Este sábado 9 de julio se conmemora el Día de la Independencia, fecha que se origina en conmemoración a la firma de la Declaración de independencia de Tucumán en 1816 respecto a la Monarquía Española y también se renunció a toda dominación extranjera.

Esta fecha que evoca la jornada en que un grupo de representantes de las Provincias Unidas confirmó en una declaración su intención de poner fin a siglos de dominio colonial español, se enseña en las escuelas de diversas maneras, aunque cada vez más alejado del sistema de clase magistral.

Gonzalo Giuliano Albo, profesor local de Historia, se refirió a la forma en que se enseña la historia en las aulas y destacó que estudiarla de manera lineal carece de sentido ya que tiene múltiples posibilidades de abordaje.

“En lo que respecta al 9 de julio, y a la historia en general, creo que el hecho de entregar un texto, dar una consigna y pedir que lo estudien de memoria es ir a la muerte del hecho histórico. Enseñarlo en forma lineal y haciendo énfasis únicamente en la historia institucional fosiliza toda la memoria colectiva y todos los hechos históricos”, aseguró el docente.

Giuliano Albo hizo hincapié en que particularmente, el 9 de julio “debería ser motor de pasiones buenas, que genere reencuentros sociales”.

“Hay intentos muy importantes en cuanto a cátedras compartidas. En mi caso compartimos espacios simultáneamente con profesores de Geografía y de Psicología. Creo que han sido sumamente positivas esas experiencias y presentan un abordaje interdisciplinario muy interesante”, manifestó.

Recursos pedagógicos

Sobre cómo se aborda el tema en el aula, para el docente es un desafío, teniendo en cuenta la sobrecarga informativa que existe en la actualidad.

Giuliano Albo sostuvo que en estos últimos años se pudo ver un fárrago de información que calificó de muy bueno, pero difícil de clasificar, ordenar y valorar, por su cantidad. “Es un arma de doble filo”, dijo.

“Todavía pueden primar visiones que perciben hechos, como el 9 de julio, como un hecho de encuentro, un hecho de consenso, como el que se enuncia en los rituales de los actos escolares, y no como un hecho ideológico, como un hecho político, un hecho cruzado por muchísimas contradicciones y por muchísimos peligros”, explicó.

Así, recordó el contexto que se vivía en aquella época, en donde Tucumán era zona de combate y había toque de queda. “Más de uno habrá pensado ‘salimos de acá y nos matan a todos con lo que acabamos de hacer’”, afirmó.

“No va en desmedro de la pureza del 9 de julio, pero permite complementar un poco toda esa información, porque ninguno es blanco ni negro. Somos grises. Estamos llenos de defectos y eso lo humaniza más. Permite cierta empatía con ese personaje. Aparte es un hecho que tiene una dimensión política, porque conecta con necesidades del presente. Hay gobiernos que prefieren ignorar el 9 de julio, hacer una gala en el Teatro Colón, invitar a ricos y famosos y cada cual a su casa. O hacer una entrada de banderas de ceremonia, salida, palabras alusivas y mandarse a guardar”, cuestionó.

Y cerró: “Me parece que revalidaría mucho más, resignificaría muchísimo más el 9 de julio, salir del modelo de desfiles y de actos patrios militarizados, con autoridades elevadas sobre el pueblo y el pueblo marchando controlado por fuerzas de seguridad, lo cual da una imagen de nación que no es por la cual se hizo ni el 25 de mayo ni el 9 de julio”.