero que por sus dificultades ve poco.