Sobre calle Mitre al 1000, a pocos metros de donde cruzan las vías del ex ferrocarril Mitre, un espacio llama la atención a todo el que por allí circula. Se trata del famoso “jardín de los Meco”, un colorido lugar creado por Carlos Dávila y su esposa Hilda Lencinas, que contiene numerosos árboles, plantas, juegos y elementos reciclados que reconvirtieron ese sector para que sea aprovechado por todos los vecinos.

Es un espacio verde reconocido de la ciudad y que ya cuenta con más de 10 años de vida, con un trabajo a pulmón del matrimonio y sus hijos, que le dedican un cuidado diario y una renovación constante.

“Esto estaba todo pelado, con una calle al costado de la vía en la que pasaban autos constantemente para acortar camino. No había nada. Empecé plantando algunos árboles y plantitas que la gente tiraba, fui cortando el césped y armando, plantita por plantita”, cuenta Carlos.

Así de a poco, la pareja plantó distintas especies de Palo Borracho, Lapachos, Moras, Arce Negundo, cornetitas, Pezuña de vaca salvaje, laureles, palmeras, ficus, plantas de la moneda y cola de tigre, Ceibo, entre tantos otros.

El “jardín de los Meco”, un espacio colorido y lleno de naturaleza junto a las vías

Un homenaje

El espacio creado por Carlos es un homenaje a su madre, Angelina -ya fallecida- y así lo bautizó: “El Jardín de Angelina”. Sin embargo, para el común de la gente se lo sigue conociendo como el “jardín de los Meco”.

Y es que Carlos es más reconocido por su apodo, “el Pato Meco” que por su nombre o apellido. El hombre así lo explica: “El apodo viene por mi padre que se llamaba Américo pero todos le decían Meco y eso quedó para toda la familia, nos conocen como los Meco más que por nuestro apellido”, dice con gracia.

La familia es conocida en la ciudad por su dedicación a la limpieza de terrenos, extracción de plantas y árboles. Y en este sentido, Carlos mantiene limpio y siempre prolijo más de 50 metros de este jardín.

El “jardín de los Meco”, un espacio colorido y lleno de naturaleza junto a las vías

“Es un lugar tan lindo, hay una paz y corre un aire hermoso por acá”, sostiene con orgullo. En un costado, el hombre depositó una mesa con dos bancos.

Carlos ya perdió la cuenta de la cantidad de plantas que existe en el lugar, pero sí conoce al detalle todos los elementos reciclados que mantiene constantemente y que adornan el espacio. Así hay troncos que funcionan como banquitos y mesas, verjas de campo que resguardan plantas y flores más pequeñas y un sector de juegos.

El “jardín de los Meco”, un espacio colorido y lleno de naturaleza junto a las vías

Un trabajo más

“Siempre vamos poniendo y reinventando el jardín, lo que venga lo ponemos y la calle al medio sigue estando, lo único, hicimos dos lomitas de burro para que pasen despacio”, expresa Carlos, que asegura que “lleva tiempo mantener todo esto; yo soy el decorador, una o dos veces por semana hay que ponerse y cortar pasto, pintar las cosas, pero a mí y a mi señora nos encanta esto”. 

Pero no todo es color de rosa en el jardín, hace tiempo tuvo que colocar un cartel en lo que sería el acceso luego de que algunas personas le robaran unas piedras de la orilla de la vereda que eran parte decorativa del espacio: “Este jardín se armó con sacrificio, no me roben las piedras. Los perdono”, se puede leer en el cartelito. La intención del hombre era ver si generaba consciencia en el autor del hecho, pero eso no pasó. Además, Carlos se queja de varios vecinos desaprensivos que continúan arrojando basura en medio de las vías: “Es algo que no tiene solución, no aprenden más”, se lamenta.

El “jardín de los Meco”, un espacio colorido y lleno de naturaleza junto a las vías

El lugar también es utilizado por vecinos que se llegan a tomar mates y en varias oportunidades fue el espacio elegido para fotografías previas a las fiestas de 15 años.